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Las personas tomamos cientos de decisiones diariamente. En la mayoría de los casos son disyuntivas sin importancia, pero en algunos casos son asuntos de gran trascendencia.
En el mundo empresarial sucede lo mismo, los directivos toman gran cantidad de decisiones, tanto en lo relativo a su propio trabajo como al de sus colaboradores. En muchas ocasiones, éstas se toman sin disponer de demasiados datos, basándonos en dos o tres detalles y en la experiencia.
Esto no tiene por qué ser malo en sí mismo, ya que en cierta manera hay que adecuar la necesidad de análisis a la importancia de la elección (no podemos estar dos meses recabando información para decidir si queremos el mostrador de la entrada en madera de roble o de castaño).
Por el contrario, en muchas ocasiones se toman decisiones estratégicas sin pensarlas demasiado, fundamentándonos en un razonamiento más o menos intuitivo.
Lo explica bien Robert Heller en su libro Las grandes decisiones de los grandes empresarios. Para analizar cómo se toman las decisiones, pone como ejemplo el caso de varios exploradores que están en medio de la selva y llegan a una encrucijada. Uno de los caminos les lleva a una base militar y el otro está lleno de pantanos, cocodrilos, tigres y caníbales.
Junto a la encrucijada hay un indio, pero los exploradores saben que en la zona hay dos tribus, los pertenecientes a una de ellas siempre dicen la verdad y los de la otra siempre mienten.
Uno de los exploradores decide arriesgarse, puesto que tiene el 50% de acertar, y escoge el camino de la derecha. Se lo comen los tigres.
El segundo explorador presume de intuición, así que le pregunta al indio, aunque sin mucha convicción. Elige también el camino de la derecha, y termina comido por los caníbales.
El tercero pregunta directamente al indio si dice la verdad, aunque sabe que si es de la tribu mentirosa, también le dirá que sí, pero observa al indio mirándole a los ojos y examinando sus gestos. Finalmente, también escoge el camino de la derecha, y se ahoga en un pantano. A pesar de que trataba de fundamentar su decisión en indicios, no tenía suficiente información.
El cuarto explorador/empresario ha pensado detenidamente acerca del problema, así que le dice al indio: si te preguntara cuál es el camino bueno, ¿hacia donde señalarías?
De esta manera, el indio que miente también señalará el camino correcto, porque si indicase el mal camino estaría diciendo la verdad.
El quinto explorador es el típico con una gran experiencia, así que cuando llega a la encrucijada observa las pisadas, y como ve más huellas por el camino de la derecha, deduce que es el bueno (es decir, sigue la sabiduría convencional y la experiencia, sin cuestionarse nada más).
El último explorador pregunta al indio y escoge el camino de la izquierda, pero se arrepiente y da vuelta; inicia el de la derecha, pero tampoco le convence, así que da marcha atrás y vuelve al punto de inicio. El indio le felicita por haber elegido un lugar seguro (aunque es mentira), y finalmente muere de hambre y atacado por las serpientes.
Las decisiones empresariales, y en especial las que son de carácter estratégico, deberían ser tomadas en base a un análisis detallado de las circunstancias, como hizo el cuarto explorador. Hay que valorar adecuadamente los riesgos que se toman, y saber elegir el momento, lo cual no es fácil. Por lo tanto, en muchas ocasiones también se requiere algo de intuición y decisión, pero repito, no debe basarse únicamente en éstas, hay que realizar un análisis concienzudo de la propia empresa y del mercado, de la competencia y sus posibles reacciones…
En mi experiencia, he conocido diversos casos en los que no se ha hecho así, sino que se ha apoyado en intuiciones, y esto, como en el caso del primer o del segundo explorador, es jugársela, arriesgarse más de lo debido.
Por último, recalcar que tampoco hay que caer en lo que se suele llamar “parálisis por análisis“, es decir, que por querer recopilar y estudiar demasiados detalles, no se llegue a tomar ninguna decisión (como el último explorador).
Autor Pablo Rodríguez. Licenciado en Ciencias Empresariales, postgraduado en Auditoría de Cuentas y máster MBA, apasionado del mundo de la economía y la gestión empresarial. Para compartir sus comentarios y su punto de vista sobre estos temas, visite: www.economiasencilla.com
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