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Las tendencias empresariales apuntan a que las empresas que quieren sobrevivir en el entorno en el que nos encontramos, están evolucionando hacia estructuras muy planas, en las que las tradicionales relaciones jerárquicas son sustituidas por equipos de trabajo autodirigidos, hacia organizaciones descentralizadas en las que cada persona asume su responsabilidad y toma las decisiones en las funciones que tiene asignadas y en las que se gestiona por objetivos basándose en el concepto de eficacia.
Este hecho implica que las personas responsables de un equipo también deben evolucionar. Deben complementar la labor de gestión de la actividad, vinculada a la consecución de resultados, con una gestión de personas, más vinculada al nivel y estilo de interrelación e interacción que establece con las personas con las que trabajan.

Así, el reto del/la directivo/a para los próximos años, se centra en desarrollar lo que se conoce como Capacidad de Liderazgo, dado que se ha convertido en un atributo imprescindible para movilizar el recurso más importante con que cuenta una empresa: su equipo.

A mi entender, cuando hablamos de una persona líder, o con capacidad de liderazgo, hablamos de alguien que tiene una serie de personas que le siguen por su propia decisión, sea en el ámbito que sea e independientemente del alcance mediático que pueda tener (es decir, de cuan conocida públicamente sea esa persona).

Por tanto:
-Si se ha de obligar a las personas a que nos sigan, es evidente que no podemos hablar de liderazgo.
-Ningún cargo en sí mismo confiere la característica de líder a quien lo ostenta.
– Puede haber líderes en cualquier parte de la estructura organizacional sin necesidad de que ocupen puestos directivos o de responsabilidad.
-Así que podemos preguntarnos ¿Qué es lo que hace que una persona tenga seguidores? Las investigaciones realizadas en este sentido apuntan que una persona consigue tener seguidores cuando…

1. Tiene unos valores, creencias y convicciones sobre las que basa sus acciones y que transmite a sus seguidores.
2. Tiene unas normas, formales e/o informales y basadas en sus valores, que regulan su comportamiento y que aplica, con el principio de justicia, a todas las personas.
3. Ofrece a la gente una visión o propósito y la dirección necesaria para lograrla.
4. Posee una serie de características personales que aseguran que su comportamiento se desarrolla en un marco adecuado de madurez personal, que constituyen la base de lo que se conoce como Liderazgo Personal, y que se concretan en:

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• Asume la responsabilidad en su vida y afronta los hechos y situaciones con fortaleza. Si algo de su vida no le gusta, lo cambia y si no puede cambiarlo, lo asume y sigue adelante, intentando hacer lo mejor que puede con lo que tiene en cada situación.
• Controla su vida, orientando sus esfuerzos en la dirección que más le interesa y estableciendo un equilibrio entre los cuatro ámbitos importantes de la vida (Físico, Intelectual, Emocional y Espiritual).
• Tiene una adecuada inteligencia social que hace que sea sensible y establezca una buena relación con un elevado número de personas.
• Tiene una actitud mental positiva que le permite centrarse en recursos y oportunidades y tener flexibilidad, energía y decisión.
• Tiene una elevada autoestima y confianza en sí mismo/a que le permite tener tolerancia a la frustración y capacidad de aprendizaje.

Sin embargo, aunque es cierto que la disposición de unas determinadas características del temperamento de la persona puede facilitar o dificultar el desarrollo e impulsión de su Capacidad de Liderazgo, si tenemos en cuenta las características expuestas anteriormente, podemos concluir que el líder no nace, sino que se hace y, en consecuencia, cualquier persona que quiera y esté dispuesta a realizar el esfuerzo necesario, puede llegar a convertirse en líder.

Así que la siguiente pregunta a hacernos es: ¿Cómo podemos desarrollar estas características? Es evidente que el cambio no posee el mismo grado de dificultad en función de los factores que queramos abordar.

Mientras que para los tres primeros factores, la dificultad radica en que:
-Nuestro comportamiento sea coherente con la visión, misión y valores propios de la Empresa en la que trabajamos, predicando con el ejemplo.
– Impulsemos la misma coherencia para con la visión, misión y valores, por parte de los demás, mediante el obligado cumplimiento de las normas establecidas y el desarrollo de las competencias necesarias.
– Alineemos los esfuerzos de todo el equipo a través de unos objetivos coherentes con la estrategia definida a nivel corporativo y los planes de acción que faciliten su consecución.

Con respecto al cuarto factor, el Liderazgo Personal, en el que nos adentramos en características personales, la principal dificultad está en superar nuestra tendencia a quedarnos en la zona cómoda (lo que conocemos y controlamos sin excesivo esfuerzo). La mejor forma que existe para poder superar dicha tendencia es buscar motivos que nos impulsen a realizar ese cambio y ser conscientes de los beneficios que nos reportará el mismo, ya que cuanto mayor sea el deseo de algo (cuantas más razones tengamos), mayor será nuestra autodisciplina ayudándonos a superar los obstáculos que aparezcan a lo largo del proceso.

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Una vez superada la tendencia a quedarnos en la zona cómoda y tomada la decisión de cambio, es importante que abordemos los siguientes aspectos…
• Conocernos y comprender nuestras características y estilo de nuestra conducta, nuestro temperamento, carácter y personalidad, con el fin de identificar los puntos fuertes y débiles, así como las características que nos resultarán más fáciles y más costosas de desarrollar. A modo de ejemplo cabe decir que no es lo mismo ser extrovertido o ser introvertido a la hora de desarrollar la inteligencia social, ya que, sin duda, le resultará más fácil al primero.
• Poner en orden nuestra vida, identificando cuáles son nuestros valores y aquello con lo que disfrutamos, y elaborando un proyecto de vida coherente, con objetivos bien definidos, con el fin de ir dirigiendo nuestra energía hacia esas cosas, siendo proactivos.
• Eliminar y/o gestionar adecuadamente el estrés, adquiriendo unos hábitos de vida saludables, realizando ejercicio físico con regularidad, utilizando el humor y afrontando las situaciones desagradables, sin negar la realidad que tenemos.
• Relacionarnos mejor con los demás, eliminando las críticas destructivas, siendo agradables, intentando comprender el punto de vista de la otra persona, sonriendo, dando las gracias de modo habitual, alabando lo que hace bien la otra persona, prestando atención y teniendo expectativas positivas respecto a los demás.
• Mostrarnos entusiastas, buscando el lado positivo (oportunidades), que hay en cada situación, apartando cualquier pensamiento/sentimiento negativo y hablando en términos positivos de nosotros mismos y de los demás.
• Dejar de culpar a los demás de lo que nos pasa y dejar de poner excusas por aquello que nos gustaría lograr y no logramos.
• Valorarnos a nosotros mismos, mandando mensajes positivos sobre nosotros mismos a nuestra mente. La psicología nos indica que nuestro comportamiento externo es un reflejo de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Por tanto, nuestro comportamiento puede mejorar si mejoramos nuestra forma de pensar sobre nosotros mismos.

Cualquier cambio en este último factor que supone el Liderazgo Personal requiere mucho más esfuerzo que el resto y no es un proceso inmediato, sino que es un recorrido que hay que realizar poco a poco en el tiempo, basándose en un plan de acción pensado con anterioridad, ya que cada uno de los aspectos que hemos mencionado supone un proceso en sí mismo.

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Sin embargo, los beneficios que podemos conseguir, tanto a nivel personal como profesional bien merecen el esfuerzo que suponen.

Autor: Blanca Valero Toda

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