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Hace poco estuve leyendo un excelente libro del autor norteamericano Jim Collins. El libro se llama Good to Great y en este se exponen los casos de varias compañías que pasaron de ser buenas a ser grandiosas. Además estas compañías las compara con la competencia y muestra como ante las mismas situaciones y el mismo entorno, las decisiones tomadas fueron diferentes y por ende los resultados también. Collins expone en su libro, tras un estudio estructurado, que existen varias características que hacen que una empresa sea o no sea grandiosa.
De estas características que encontró Collins, hay una que en especial me llamó la atención. Y es que no solo fue porque me pareció que el autor tenía toda la razón, porque pienso que así es. No, es porque me logré relacionar mucho con lo argumentado por él y lo que sucedió en mi empresa. Este autor argumenta que una de las características de las empresas grandiosas es que todas las personas, todos los departamentos y todas las unidades de negocio deben “girar la rueda en el mismo sentido”. Es un concepto sencillo, lógico y obvio. Pero la realidad es muy diferente.
En artículos anteriores he mencionado reiterativamente el tema del Grupo de Trabajo. Y es que esto es un eje para cualquier emprendimiento. Salvo que en su emprendimiento usted sea el todero y la única persona que trabaja, el grupo de trabajo será clave. A este lo puede ver como sus socios, los inversionistas, los empleados e incluso los proveedores. Estos son 4 Grupos de Trabajo que deben estar alineados para lograr los objetivos. ¿Qué pasaría si unos halan para un lado y otros para otro lado? El resultado se traduce en problemas, caos, desorden y claro, se amenaza la estabilidad de la empresa.
Cuando cree mi idea de negocio, convoqué a mi primer Grupo de Trabajo: mis socios. Después cuando monté la empresa, tenía empleados, proveedores, clientes y nuevamente los socios (con el tiempo los socios cambiaron, pero lo importante es que seguían estando presentes). Yo era quien dirigía este barco llamado “La Empresa”, es decir, era el Capitán. Y yo era el llamado a definir el rumbo, o al menos eso era lo que creía.
Antes de continuar debo hacer una aclaración. Las organizaciones deben tener un líder que define el rumbo de las mismas. Esto no implica, bajo ninguna circunstancia que quienes están a bordo pero no lideran deban quedarse callados y aceptar sin reparos todo lo dicho por este líder. Todo lo contrario, ellos deben manifestar sus preocupaciones al líder, de forma que este tenga una visión más completa de lo que sucede. Sin embargo, como todo líder, tiene la agria misión de tomar decisiones. Unos quedarán contentos, otros no. Y estas decisiones pueden ser modificadas, algunas por iniciativa del mismo líder, otras por lo que dicen los subalternos.
Ahora, el problema radica y fue uno de los problemas que yo viví, que hay personas que no se encuentran del todo comprometidas y si no les gusta el rumbo que toma el líder, abandonan el barco. Cuando se parte hacia cualquier proyecto, es posible que se sepa el norte o lugar de llegada, pero para llegar a este toca ir cambiando las rutas y reaccionando a lo que suceda en el momento. Existen personas que harían sus propias rutas o que creerían que lo harían mejor.
El líder para poder sacar adelante la idea debe contar con el apoyo y consejo de su Grupo de Trabajo. Un buen líder siempre buscará tomar las decisiones correctas, a veces lo serán y en otras oportunidades se equivocará. Sin embargo si un buen grupo lo apoya, las decisiones incorrectas podrán ser corregidas con el paso del tiempo. Pero si ante la primera decisión errónea o al menos cuestionable, parte de la tripulación lo abandona, se está dando un golpe mortal tanto para el líder como para la embarcación (la empresa).
Esto más o menos fue lo que me pasó a mí. Invité a participar de mi loca idea de negocios a amigos, conocidos, así como contraté personas que sentí aportarían gran valor a este emprendimiento. Lamentablemente como dice un viejo adagio “caras vemos, corazones no sabemos”. Reconozco que conseguí personas muy comprometidas, que me apoyaron del primero al último día y que fueron un gran apoyo para mí. Pero también hubo otra serie de personas que me defraudaron. Voy a hablar un poco más acerca de esto a continuación.
