No es lo mismo plantearse una pregunta que otra.
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No es lo mismo plantearse una pregunta que otra.
El ¿por qué?, en el mejor de los casos, no sirve más que para satisfacer nuestra curiosidad. En el peor, para autojustificarnos y sentirnos satisfechos con lo que vamos a hacer. Gritamos “porque alguien nos ha tratado mal”. Comemos demasiado “porque estamos estresados”. Ignoramos a quien necesita nuestro tiempo “porque estamos demasiado ocupados”. Estudiamos una ingeniería o trabajamos en una multinacional “porque es lo sensato”.
El ¿para qué? puede hacernos cambiar nuestro comportamiento. Pensar en el resultado que tendrá nuestra acción y valorar si es lo mejor que podemos hacer para conseguir nuestros objetivos. Gritar, comer demasiado o ignorar al que nos pide ayuda pueden aliviarnos a corto plazo, pero los problemas volverán por mucho que gritemos o comamos. Seguir el camino seguro puede evitarnos riesgos, pero puede matar nuestra iniciativa e impedir que seamos plenamente felices.
Si nos preguntamos ¿para qué? podemos decidir actuar de otra manera: evitar la situación desagradable, actuar para que no se repita, explicar a la otra persona lo que esperamos de ella y lo que puede esperar de nosotros… O decidir que unos estudios o un trabajo son solo medios, que lo importante es lo que hagamos con nuestras vidas, y que somos libres para hacer lo que queramos con ellas.
Fuente: http://desencadenado.com/2009/09/%C2%BFpor-que-o-%C2%BFpara-que.html