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Un líder que reconoce la importancia de las personas en su totalidad pone énfasis, tanto en la tarea que realizan como en su desarrollo como individuos y -al mismo tiempo- asume una responsabilidad por lo que le sucede a esa persona durante este proceso: si está progresando en su trabajo; si la tarea se hace como corresponde; si las herramientas son las correctas; si posee el entrenamiento adecuado para que haga bien su trabajo y si se siente a gusto haciéndolo.

Es decir, cuando un líder delega un tarea, procurará prestar tanta atención a la persona como a la tarea y más aún: cuando el líder se concentra en la relación con esa persona y procura asegurar un ambiente de confianza, participación, desarrollo, sinergia y dedicación, la delegación adquiere otro significado y se denomina: Facultamiento. Este proceso es un trabajo en sí mismo. ¿O acaso alguien piensa que delegar, es sinónimo de no trabajar?. Delegar, o mejor aún, Facultar… es “otro trabajo”.

Las tareas del líder a la hora de “dar tarea”

Identificamos cuatro conductas y tareas que todo líder debe realizar al momento de iniciar un proceso de delegación de trabajo con un ayudante:

1) Desarrollar Credibilidad Personal: Las personas quieren creer en sus líderes. Quieren tener fe y confianza en ellos como  personas. Quieren saber que su palabra puede ser creída, que están personalmente emocionados y entusiasmados con la dirección en la que avanzan y que poseen los conocimientos y las habilidades para liderar.

El primer paso para lograr credibilidad en el liderazgo, es la claridad de los valores personales. Aquellos líderes que son más claros respecto a sus valores son los más comprometidos con las metas y los objetivos. Para ser creíbles, los líderes deben saber quiénes son y qué defienden. Deben articular un conjunto claro de principios. Mientras más se conozcan a sí mismos, mejor podrán alinear sus palabras con sus actos.

2) Compartir la información: A pesar de ser tan obvio y casi axiomático, uno de los impedimentos más comunes en la delegación es no tener conocimiento de todas las opciones. Esto sucede ya sea por no tener toda la información, o por las políticas o hábitos organizacionales de monopolio de información. Todos los integrantes de un equipo necesitan tener acceso a TODA la información, los conocimientos y las destrezas necesarias para cumplir oportuna y efectivamente las tareas encomendadas.

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Contar con información justa y completa permite a los colaboradores ir mas allá de la ejecución de la tarea, para solucionar problemas mayores y más complejos, detectando sutiles relaciones y consecuencias no consideradas.

3) Alentar la Participación: El liderazgo no es un lugar, es un proceso que utilizan personas de todo tipo cuando despiertan lo mejor en sí mismas… y en otros. Quienes despiertan lo mejor en otros son aquellos que fijan un conjunto realista -pero exigente- de metas y desarrollan los talentos de otras personas.

Cuando todos se comportan como líderes (cuando todos desafían; inspiran; posibilitan; modelan y alientan) el compromiso es mucho mayor y el éxito más probable. En organizaciones de alto desempeño, todos saben que el liderazgo es esperado y recompensado en todos los niveles y que todas las personas son responsables de hacer que ocurran los resultados esperados.

Los logros más extraordinarios nunca ocurren sin la participación activa y el apoyo de muchas personas. Si la meta es un desempeño superior, lo mejor es apostar por la cooperación y tomar decisiones de manera compartida.

4) Preocuparse por los demás: No damos lo mejor de nosotros cuando estamos aislados. No logramos cosas extraordinarias trabajando solos, sin apoyo, sin aliento y sin la ayuda de los demás. “No me importa si le agrado a la gente, sólo quiero que me respeten”. Tonterías! En el corazón del liderazgo hay cuidado y preocupación auténticos por las personas.

Cuando las personas trabajan con líderes que se preocupan por ellas y que las alientan, se sienten mejor con sí mismas. Su auto-estima se eleva. Estos líderes liberan el espíritu de las personas, las inspiran a ser más de lo que alguna vez pensaron posible. Y esa, puede ser nuestra misión más importante como líderes.

Cuando un líder se dedica a los demás y les ayuda auto-corregirse y desarrollarse, les está dando un valor.
Es este sentimiento de sentirse valorado lo que crea el ambiente que promueve el crecimiento en la gente, y que produce mejores resultados en toda la organización.

Fuente: El Club de la Efectividad

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