Un tema recurrente de mis clientes en los procesos de Coaching es el de sus prioridades.

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Un tema recurrente de mis clientes en los procesos de Coaching es el de sus prioridades.

Hacerse eco, identificar y enfocar sus acciones en base a lo que denominan “sus prioridades”.

Algo que es muy común en todas las personas, todos tenemos nuestras prioridades, y lo mejor de todo es que las de unos a menudo no tienen nada que ver con las de otros, y en cambio algunas digamos son casi “inherentes” al ser humano, en esas coincidimos casi el 99%.

En concreto quiero referirme al caso de uno de mis clientes [incluso una vez acabado el proceso me ha autorizado a usar su caso como ejemplo para ilustrar y por si puede servir a otros].

El caso es que por su trabajo creía imprescindible reciclarse, mejorar su formación y ponerse al día con todos los aspectos, normas y procedimientos que tenían que ver con su desempeño. Y para lograrlo había negociado con la empresa le pagase un tanto % de la matrícula de un curso muy prestigioso, el otro tanto % lo ponía el de su bolsillo, y parte de las horas lectivas eran en jornada laboral, a las cuales la empresa le permitía acudir, y parte los sábados, lo que implicaba renunciar a parte de sus horas del fin de semana. Afirmaba era PRIORITARIO. Sumamente importante para él. Llevaba más de cuatro años queriendo hacer este curso.

Hasta el momento cuantos de quienes leéis os identificáis con esta persona. Decimos tenemos-queremos (ya hablaremos en otro momento del TENGO QUE HACER vs QUIERO HACER) nos apuntamos a hacer algo, es más lo empezamos y luego…¿A ver, cuántos…han estado en esta situación?

Tan prioritario era ese curso, que lo empezó con unas ganas tremendas, con ilusión, al poco las ganas estaban la ilusión…y al poco tiempo de seguir…ni ganas, ni ilusión, ni tiempo…y eso que era algo sumamente prioritario. ¿Qué ha sucedido?.

Pues bien, trabajamos sobre la base de valorar en nuestras sesiones de coaching si verdaderamente esa era una prioridad y desde ahí, tratar de dar sentido a las razones, o motivos por los que no avanzaba o se involucraba.

A través de las sesiones de las conversaciones, y mis silencios “incómodos”se nos plantearon varios escenarios de reflexión en los que el Coachee (prefiero este nombre al de cliente) que él me argumentaba desde su reflexión:

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Decía que se daba cuenta de que esa prioridad en realidad no era tal. Era más bien una imagen – un deseo mental que en un momento dado colocó en su mente y se mantiene durante tiempo en una especie de tormenta de ideas, a la que volvía de manera recurrente en especial en aquellos momentos del año en los que se hace una recapitulación, pero que no tiene trascendencia en el día a día. Era una “idea”.

Fruto de otras reflexiones me contaba que en efecto esa era para él una prioridad, pero intelectual, teórica, pero que se ha quedado en ese nivel y no ha trascendido en el terreno más concreto de acciones a poner en marcha para conseguir el objetivo deseado.

Mi trabajo como Coach se basó en escucharle con toda mi atención, mantener en todo momento una escucha empática, para después a través de mis preguntas conseguir que él tuviese un cambio de observador. Se plantease las cosas de una manera distinta a como había venido haciéndolo hasta el momento; y con ello hacer aflorar los impedimentos, los condicionantes o los bloqueos que estaban produciendo esa situación.

Valoramos las posibles situaciones y escenarios, el coachee reflexionó y sugirió estos:
· “…Tal vez me haya planteado mal mis objetivos…”
· “…No he valorado en su justa medida la dificultad que entraña conseguir lo que me he propuesto…”
· “…No he sido realista, he ideado el sueño de la lechera…haré y después además seré capaz de…y me dará tiempo…y encima…además de…”

Si no conseguimos pasar a la acción y nos quedamos en el paso previo, aunque su consecución pueda parecer prioritaria, en la práctica no lo es. No deja de ser un mecanismo que los humanos tenemos para auto-convencernos o auto- engañarnos, con alguna finalidad determinada, quizás acallar nuestra conciencia o cualquier otra finalidad. (Cada persona es un mundo y todos somos y pensamos de una manera única en lo que a nosotros mismos hace referencia)

Otra área que trabajamos en este caso concreto, fue el de la “gestión del Tiempo”. Íntimamente relacionado con su estilo de mando – organización. Aprender a delegar, a gestionar su agenda…etc. El día por más que lo intentase el Coachee, sólo tiene 24 horas (y aunque era de Bilbao…si, si… J ) no llegaba a todo.

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Una vez decididos y asumidos por parte de él, los motivos por los cuales no había logrado hacer aquello que decía ser prioritario para él, llegamos a otro quiebre; el de decidir entre un objetivo u otro, porque objetivamente no es posible alcanzar los dos. En esas ocasiones, mi trabajo como coach sirvió para que el coachee definiese sus verdaderas prioridades, indagando en los motivos por los que toma una u otra elección y haciendo consciente esa decisión.

Sucedió como en muchos otros casos, que trabajando sobre un “objetivo – profesional “surgieron aparejados a este “objetivos de la vida personal” del coachee, con lo que sucedió que ese proceso de coaching fuese un auténtico revulsivo vital, que sirvió para despertar los auténticos deseos de la persona y por lo tanto replantear sus prioridades, que muchas veces no son ganar más dinero, ni promocionar en el trabajo, sino simplemente vivir.

Por favor, de todos los que habéis leído este artículo, levantad la mano unos segundos los que os hayáis sentido identificados en algún momento, y hayáis pensado “…ojalá tuviese aquí a alguien para echarme una mano…” pues para eso está un Coach…pero para que “la mano te la eches tú” que eres quien sabe cómo eres, qué quieres, y cómo lo puedes conseguir…el coach estará a tu lado…pero no lo hará por ti.

Autor Esteban J. Larreta

www.larretacoach.eu

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