En el caso de los socios, muchos les motivaba mi idea y juraban ir a la batalla conmigo. Y algunos me acompañaron en un trayecto largo, pero a la hora de la verdad, desvanecieron. Con los empleados encontré algo muy similar, que me he dado cuenta que es muy cultural de América Latina. En las clases de administración con frecuencia se trae a colación la fidelidad del trabajador japonés, que vive por su empresa, esta es su razón de orgullo y hasta cantan el himno de la misma. En nuestra región esto no sucede. El trabajo es algo temporal hasta encontrar algo mejor. Más de una persona se aprovechó de esto, para estar con nosotros un par de meses, aliviar su situación económica y después partir cuando encontraban algo mejor.
Respecto a los empleados quisiera añadir algo más. Desde el primer día que inicié con la empresa, los empleados fueron mi gran preocupación. Sabía que eran el mayor activo de la empresa y lo intenté tratar así. Claro, no siempre se lograba, pero hacía mi mayor esfuerzo. Tuve unos cuantos empleados que hoy en día apreció mucho porque sé que le entregaron todo lo que tenían. Pero la mayoría iban a cumplir un horario, marcar su tarjeta y su relación era netamente comercial. Si mañana les sale otra oferta, con mejor sueldo, es muy probable que renuncien a la empresa sin mirar atrás.
El tema de los empleados es una realidad y es un tema difícil de cambiar. Mejores sueldos, condiciones de trabajo flexibles, asensos constantes, entre otros, ayudaran a mejorar esto, pero no lo abolirá del todo.
Uno de los problemas que yo encontré con mis grupos de trabajo, es que yo erróneamente supuse que quienes estaban conmigo automáticamente empezaban a girar la rueda conmigo. Si era un socio, era porque quería que la empresa saliera adelante, así como yo lo hacía. Y si era un empleado o proveedor, con mayor razón pues le estaba pagando por esto. Pero la realidad era otra.
Hoy en día me doy cuenta que el día uno, llámese entrevista de trabajo, día de inducción o lo que sea, lo he debido utilizar para decirles las condiciones. Por ejemplo, “la empresa hace esto, esto y lo otro y usted encaja aquí. De usted se esperarán estos y estos resultados y si todo se logra usted obtendrá esto.” Pero yo nunca dije esto, asumía que ellos lo sabían.
Un consejo importante que recojo de Good to Great, es que cuando líderes de estas empresas asumieron, les contaban como iba a ser el trabajo y si estaban dispuestos a hacerlo. Algunos no lo estaban y renunciaban, otros si y seguían adelante. Afortunadamente renunciaron quienes no estaban listos para asumir el compromiso, pues de lo contrario habrían frenado la empresa y posiblemente la hubieran desertado tarde o temprano.
En proyectos empresariales serios, girar la rueda significa estar rodeado por un gran equipo de trabajo. Uno que no le tenga miedo al cambio, a innovar, a romper los esquemas. Pero más importante, un grupo que esté dispuesto a estar con la empresa por un largo rato. No estoy hablando de meses, estoy hablando de años, puesto que girar la rueda es algo que no se logra de la noche a la mañana
Las empresas y sus empleados no solo deben mover la rueda en el mismo sentido. Esto va mucho más allá y se refleja en la velocidad de la rueda. Voy a usar el mismo ejemplo que usa Collins en su libro, pues es perfectamente claro. Imagine que la rueda es una muy pesada. Al empezar a moverla gira poco, pero con la ayuda del equipo de trabajo, la rueda poco a poco coge impulso (en física, momento) y es más fácil moverla. Después de varias vueltas, quizá cientos, la rueda gira a una buena velocidad, cada vez es más rápida y es esfuerzo para moverla es menor.
En la empresa esto se ve como que nadie del equipo puede abandonar la ruede sino, perderá velocidad. Y si alguien se va, toca reemplazarlo rápidamente con una persona igualmente capacitada y apuntando a los mismos objetivos.
Este es un gran reto cuando existe abandono de empleados, como lo comenté arriba. Es muy importante que la empresa genere condiciones para que en lo posible, los empleados no abandonen la empresa. Si esto sucede, por que eventualmente puede suceder, se debe tener un plan de contingencia para que este abandono no sea perceptible. Y en caso de suceder, también apresurarse a encontrar la persona que ocupe este cargo. Por ejemplo, una buena estrategia sería ascender a un empleado a este puesto. Pero no deje que la partida de un miembro del grupo disminuya la velocidad de la rueda, esto es grave y puede que nunca recupere el impulso.
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