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El liderazgo implica tratar con las personas, y a éstas les gusta ser tratadas como tales. El líder que actúa como un coach inspirador y motivador tiene mucho camino andado, porque el equipo funcionará prácticamente solo. Conseguir esto no es fácil, pero hay varios aspectos que hay que tener en cuenta.

Una de las cuestiones a considerar es que un buen líder sabe escuchar. Hoy en día, muchos directivos, por miedo a parecer menos capaces o menos sabios, imponen su criterio por encima de todas las cosas y tratan de impresionar a los demás con su discurso –a ser posible plagado de términos en inglés, que así parece que saben más-. Pero no saben escuchar, a pesar de que como se suele decir, si tenemos dos oídos y una boca, será porque deberíamos escuchar el doble de lo que hablamos.

No sólo se trata de que podemos aprender muchas cosas de las otras personas, sino de que también podremos conocer mejor a la gente que trabaja con nosotros y sus intereses, y de esta manera saber qué es lo que les motiva a hacer las cosas. Y el potencial de mejora es enorme, ya que tal y como nos recuerda Andrés Ubierna, el 75% de los trabajadores afirma que es capaz de trabajar con mayor eficiencia de lo que lo hace actualmente

La comunicación que se puede conseguir en la máquina de café –o similares- supera en muchos aspectos a la comunicación formal. Como profesional que he tenido que dirigir personas de diferentes formaciones, motivaciones y maneras de ser, estoy convencido de que la mejor forma de que colaboren con uno es tratar a las personas como personas -valga la redundancia- preocupándose por ellas, compartiendo, dialogando y dando ejemplo.

Es decir, hay que saber practicar la empatía, y entendiendo cómo se siente una persona y qué le motiva, podremos conseguir que trabaje de la mejor manera.

Esto no quiere decir que en determinados momentos y/o con algunas personas no haya que practicar otra habilidad que deben poseer los directivos, la asertividad, según la cual, partiendo del respeto a los demás y hacia uno mismo, se llega a la conclusión de que nuestra opinión no tiene por qué coincidir con la de los demás, y en ciertos casos, deberemos imponer la nuestra, o saber decir que no.

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En mi experiencia, muchas conversaciones relajadas alrededor de la máquina de café han permitido descubrir nuevos aspectos, nuevas maneras de hacer las cosas, que en muchas ocasiones, cuando estamos en nuestro despacho enfrascados en los números y en los datos, no somos capaces de percibir.

Y en cualquier caso, estas charlas sirven para hacer equipo. Aunque tampoco se trata de hacer como los trabajadores de la estupenda serie Camera Café, que están allí todo el día. Una vez que ya se ha hablado sobre el tema en cuestión, sobre el fin de semana, los hijos o de fútbol, ¡a trabajar!

Autor Pablo Rodríguez . Licenciado en Ciencias Empresariales, postgraduado en Auditoría de Cuentas y máster MBA, apasionado del mundo de la economía y la gestión empresarial.

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