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La historia de la dinastía Rothschild combina la fidelidad a los intereses familiares con la inserción en la cúpula de los círculos empresariales y políticos de distintos países. Pero el secreto de su éxito está en “mucho trabajo duro, unidad, reputación,… y suerte”
“Nuestro deber no es solamente vender nuestros productos, también tenemos la responsabilidad de “vender” los valores de la familia a las próximas generaciones”, dijo Antonio Gallardo, el presidente de Asociación Catalana de la Empresa Familiar durante la presentación de un invitado especial cuya familia bien supo llevarse con los retos de la continuidad.
El barón Eric de Rothschild pertenece a la sexta generación de la familia Rothschild, una dinastía de financieros y banqueros internacionales de origen judío-alemán que desde el siglo XVIII mantiene el nombre familiar como el símbolo de la confianza en el mundo financiero. Fue invitado por la Asociación Catalana de la Empresa Familiar para compartir su experiencia con las familias empresarias catalanas.
El nombre de la familia proviene del escudo rojo (roth Schild, escudo rojo en alemán) que colgaba sobre la entrada de la tienda regentada por Mayer Amschel Bauer, el fundador de la dinastía Rothschild. Según las palabras del barón Eric de Rotchild su antepasado era un hombre muy ágil y un gran “gestor de las relaciones“, quien supo ganarse la confianza de algunos hombres ricos de la época relacionados con el negocio de armas.
La innata agilidad y espíritu banquero, impregnado en el código genético de la familia, les permitió extender su negocio por toda Europa.
Cuando los términos globalización e internacionalización aún no existían Mayer Amshel Bauer instaló las sucursales en las cinco capitales financieras y industriales de Europa de aquellos tiempos. Cada uno de sus cinco hijos se encargó de una de las sucursales y su hijo mayor Amschel, se quedó en la casa central de Frankfurt ayudando a su padre.
El segundo hijo, Salomon Amschel (1774-1855), estableció la sucursal de Viena. Los servicios prestados por los Rothschild a la casa imperial de Habsburgo llevaron a ésta a nombrar barones a los cinco hijos de Mayer Amschel. Nathan, el tercer hijo (1777-1836), se encargó de la sucursal en Manchester y más tarde en Londres. La rama británica de los Rothschild, integrada en la vida nacional, asumió el liderazgo de los judíos ingleses, a los cuales proporcionó su primer representante en el Parlamento. Finalmente el menor de los hermanos, Jakob (1792-1868), se ocupó de la sucursal de París, creada en tiempos de Napoleón (1811). James y Nathan fueron los banqueros más cualificados de la familia en esta generación y, además de dirigir las dos sucursales principales, ejercieron un liderazgo sobre el consorcio familiar.
El barón habla con orgullo e ilusión sobre aquellos tiempos. “Creo que la clave está en que a pesar de no tener una larga historia ni el renombre familiar confiaban en sus propios recursos. Eran sus propios antepasados”, relató.
La época de las guerras de la Revolución francesa y del Imperio napoleónico (1792-1815) les permitió extender su negocio por toda Europa. Eran los tiempos de grandes cambios, guerras, Revolución francesa y comienzo de la era industrial que requería mucha financiación y la innata agilidad y espíritu banquero, impregnado en el código genético de la familia, les permitió extender su negocio por toda Europa. Al iniciarse la industrialización europea, los Rothschild se introdujeron con éxito en los sectores en alza como el ferrocarril, la minería y la metalurgia. En los siguientes años financiaron la industria, los ferrocarriles y la construcción del Canal de Suez. Pero a pesar de la diversificación, la banca desde siempre se ha mantenido como su actividad principal.
La estructura familiar de los Rotchild es igual de compleja que la empresarial. El testamento del fundador de la dinastía contenía un reglamento estricto de cómo se debían dirigir los negocios familiares. Entre las principales instrucciones consta que todas las posiciones claves han de ser ocupadas por los miembros de la familia. En los negocios solamente pueden participar los miembros de la familia varones. “Las mujeres están compensadas en bienes pero los yernos no están “bienvenidos” en la empresa y no poseen acciones”, reveló Eric de Rotchild. Para mantener la cohesión de la extensa red familiar practicaron frecuentemente la endogamia y procuraron casarse dentro de la comunidad judía. El hijo mayor del hijo mayor debe ser la cabeza de la familia, siempre y cuando la mayoría de la familia no decida lo contrario.
“Yo creo que la clave de nuestro éxito es que hemos tenido la suerte y la capacidad de crear y preparar las generaciones de hombres creativos que creyeron en el negocio familiar»
A la hora de hablar de las claves para conseguir la transmisión de la riqueza familiar y la riqueza a través de los siglos, el barón considera esencial que cada miembro de la familia empresaria “sienta que la empresa forma parte de su vida y una importante ventaja ante cual todos hemos de ser concientes a la hora de tomar las decisiones”. A continuación reveló la receta para la continuidad: “Yo creo que la clave de nuestro éxito es que hemos tenido la suerte y la capacidad de crear y preparar las generaciones de hombres creativos que creyeron en el negocio familiar. La segunda clave es el sentido de evitar a que los miembros familiares menos capacitados ocupen los puestos de dirección. Y finalmente, siempre hemos contado con los mejores profesionales. Nadie trabaja para nosotros, la gente trabaja con nosotros”. Resumiendo, el barón añadió que la receta consiste en “trabajo duro, unidad, reputación y suerte. Pero el problema no es cómo lo hicimos durante seis generaciones sino cómo lo vamos a hacer durante las próximas seis. Sé que va a hacer difícil pero sobreviviremos”.
Durante seis generaciones los Rothschild combinaron hábilmente la fidelidad a los intereses familiares con la inserción en las sociedades de acogida, en cuyos círculos empresariales y políticos llegaron a ocupar posiciones de auténtico liderazgo. “Nuestra historia familiar nos ha enseñado que hemos de mantener una cierta distancia con el poder y, con el tiempo, aprendimos que más vale hacerse indispensable que hacerse amigo del poder” dijo el Rotchield “Sin embargo, creo que nuestra tradición judía también ha influido mucho en nuestra conducta porque está basada en la responsabilidad del hombre para mejorar el mundo y sobre todo en mucha disciplina y trabajo”, concluyó.
Una de las claves para el éxito empresarial de la familia ha sido la comunicación. Durante el acto, el barón relató como sus antepasados crearon una rápida y eficaz red de mensajeros capaces de llevar los mensajes con la mayor brevedad para aquellos tiempos en cualquier parte de Europa.
Pero la comunicación entre los familiares no ha mantenido el mismo nivel. Preguntado por laempresafamiliar.com sobre el secreto de su continuidad y la formula para la buena comunicación entre las generaciones, el barón confesó que la comunicación entre las distintas ramas familiares y generaciones es prácticamente inexistente pero que, concientes de su importancia, están preparando por primera vez una reunión donde estarán invitados todos los familiares menores de 45 años. “Dentro del grupo familiar relacionado con el banco mantenemos una muy buena comunicación. Nos reunimos una vez al año y nos llamamos casi todos los días. Pero debo admitir que hemos descuidado la relación con el resto de la familia y sobre todo la comunicación con la próxima generación que considero un error que pronto será corregido”.
Fuente: www.laempresafamiliar.com
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