Saber escuchar es fundamental en la comunicación. Escuchar no consiste en oír, eso lo hacen hasta los gatos, sino en atender a los sentimientos que están expresando los demás. En este artículo se explica en qué consiste y en qué no consiste escuchar.
Una cosa es escuchar de forma activa y otra muy distinta hacer como que escuchamos. La mayor parte de los problemas a la hora de escuchar son consecuencia de los siguientes factores:
Tapones
Lectura de pensamiento. La persona hace suposiciones sobre las intenciones o los deseos del otro. No presta atención a lo que realmente le está diciendo, sino que fantasea, adivina. «Me dice que quiere ir, pero en realidad está deseando quedarse».
Enjuiciamiento. Se prejuzga al otro, poniéndole alguna etiqueta. Se le clasifica, por lo que da lo mismo lo que nos diga, ya sabemos lo que va a decir. «Es un hipócrita». No se puede evaluar un mensaje si previamente no hemos escuchado.
Comparación. Si se presta atención a quién es más inteligente, o guapo o competente, la comunicación se ve seriamente afectada.»Yo tengo una casa mucho más grande que la suya».
Eliminación. Consiste en escuchar algunas cosas y otras no, en poner filtros. Cuando se ha escuchado ya lo que nos interesa, dejamos de escuchar. El novio deja de escuchar cuando se ha asegurado de que ella no está enfadada, por ejemplo.
Consejo. Cuando alguien tiene un problema y nos lo cuenta, lo último que quiere es que le demos consejos. «Yo en tu lugar…..». Además, se empieza a aconsejar antes de haber acabado de escuchar todos los argumentos, sin prestar atención a los sentimientos.
Ensayo. Mientras el otro habla, ensayamos mentalmente nuestras respuestas. Como no podemos hacer dos cosas al mismo tiempo, el mensaje del otro se pierde y nos centramos sólo en nuestros propios pensamientos. «Yo diré, el dirá y entonces yo le contestaré…»
Sueño. Dejamos que nuestros propios pensamientos se encadenen con pensamientos asociados a lo que nos están contando, con lo que al poco rato estamos centrados en nuestras propias ensoñaciones sin prestar atención al otro.
Identificación. Te identificas con todo lo que te están contando y lo haces tuyo. Cualquier cosa que te dicen lo asocias con algo que te ha podido ocurrir a ti.
Asentimiento. Con tal de no implicarte o discutir, estas de acuerdo con todo lo que te están diciendo. Escuchas lo suficiente como para darle la razón y después dejas de escuchar y afirmas simplemente con la cabeza, pero ya no atiendes a lo que te dicen.
Escucha activa
Para que exista escucha activa es imprescindible que exista retroalimentación. Escuchar significa participar, preguntar, aclarar.
Paráfrasis. Consiste en repetir con tus propias palabras lo que la otra persona acaba de decir. «¿Quieres decir que……»? Con la paráfrasis consigues que la otra persona pueda rectificar su comunicación si no le has entendido bien, pero además consigue efectos casi milagrosos. Cuando alguien repite lo que acabamos decir, nos sentimos en la gloria, comprendidos y escuchados. La paráfrasis es la base de la comunicación. Imagina esta conversación:
El otro: Nunca imaginé que ella me amenazara con abandonarme
Tu: ¿Quieres decir que ella ya te había amenazado?
El otro: No, no, nunca lo había hecho, por eso no pensaba que llegara a hacerlo
Tu. Entiendo que quieres decir que fue para ti una sorpresa su amenaza porque hasta ahora nunca lo había hecho.
El otro. Eso es, completamente sorprendido. Ella siempre ha sido muy sincera y ahora esto…
Tu. Siempre ha sido muy sincera, por lo que no te lo esperabas de ella
El otro: Claro
Como se puede ver, la paráfrasis permite rectificar los malentendidos, evita comparaciones, lecturas de pensamiento, etc. Carl R. Rogers basó su `psicoterapia centrada en el cliente en este aspecto de la comunicación, la empatía.
Elicitación. Elicitar es igual que la paráfrasis, pero con un pequeño matiz. Ya no se repiten las mismas palabras o frases, sino que se refleja el sentimiento.
El otro: Nunca imaginé que ella me amenazara con abandonarme.
Tu: Te sentiste realmente sorprendido
El otro; Sí, porque nunca antes lo había hecho.
Tu: ¿Fue como una traición?
El otro: Podríamos llamarle así. Sí, ha sido como una traición.
Preguntar. Preguntar consiste en aclarar lo que no queda suficientemente explicado, preguntar hasta conseguir toda la información.
El otro: Nunca imaginé que ella me amenazara con abandonarme
Tu: ¿Cómo ha ocurrido?
El otro: Estábamos discutiendo por una tontería y me dijo que me iba a dejar si seguíamos así.
Tu: ¿Tenéis muchas discusiones?
El otro: No muchas, pero suelen ser muy fuertes
Retroalimentación. Se trata de informar a la otra persona de cómo su mensaje influye en ti.
El otro: Nunca imaginé que ella me amenazara con abandonarme
Tu. Me duele mucho, yo os quiero a los dos.
Para escuchar, es necesario, por lo tanto, calibrar a la otra persona, parafrasear y preguntar. Si haces esto, la otra persona buscará respuestas dentro de si misma y, además, se sentirá muy a gusto contigo.
Autor Carl Barbour
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