Las empresas familiares constituyen el 90 por ciento de las firmas en América latina. Esto se traduce a su vez en ser las generadoras del 70 por ciento del empleo y más del 50 por ciento del PBI de cada país. Sin embargo, enfrentan un mismo problema que hasta ahora pocas han podido superar: la dificultad de perdurar de una generación a la otra. De hecho, hay frases populares que aseguran que cuando una empresa pasa a la tercera o cuarta generación de la familia, viene la debacle. Los datos fueron revelados por Alvaro Vilaseca Marchesi especialista en empresas familiares

El especialista disertó durante el lanzamiento del primer programa de Capacitación y Autodiagnóstico de Empresas Familiares de la Universidad Empresarial Siglo 21, en conjunto con la Unión Industrial de Córdoba (UIC). En esa provincia. Vilaseca Marchesi aseguró que “las empresas familiares cumplen un rol fundamental en cualquier economía y son un motor fundamental en países como los de América latina. Representan más del 90 por ciento de las empresas de estos países, el 70 por ciento de la generación de empleo y más del 50 por ciento del PBI”.

Pero advirtió que uno de los principales desafíos es “ver qué capacidad de crecimiento y de cambio poseen”. Sucede que las investigaciones indican que “la capacidad es más lenta o menor que en el caso de las empresas no familiares, porque son más tradicionales, asumen menos riesgos y políticas de no endeudamiento que afectan la capacidad de desarrollo”.

En ese punto, enfatizó que “el dato más desalentador es la dificultad para perdurar de una generación a otra. Sólo una de cada tres empresas familiares pasa a una segunda generación y solamente la mitad de éstas pasa a una tercera generación. Cada seis, una sola llega a tercera generación, tomando como referencia de 25 a 30 años por generación”.

Para Vilaseca Marchesi el problema radica entonces en que una empresa familiar se crea pensando en la necesidad de tener un negocio para sacar una familia adelante. Pero hay un momento en que el sistema familiar y el de la empresa empiezan a ser incompatibles. De modo que “la problemática radica en la esencia misma de una empresa familiar. Cosas que son de uno y otro ámbito llevan a una zona gris, en la que no se distingue claramente qué aspectos corresponden a familia o empresa”.
Por ello, sostuvo que las empresas familiares exitosas son las que pudieron resolver esa zona gris, mientras que las que no aprenden a gestionar terminan con fracasos o en manos de personas que nada tienen que ver con la familia.

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