La clave del pensamiento creativo reside en plantear correctamente el problema. Luego convertir ese problema en un desafío; casi todas las ideas creativas son soluciones potenciales a un problema.
La teoría de la relatividad de Einstein se basaba en solucionar la discrepancia entre la física y el electromagnetismo. Los post-it aparecieron en un intento por reutilizar la cola poco efectiva. Picasso accedió al cubismo en un intento por resolver la tridimensionalidad y convertirla en bidimensional.
Un problema convertido en desafío y bien planteado es el comienzo del pensamiento creativo.
De no hacerlo puede suceder que comencemos a generar brillantes ideas para resolver el problema erróneo que se convertiran en soluciones poco deseables.
Un ejemplo:
Una mujer que trabaja por cuenta propia va de compras y encuentra un vestido que le agrada. Piensa que sería perfecto para una ocasión en la que espera impresionar a unos clientes. Pero el vestido es muy caro.
Si piensa”¿cómo puedo generar el dinero necesario para comprarlo? ” puede que se le ocurran muchas ideas interesantes y útiles.
Pero la verdad es que el problema no tiene nada que ver con el vestido. El problema es que necesita desarrollar nuevos emprendimientos y una de las posibilidades es conseguir nuevos clientes. Usar un vestido valioso en una recepción puede servirle. El planteamiento correcto del problema pasa por pensar en como desarrollar nuevas líneas de negocio, donde están las falencias actuales y sobre todo ¿debería continuar en este negocio? ¿son estos clientes realmente importantes para crecer?
La última pregunta convertida en desafío sería: ¿Cómo ofrecer a los clientes actuales nuevos productos? ¿Cómo puedo desarrollar esos nuevos productos?
En muchos casos se actúa como en el ejemplo anterior, sin analizar si el problema es el central o quizás debiéramos replantearlo para convertirlo en un desafío.
Hablando de estrategias creativas, la mejor forma de comenzar a trabajar en el tema es colocar el problema en el centro de una hoja de papel en blanco. Luego es bueno deshacer el problema mediante
¿ Por qué esto es un problema para mí?
¿Qué lo causa?
¿Qué está detrás de él?
¿Que otros temas se relacionan con él?
Preguntarse ¿POR QUE? hasta que no haya más por qués que uno mismo pueda responder. Cada respuesta irá escrita en un papel. A estas alturas el corazón del problema quedará al descubierto y estaremos frente al verdadero problema.
El siguiente paso es convertir ese gran problema central en un desafío, breve y simple, escalonado. Un desafío suele comenzar con la frase:
“¿De que forma puedo/odemos….?”
“¿Que clase de…..puedo/odemos….?”
Mantener los desafíos en el nivel manejable y simple es la clave.
Evitar:
Cuando el desafío está planteado será mucho más facil comenzar la tormenta de ideas que lo solucionarían.
Luego:
Por último: escuchar a Bach, leer libros, ejercitar la mente continuamente; la mente como el cuerpo necesitan entrenamiento, hablar, argumentar, discutir también es una forma de mantenerse alerta, pero puntualicemos: argumentar acerca de política o cine hace que las neuronas funcionen, generar un altercado sobre quién lavará los platos es claro que no.-
Nuestra experiencia en talleres de coaching para aumentar la creatividad nos permite concluir que todos somos siempre expertos en algo.
Un grupo de creatividad es una forma de entrenamiento que permite compartir experiencias sobre aspectos de cada uno que pueden modificarse, incrementar actividades, encontrar oportunidades de negocio, el coaching en este caso simplemente permite encontrar las alternativas y orientar hacia metas que tengan sentido y que no han sido consideradas hasta ese momento.-
Autor Jeffrey Baumgartner: www.jobs.com
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