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Crecimiento, desarrollo, evolución y madurez son palabras que frecuentemente se escuchan en los procesos de cambios; a veces con propiedad, algunas otras como modismos al estilo de eco en las instalaciones de organizaciones.

Ya hemos explorado  por qué las organizaciones evolucionan, estableciendo que la primera razón que lo explica es el éxito, lo que conduce al crecimiento en términos cuantitativos, pero sólo cuando ese crecimiento demuestra una solidez en su calidad nos permitimos catalogarlo de desarrollo.

He tenido oportunidad de escuchar a equipos gerenciales hablar con pasión acerca de los cambios que están llevando adelante y lo que ellos disponen de diferencial no sólo puede justificarse desde la disponibilidad de los recursos, sino también desde lo intangible.

Jorge es un emprendedor quien hace unos años logró convencer desde el discurso y desde los valores a la comunidad financiera para montar un negocio, del cual en la actualidad es socio y Director Comercial.

Jorge puede excusarse en que al fin y al cabo es un graduado en administración, pero él sabe algo más que implica una comprensión que le permite adecuar y ha llevado a su organización a encontrar el ritmo a partir de entender la madurez de su organización, recientemente tuve la oportunidad de charlar con él a quien no veía desde hacía un par de años, su principal reflexión sobre el asunto que estamos tratando fue que…

“Una organización no puede crecer más rápido que su know how”

Quien no comprende la sabiduría de esta frase no está “maduro” para el cambio, y esto no es un tema menor, administrar la velocidad del cambio es casi tan importante como la voluntad para el propio cambio, para quien nunca ha producido ese cambio desconoce las consecuencias y puede entusiasmarse, sorprenderse, asustarse.

Acostumbro a utilizar una animación en las charlas de inducción respecto del cambio, la madurez, el conocimiento, el entendimiento y la comprensión de las reacciones que estas circunstancias provocan; la mencionada animación forma parte de una charla en la que se intenta mostrar cómo trabajar la ansiedad, el control, y el poder en el cambio[1]; la mencionada actividad comienza con una parte del auditorio viendo la imagen estática y luego de unos minutos ingresa el resto a quienes se les pregunta qué ven, para entonces la imagen ya está descompuesta y en movimiento, los que saben por donde transita la cosa son los encargados de explicar a los recién llegados al experimento.

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Esa experiencia es una manera de mostrar que el cambio es percibido de diferentes maneras y que los actores relevantes de una situación deben disponer de la explicación como para entender de qué se trata aún cuando no puedan ver claramente lo que está sucediendo.

Hace un tiempo en una organización en la que se había producido un desajuste entre la velocidad del cambio y la percepción de los diferentes actores, escuché la siguiente reflexión que por parte de un directivo

 “Nos vimos en una situación para la cual no estábamos preparados”

¿Cómo prepararse para esto?

Bien, simplemente preparándose y eso requiere aceptar que la improvisación no debiera superar a la organización en los procesos de transformación.

Autor Jorge Washington Barrientos

Fuente  http://www.aximia.com/blog/?p=71

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