Si estás leyendo este blog te interesa mejorar tu eficacia personal, ¿verdad? Este post va dirigido a aquellas personas que quieren mejorar su forma de hacer las cosas pero se dan cuenta que no avanzan con la velocidad esperada.
Te hablaré de cómo nos condicionamos al enfrentar un proceso de cambio, de los errores que cometemos y de lo que he ido aprendiendo estos años en mi proceso de crecimiento personal centrado en la eficacia y la productividad.
Lo que te quiero explicar es aplicable a la implantación de hábitos, a la consecución de un objetivo o la puesta en marcha de tu sistema de efectividad personal.
Sabemos que hay algo que no va bien o que queremos que vaya mejor. Identificamos el cambio que queremos realizar, por ejemplo realizar una revisión semanal para poner en orden nuestros asuntos o mejorar nuestra forma física.
Generamos unas expectativas. Mentalmente confeccionamos una historia con los beneficios que nos reportará este cambio. De cómo cambiará nuestra vida. Reforzamos nuestro deseo de dar un giro al estado actual.
Construimos un relato de cómo irá todo el proceso. No suele ser muy elaborado. Si antes de empezar a trabajar esbozamos una planificación, por breve que sea, se incorpora al relato mental cada una de las etapas que en ella se describe.
Llega la hora de la verdad. Pasamos a la acción. Estamos llenos de convicción y entusiasmo. No hay nada que nos pueda detener, al menos durante los primeros momentos de esta aventura. Al cabo de unos días te das cuenta que seguir ese plan es cada vez más difícil:
Las expectativas. La historia mental que se ha ido elaborando en tu mente sobre cómo iban a ir las cosas no tenía en cuenta las dificultades. Era un relato sin el dolor que se produce cuando algo no sale cómo tú te esperas.
“Aferrarte al relato creado en tu mente sobre cómo deben ir las cosas es un foco de frustración”
Incomodidad. Estamos diseñados para evitar el dolor y el malestar. Dedicar 2 horas a la semana a realizar una revisión de los proyectos abiertos o salir a correr después de un día agotador en el trabajo no represente un riesgo vital pero es suficiente para activar tu voz interior.
Leo Babauta le llama la voz infantil. Se queja de forma sutil pero persistente hasta que no volvemos a una posición de confort.
El día a día. El enemigo más terrible. Todo proceso de cambio se debe compaginarse con la rutina, las responsabilidades diarias, las urgencias, las demandas de tu familia, amigos, compañeros de trabajo… Es una gota malaya que te empuja a dejar en segundo plano lo que quieres alcanzar.
Lleva anotado lo que te motiva a continuar con tu nuevo hábito. Cuando aparecían detente y tómate unos minutos para releerlo y pensarlo.
Sabes dónde empiezas pero no donde llegarás. Puedes crear un plan y seguirlo, pero en un momento concreto puede ser más eficaz demorarse para profundizar un aspecto o desviarte por un cruce del camino para alcanzar beneficios inesperados. Te hablo de adaptarse a la realidad y disfrutar del proceso.
Muchas veces nos castigamos por no haber alcanzado el hito pero cualquier cambio en positivo debe ser bienvenido.
Fuente: http://blog.davidtorne.com/es/2017/09/cambio-avanzar-en-mi-proceso-de-mejora/