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Océanos azules: los paraísos perdidos

por Antoni Flores

Encabezo este artículo haciendo referencia al libro de W. Chan Kim y Renée Mauborgne “La estrategia del océano azul” (Granica). La primera edición del libro de Chan y Mauborgne, vió la luz en el año 2005. “La estrategia del océano azul” fue para mí uno  de los primeros libros de  ámbito mundial que difundió las virtudes de la innovación estratégica como gran herramienta competitiva. (Primera edición editada por la Harvard Business School Press)

Evidentemente “La estrategia del océano azul” no fue el primer libro sobre innovación, antes muchos otros le precedieron, unos eran estudios eruditos o manuales metodológicos, otros encabezados por  la saga de los libros escritos por Tom Peters, trataban el tema desde una postura excesivamente ligera. “La estrategia del océano azul” consiguió un buen equilibrio entre propuestas novedosas, posturas serias y académicas, con la suficiente ligereza para poder ser leído por una amplísima audiencia de profesionales, ejecutivos y CEO´s a nivel mundial, contando con un soporte científico y el respaldo de una gran universidad. Se podría afirmar que “Océano Azul” puso de largo la innovación en las grandes escuelas de negocios.

A seis años vista de la publicación de “Océano Azul” y a más de diez del inicio de las populares publicaciones Tom Peters, no podemos ya afirmar que la innovación sea una herramienta nueva, para ser utilizada por élites empresariales y a la que hay que concederle un margen de adaptación. Es tiempo ya de exigirle resultados, rentabilidades, profesionalismo y compromiso.

Se han dedicado durante todos estos años grandes recursos en difundir sus excelencias: Publicaciones, cursos, subvenciones, frases hechas, etc. Creo que todo lo que rodea a la innovación goza de un excesivo posibilismo de acción, laxismo de resultados y amateurismo de dedicación. Es necesario reconvertir todos estos “ismos” en exigencia y resultados;  en especial en estos tiempos que vivimos, donde cualquier recurso y esfuerzo hay que rentabilizarlo al máximo.

Todo lo que rodea a la innovación goza de un excesivo posibilismo de acción, laxismo de resultados y amateurismo de dedicación.

A día de hoy la innovación ha resultado más eficiente como herramienta de gestión del cambio y palanca para iniciar acciones de recursos humanos y motivar a nuestros equipos,que como estrategia para la definición de nuevas oportunidades de negocios, productos y servicios. ¿No estamos ya cansados de escuchar y analizar siempre los mismos casos de éxito? ¿Qué decir sobre las frases hechas y los tópicos tan utilizados y sufridos?

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Estoy convencido de que hay vida más allá de los casos de Apple, la exculpación del fracaso, la última y más exótica metodología de innovación y de los gurús exógenos a nuestra realidad, que no conocen que es el gazpacho, nuestro amor por las hipotecas y el por qué trabajamos tantas horas.

Ha llegado el momento de ser exigentes con la innovación y con todos los profesionales que la rodean; en cierta forma creo que no ha existido ninguna práctica profesional con tanta capacidad de reciclar profesionales como la innovación, ésta se ha convertido en un pozo sin fondo donde caben perfiles y sesgos de todo tipo.

Ha llegado el momento de ser exigentes con la innovación y con todos los profesionales que la rodean.

Debemos mirar más por los intereses de nuestras empresas, por los recursos empleados, por el dinero y el tiempo invertido y sobre todo por las expectativas e ilusiones depositadas. Cuando  adjudiquemos misiones preguntemos por los orígenes de los profesionales, por su dedicación previa a la actual de innovación. Cuando contratemos  equipos, veamos sus estructuras, su intención de crear industria, por el compromiso con los resultados y con el tiempo empleado; preguntémosles por el número y nivel de sus clientes y sobre todo preguntemos por el número y nivel de éxito de sus proyectos llevados al mercado.

Normalización y exigencia. Estas son las dos palabras que deberían preceder cualquier decisión y estrategia de innovación: Normalización porque es tiempo ya de dejar reposar a la actividad en el lugar exacto que debe ocupar en nuestras empresas (ni más, ni menos).Exigencia al igual que hacemos con el resto de profesionales y recursos que nos rodean; exigencia programada y con resultados a corto plazo, previsibles y adaptados a nuestras necesidades.

Es nuestra obligación como gestores no dejar escapar esta herramienta de competitividad tan excepcional y adaptada a las singularidades de las personas y empresas que conforman nuestro País.

Fuente http://www.antoniflores.com/oceanos-azules-los-paraisos-perdidos/

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