por Francisco Lehmann y Luis Lehmann

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El sultán de Persia había sentenciado a muerte a dos hombres que habían cometido un grave delito. Antes de sacrificarlos les ofreció un último deseo. Uno de los dos, sabiendo cuánto amaba el sultán a su caballo le ofreció, como postrera voluntad, enseñarle a volar al caballo en el término de un año, y si así lo hacía, le pedía a cambio que le perdonara la vida.

El sultán, imaginándose el único jinete del mundo montado en un caballo volador, aceptó tan inverosímil propuesta. Fue entonces cuando el otro prisionero miró absorto a su compañero de infortunio y le preguntó: “Sabes perfectamente que los caballos no vuelan ¿cómo se te ocurre hacerle al sultán este pedido? Sólo estás posponiendo lo inevitable

Esa es tu mirada” le respondió el otro, “eres tú el que va ya hacia lo inevitable, yo he obtenido el tiempo suficiente para seguir viviendo! Mientras tanto, en el término de un año, puede que ocurra el fallecimiento del sultán, muera el caballo o… ¡hasta le pueda enseñar a volar!

¿Cómo puede ser que frente a una misma circunstancia, algunas personas se sientan apasionadas por realizar actos impensables y otras entiendan que es una verdadera utopía llevarlos a delante?

La motivación, un proceso biológico complejo
En línea con los nuevos descubrimientos de la neuropsicología, podríamos proponer que la motivación es el acto, o situación, por el cual se constituye un estado psico-físico-emocional que favorece el alto rendimiento de una persona para que alcance objetivos determinados.

Teniendo en cuenta la neurobiología que compartimos con los demás seres vivos, podemos establecer al menos dos grandes tipos de motivaciones o situaciones que favorecen la acción:

1.       Motivación Primitiva. Que es aquella que genera un estado puramente emocional, impulsivo y espontáneo. Se mueve por los instintos más elementales que el ser humano comparte con otras especies animales. Esta motivación tiene como propósito la satisfacción de:

–          Supervivencia: Lo que genera que podamos hacer lo inesperado en situaciones donde está en riesgo la vida nuestra o de un ser querido.

–          Jerarquía / Territorio: Lo que habitualmente genera la competencia en el ámbito laboral o simplemente hace que cuando nos subamos a un colectivo vacío nos vayamos sentando en lugares espaciados. El espacio que se logra, es símbolo de control y poder.

–          Sensualidad /  Placer: Disposición de disfrutar a plenitud los placeres de los sentidos que incitan o satisfacen.

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–          El encuentro con el otro: Sentimiento de encontrarse, de estar con un ser querido.

La satisfacción de estos aspectos se lleva a cabo a través de las emociones que, precisamente, motivan a luchar, a moverse a un lugar con más espacio, ir tras esa cuarta hamburguesa imposible de comer, o recorrer kilómetros para visitar a un ser querido. Este tipo de motivación es súbita, dura solo unos segundos o minutos y luego decae, hasta desaparecer una vez cumplida la función. A nivel biológico, el cuerpo y la mente se preparan para la acción, liberando hormonas al torrente sanguíneo.  Estas sustancias tienen la capacidad de generar su efecto mientras están presentes en la circulación sanguínea y hasta que, en cuestión de minutos u horas, son tomadas en parte por las células y en parte eliminadas por los sistemas de filtrado y eliminación del mismo torrente sanguíneo. Dependiendo del tipo de emoción, las sustancias liberadas favorecerán la reacción para la lucha, o el disfrute del placer.

2. Motivación Compleja. Característica exclusiva del ser humano, sobreviene a partir de un nivel más complejo de actividad cerebral. Depende del lóbulo frontal y permite que nos contemos nuestras propias historias, o imaginemos escenarios que podríamos llevar a la realidad. Dada la evolución de los humanos, el cerebro generó una capacidad que lo distingue de otras especies: su capacidad de imaginar. Esto le permite crear escenarios en la mente, con personas u objetos, sin que estas situaciones hayan ocurrido realmente. Este es el punto de partida de lo que llamamos Visión. La Visión te permite imaginar una situación ideal y satisfactoria sobre vos mismo, hacia la cual poder dirigirte. De la misma se genera la necesidad de planificar y ejecutar los movimientos necesarios para poder alcanzarla (Ver: “Tensión, Tracción y Gestión)

