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Era un fondo de 238 millones de pesos para facilitar créditos. Pero apenas usó 18 millones. Las pequeñas empresas alimentan a cinco millones de personas. Las culpas y las promesas de cambio.
Es el sector más sensible a los humores urgentes de la economía, el que más empleo genera en el corto plazo, el que le da de comer a cinco millones de argentinos. Pero a pesar de todo eso es un sector silencioso y el que menos apoyo ha recibido del Gobierno durante el año pasado, al menos desde el área que debe ocuparse de sus problemas. Hablamos de las pymes, las pequeñas y medianas empresas del país, para las que el Gobierno decidió no usar los más de 200 millones de pesos que tenía asignados.
Una recorrida por la información pública sobre los gastos del Estado durante 2008, revela que la Subsecretaría para las Pymes (Sepyme) practicamente no ha usado el presupuesto que tenía asignado para su gestión. De los 238 millones que debió haber gastado durante el año pasado, la Sepyme usó 18 millones, apenas el 8 por ciento del total, y buena parte de esos fondos se han ido en sueldos del personal. Una simple comparación con el nivel de ejecución del resto del Gobierno (en promedio de casi el 83 por ciento), demuestra el bajísimo nivel de gestión que tuvo el área (ver Infografía).
Aunque falta conocer el nivel de ejecución de la última semana del año (los datos disponibles son hasta el 21 de diciembre), en la propia Sepyme admiten que difícilmente se supere el diez por ciento de lo asignado, lo que la convierte en el organismo público con menor nivel de actividad de todo el Estado. “No tenemos nada para decir”, fue la primera respuesta de los voceros del área consultados por Clarín. Todo un reconocimiento, por cierto, de que las cosas salieron mal.
Los niveles de ejecución son, a grandes rasgos, un punto de observación clave para verificar el nivel de actividad de cada organismo público. ¿Pero qué hay detrás de los números? En el caso de la Sepyme, su inacción es explicada en el Gobierno como un coletazo no deseado de la crisis del campo, que durante 2008 atravesó al Ejecutivo como una enfermedad paralizante. Quien estaba al frente de la Sepyme, Eric Calcagno, de hecho abandonó su cargo a mitad de año para ocupar un sillón en el Senado y votar a favor (pero sin éxito) de la famosa resolución 125. En su medio año de gestión, Calcagno no había logrado poner en marcha ningún programa de auxilio a las pymes. Pero además, su salida dejó al área sin conductor ni firma durante meses. En una nota enviada a Clarín a propósito de este informe, Calcagno justificó el bajo nivel de ejecución con el argumento de que en junio de 2008 (cuando él se fue) la Sepyme “estaba negociando” un proyecto de inversión que debía ser financiado en parte por el Banco Interamericano de Desarrollo. Ese proyecto finalmente no se concretó, y según Calcagno “es la causa del bajo porcentaje de ejecución”.
La Sepyme recién recibió a un reemplazante de Calcagno en noviembre de 2008: Jorge Caradonti, quien todavía está a cargo del organismo aunque no se sabe si seguirá, ya que la Subsecretaría, antes en el ministerio de Economía, pasó a depender del nuevo Ministerio de la Producción encabezado por Débora Giorgi. Según los voceros de la flamante ministra, Giorgi ordenó un monitoreo de la subejecución del 2008 “para saber qué falló”, y prometió impulsar el área en este año, para el que cuenta con un presupuesto mayor, de 393 millones de pesos.
Aunque los bancos estatales, como el Nación o el Provincia, han ofrecido líneas de crédito especiales para las pymes, lo cierto es que el 2008 fue un año de desatención para el sector. Se supone que la Sepyme es la encargada de impulsar créditos subsidiados y de definir a qué sectores ayudar y cuándo hacerlo, con un sentido estratégico. Durante 2007, por ejemplo, había impulsado subsidios por más de 500 millones de pesos. ¿Pero qué pasó en el 2008? ¿Fue simplemente una mala administración? Las fuentes indican que sí, aunque también existe otra hipótesis.
En el Banco Credicoop, que suele hacer de puente entre la Sepyme y los pequeños empresarios, informaron a Clarín que la actividad había sido muy alta en 2007, pero admitieron que los programas nacionales se paralizaron durante el 2008. Recién en diciembre pasado, cuando el Gobierno recuperó su capacidad de inyección con el manejo por parte de la ANSeS de los fondos administrados por las deaparecidas AFJP, se lanzaron nuevas convocatorias para subsidiar préstamos para pymes, que seguramente tomarán forma en los próximos meses. ¿Ha sido entonces un problema de caja? Eso es lo que piensan muchos de los empresarios del sector, que sospechan que los fondos destinados a las pymes no se usaron a propósito (en un año de achicamiento de los recursos comparativos) para destinarlos a otras áreas del Gobierno.
En la Argentina, según datos oficiales del ministerio de Economía, existen 213 mil pymes. Se las considera así a todas las industrias, comercios o emprendimientos que emplean entre 4 y 250 personas. En total, tienen 1,2 millones de empleados, alimentando a unos cinco millones de habitantes.
Desde las Cámaras que agrupan a las pymes, la visión es coincidente: 2008 fue un año casi perdido desde el Estado, y para peor coincidió con una crisis mundial que durante el segundo semestre los afectó especialmente, a tal punto que por primera vez desde el 2003 proyectaron tener pérdidas.
La Asamblea de Pequeñas y Medianas empresas (Apyme), cuestiona que los programas de auxilio del Estado “están desdibujados ante los ojos del empresario”, y culpa de lo ocurrido en 2008 a la sucesión de gestiones. “La Sepyme es el único instrumento con el que cuentan las pymes para orientar políticas sectoriales”, dice a Clarín el presidente de Apyme, Francisco dos Reis. Similar postura muestra la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), cuyo vicepresidente, Vicente Lourenzo, cuestiona “la falta de coordinación entre la Nación, las provincias y municipios para que no se desperdicien los esfuerzos”. Ocurre que aunque el Gobierno no esté entregando subsidios, algunos muncipios y provincias sí lo hacen, y lo único que hace falta es que se aceite la burocracia. En el Ministerio de la Producción reconocen que la Sepyme es ante todo un organismo técnico y que su éxito depende, justamente, de su rol de coordinar, organizar, poner en marcha.
Las críticas contra la gestión también provienen de otros sectores, incluso públicos. Enrique Martínez, presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), sostiene que la Sepyme ha perdido sentido, ya que los financiamientos no interesan a la pyme que ya funciona, “porque si ha superado las crisis es porque ha sabido autofinanciarse”. Para Martínez, se deberían entregar subsidios a los miles y miles de proyectos que aún no se pueden implementar por falta de recursos. El INTI, cita, acaba de cerrar un concurso que reunió a más de 90 proyectos tecnológicos de innovación. Y ninguno se puso en marcha por falta de apoyo financiero.
Para el 2009, el presupuesto de la Sepyme prevé algo más de generosidad que el año pasado. Los proyectos son similares, aunque prometen cumplirlos. Comercios minoristas, mercaditos, fábricas de bolsas, pequeñas y medianas productoras de trabajo esperan un poco de atención. Lo hacen en silencio. Pero esperan.
Gerardo Young.
gyoung@clarin.com
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