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Alguna vez ha construído una casa? Si su respuesta es no, seguramente habrá visto hacerlo.
Al principio, parece que nada estuviera pasando… La preparación del sitio, la excavación y los cimientos parecen llevar largo tiempo y el progreso es apenas notable. Luego, empiezan a aparecer las paredes y entonces las cosas parecen asumir un ritmo más rápido.
Es verdad que la erección de las paredes y el techo sucede rápidamente. La forma de la nueva estructura parece más familiar y uno encuentra más “consistencia” en el proyecto. El progreso es más remarcable… pero las apariencias podrían estar engañándonos.
El trabajo requerido para los cimientos puede que no sea demasiado “sexy”, o puede no mostrar un rápido progreso como lo hacen las paredes; pero todos sabemos que es necesario. Simplemente imagine qué sucedería, si empezáramos a levantar paredes y vigas apoyándonos en la tierra Sería algo tonto ¿no es cierto? Ninguno de nosotros pensaría en construir su casa, sin construir primero un firme cimiento.
Sin embargo todavía, vemos las vidas de personas -e incluso de enormes compañías- construídas con pequeños (o ningún) cimiento. En la prisa de hacer que las cosas sucedan rápidamente, o de crear productos y transformarlos inmediatamente en ganancias, construyen cimientos débiles.
En los últimos años hemos visto las miles de punto.com que se desvanecieron, sin importar el lugar del mundo donde se hallaban. Se pusieron de pie rápidamente (como una casa, con techo y paredes). Las cosas sucedieron tan rápido en el final de los noventa, que nadie parecía preocuparse por ver si había algún tipo de cimiento sustentando estas estructuras. Aún hoy, casos como el de Enron -o más recientemente el de Worldcom- nos muestran cómo, empresas que parecen sumamente grandes y bien establecidas pueden desplomarse por tener cimientos débiles… fundaciones débiles.
Las fundaciones de las que hablo, tanto para las personas como para las compañías, son sus valores y propósitos.
Quienes hemos redactado nuestro “Enunciado de Misión Personal” no hemos encontrado la tarea fácil. Nadie nos prometió que lo sería… Pero “llenarnos de polvo” para sumergirnos en la construcción personal y asegurarnos así que las fundaciones son sólidas, tampoco es dramático. Simplemente vale la pena… Y la palabra “vale” cobra aquí todo su sentido.
Clarificando nuestros valores, sabiendo quiénes somos, qué nos importa realmente y lo que deseamos hacer, podemos tener algo que se ponga de pie firmemente. Podemos construir el fruto de nuestro esfuerzo sobre una base sólida.
Este proceso nos hace más fácil el tomar decisiones, porque tenemos una estructura para poder evaluar nuestras decisiones. También ahorramos tiempo, porque podemos enfocarnos en aquello que realmente importa; sin perderlo persiguiendo cosas que no sirven a nuestro propósito. Tenemos una claridad y un poder que son “tangibles”, podemos sentirlos. Y, en el proceso, podemos “atraer” el éxito en lugar de perseguirlo.
No solamente nos conocemos mejor, sino que posibilitamos que otros nos conozcan. Nos hacemos conocidos por nuestros valores y nuestro propósito. Es parte de nuestra identidad. En el caso de una compañía, se transforma en el ADN corporativo: en su razón de ser.
Sí, a veces puede parecer lento y no siempre podemos ver un rápido progreso… pero construir una fundación firme de valores y propósito nos proveerá el apoyo que necesitamos, para lograr el éxito real y duradero.
Fuente Club de la Efectividad
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