Si esa imagen mental o visión personal te conmueve lo suficiente como para generar la acción de ir por ella, esto es lo que llamamos Motivación. Y esta “visión” tiene una particularidad descubierta no hace mucho tiempo: el cerebro no puede distinguirla de la realidad que nos rodea, de la misma forma que no lo hace cuando estás durmiendo. Esto significa que a la hora de sentir o emocionarse,  tu cerebro lo hace con las mismas emociones y liberación de sustancias que cuando algo te sucede en vivo y en directo. ¿Increíble no? Podrás imaginar el poder que esto le da a la imaginación. Es justamente la visión lo que le ha dado al hombre la posibilidad de evolucionar y mejorarse a sí mismo continuamente. A su vez, estas imágenes o visiones, activan la motivación primaria o primitiva, lo que genera emociones que nos “mueven” hacia el objetivo. La particularidad de este tipo de motivación, al ser generada por una visión voluntariamente concebida, puede prolongarse en el tiempo una y otra vez.

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¡Cuidado! Motivar no es lo mismo que Emocionar
Con lo que muy sintéticamente hemos presentado, podés inferir que el proceso de motivación, que perdura y predispone a las acciones, es mucho más complejo de que lo que generalmente la mayoría de las personas imaginan. Y en este punto es donde creemos que resulta muy conveniente distinguir con claridad que no es lo mismo Emocionar que Motivar. Vamos al punto. Emocionar significa conmover el ánimo, producir una conmoción afectiva de carácter intenso, mientras que Motivar, decíamos al principio, es procurar establecer una situación por la que se constituye un estado psico-físico-emocional que favorece un alto rendimiento desde el cual alcanzar determinados objetivos.  Es decir que podés emocionar a una persona, por ejemplo, a través de una acción que le produce una conmoción afectiva, un relato que le conmueve profundamente. Pero lo que no vas a poder hacer es Motivar a las personas. Sí vas a poder, en todo caso, crear situaciones a las que responderán las personas según sus principales sesgos motivacionales predominantes, favoreciendo así una circunstancia de alto rendimiento que les movilizará (Ver: “Es tu responsabilidad liberar los sesgos motivacionales de la gente” y ”Siguiendo la ruta de la desmotivación! )

Veamos la diferencia a través de alguna experiencia que seguramente has tenido en tu vida profesional. ¿A cuántas conferencias sobre temas de management has asistido en la que seguramente te emocionaron cuando el orador presentó un modelo inquietante y luego, cuando volviste a la oficina, te encontraste con la rutina diaria y todas aquellas ideas quedaron en “la nada”, guardadas en el cajón del olvido? En el momento de la conferencia, seguramente llegaste a identificarte con la situación presentada (empatía), te conmovió, resultaba interesante, pero luego no llegó a movilizarte lo suficiente como para ir tras el cambio. Hay que prestarle mucha atención a estas “Charlas Emocionales”! Más allá del marketing luminoso con que suelen ser presentadas y el grado de excitación al que te pueden llevar, generalmente dejan sus efectos colaterales dañinos, como el desengaño de pensar que tal o cual modelo “resulta imposible de implementar en la organización”, “que es muy bueno para tal país, pero en mi empresa no funciona”, etc. etc. Esto puede ser porque enviaste al personal a una experiencia interesante pero inoportuna, o porque lo que allí se presentaba tenía más de emoción que de motivación.

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En cuanto a la Motivación, decimos que tiene la dificultad de tener que trabajar con cada una de las personas que conformen tu equipo. No existe quien pueda ufanarse diciendo “he logrado motivar a todo mi equipo”. En todo caso podrá decir que: “trabajando continuamente con cada una de las personas que conforman el grupo de trabajo logro mantener una situación que motiva a cada uno de los integrantes del equipo en ir en pos de los objetivos”. Esto es lo que dice alguien que logra un permanente “estado de visión compartida”.

Es decisión de los dirigentes de cada organización, decidir qué tipo de colaboradores y qué estímulos motivacionales necesitan para su actividad. El desafío es encontrar aquella visión compartida que permita unificar, de la mejor manera posible, la visión de la empresa y la de cada uno de los integrantes del equipo.

Francisco Lehmann (Lic. en Relaciones Industriales y Administración)
Luis Lehmann (Médico Psicoterapeuta Cognitivo)

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