El equipo es ese extraño personaje que vive en el vestuario pero que casi nadie lo ha visto. Todos hablan bien de él. Es el más importante. Dicen de él que de su mano los profesionales llegan al éxito. Todos apelan a él cuando surgen las dificultades. Sin embargo, se le tiene bastante ignorado en el quehacer del día a día. Suele pesar más el interés individual que el bien del equipo.
Es necesario profundizar en el conocimiento de este ilustre personaje, el equipo, un tanto desconocido y enigmático. ¿Qué diferencias existen entre un grupo y un equipo? El grupo tiene entidad propia. Es una realidad diferente de los individuos, entrenador, técnicos y jugadores. El grupo tiene su vida propia. Tiene su personalidad, sus estados de ánimo, sus motivaciones, sus conflictos internos… Crece y se desarrolla. Puede alcanzar su madurez o plenitud como grupo cuando entre sus miembros surge la cohesión interna. Esta característica diferencia a un grupo de un equipo. Grupos hay muchos, equipos muy pocos.
Construir la cohesión interna requiere de conocimientos y recursos técnicos de lo que se conoce como una “Ingeniería grupal”. No basta la buena voluntad y la inquietud de todos los miembros de un grupo por trabajar en equipo. Debe ser un proceso largo, planificado, que se va desarrollando temporada tras temporada. Es un proceso que implica la coordinación de los responsables del club, del entrenador y de los propios futbolistas.
Este trabajo de construir el equipo requiere de la acción de todos los miembros del grupo, pero es necesario el protagonismo de diferentes personas con gran poder de influencia sobre el resto, entrenador y capitanes. El liderazgo del equipo es clave para que éste funcione como tal. Grupos con problemas de liderazgo nunca llegan a funcionar como un auténtico equipo. La dirección de los equipos humanos ha sufrido una evolución muy grande. Ya no se habla tanto de dirigir como de liderar. ¿Qué se entiende por liderar?
Cohesión interna
Los entrenadores son conscientes de la importancia de que el grupo funcione en el terreno de juego y en el vestuario como un auténtico equipo. La característica que define a los equipos es la cohesión interna entre sus miembros. ¿Qué es la cohesión? ¿En qué consiste? ¿Cuándo se puede hablar de que un grupo logra la cohesión interna?
Cohesión interna:
La cohesión de equipo ha sido definida por Carron (1982) como un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a unirse y permanecer unido en busca de unos determinados objetivos. La escasa investigación realizada en relación con el rendimiento deportivo, sugiere, en líneas generales, una relación positiva entre la cohesión de equipo y el éxito deportivo en los deportes que requieren cooperación (Widmeyer et al. 1992) (aunque como señala Brawley (1990) la investigación no aclara suficientemente si la cohesión es causa o efecto), a diferencia de lo observado cuando la cooperación no es necesaria, con estudios como el de Landers y Luenchen (1974) con equipos de bolos, en los que incluso se ha encontrado que el rendimiento más elevado se produce cuando la cohesión es baja (Brawley, 1990). Se ha observado asimismo, una relación positiva entre la cohesión de equipo y otras variables del funcionamiento del grupo que podrían afectar su rendimiento; entre ellas, un mayor esfuerzo del grupo hacia la consecución de las metas colectivas, un absentismo laboral menor y una mayor puntualidad, una mayor satisfacción personal de los componentes del equipo y una mayor estabilidad de la estructura y la organización del grupo (Widmeyer et al. 1992).
A pesar de que el reducido número de estudios realizados y las deficiencias metodológicas de éstos no permiten más que especular y plantear hipótesis, las diferencias halladas en función de la necesidad de cooperación parecen sugerir la importancia de la cohesión elevada en momentos en los que la motivación por los objetivos comunes, la percepción de auto-eficacia colectiva y la satisfacción de los componentes del grupo dentro de éste (el ambiente de equipo) deban predominar sobre variables personales (ej. Antes de una competición importante), mientras que un cierto grado de tensión intragrupo o baja cohesión pueden resultar beneficiosas ante determinadas tareas en las que, con la intención de incrementar el rendimiento individual, el reto personal deba predominar sobre las variables grupales. En esta línea, en los deportes de cooperación, la apropiada interacción entre estos dos apartados, uno más centrado en la cohesión del grupo, que debe predominar casi siempre, y otro más orientado al rendimiento personal, que debe utilizarse más ocasionalmente, debería beneficiar el rendimiento colectivo a medio-largo plazo (ej. en el período, como mínimo, de una temporada), siendo muy conveniente que el desequilibrio que se produzca cuando se acentúe uno de estos apartados se encuentre compensado por el buen trabajo realizado, anteriormente, cuando se haya acentuado el otro.
Asimismo, en la línea que señala Carron (1988), parece muy conveniente la distinción entre la dimensión social y la dimensión deportivo/competitiva (en relación a la tarea) de la cohesión. Ambas serán importantes cuando lo colectivo deba prevalecer sobre lo individual, pero sobre todo la cohesión respecto a la tarea deportiva. Además, el exceso de cohesión social es el que, sobre todo, parece relacionado con el acomodamiento perjudicial de los deportistas al grupo, en detrimento de su aportación deportiva individual y de la propia cohesión deportivo/competitiva. Esta, en general, debería predominar siempre sobre la cohesión social en equipos de deportes de cooperación orientados al rendimiento en la competición.
¿Cómo se traduce la cohesión en la dinámica interna del grupo? ¿Qué efectos tiene la cohesión interna sobre el grupo y sus miembros, sobre la relación entre ellos, o sobre su trabajo por los objetivos comunes?
Cohesión y rendimiento se retroalimentan entre sí. La cohesión interna incrementa el rendimiento, lo que a su vez potencia la cohesión interna del equipo. Es peligroso esperar a que el equipo alcance la cohesión apelando exclusivamente al rendimiento, debe ser a la inversa, trabajando para alcanzar la cohesión interna será más fácil que “lleguen los resultados”.
Todos los miembros del equipo, futbolistas, entrenador y demás técnicos, están llamados a trabajar diariamente a favor de la cohesión interna.
En contraposición con un equipo cohesionado nos podemos encontrar con:
Un equipo disgregado, que es prácticamente lo mismo que una ausencia de equipo. Aquí cada miembro actúa por su cuenta, va a lo suyo, sólo le interesa su interés particular y no el del equipo. En esta situación es prácticamente imposible funcionar eficazmente.
Un equipo básicamente unido, pero con algunos de sus miembros distanciados. El líder debe tratar de acercar a los miembros alejados; si no lo hace es posible que estos vayan atrayendo a otros compañeros y al final se termine como en el caso anterior.
Características que acompañan a la cohesión
Enemigos de la cohesión interna
Conviene tener muy presente cuáles son los obstáculos que dificultan o impiden que un grupo logre funcionar como un equipo cohesionado
Factores que influyen en la cohesión
La cohesión de un equipo depende de muchos factores:
De su propia composición: si ha habido una selección de personas preparadas, entregadas, de gente que sabe trabajar en grupo. Lo contrario ocurre si es un equipo donde prima el individualismo, formado por gente de difícil convivencia (en este caso, difícilmente se va a poder conseguir un equipo unido).
Es importante contar dentro del equipo con gente que genere buen ambiente, gente positiva, colaboradora, generosa. A veces puede resultar preferible contar con un profesional con estas actitudes, aunque sea menos brillante, que con otro muy competitivo pero con un carácter complicado.
Una sola persona conflictiva dentro del equipo puede ser suficiente para cargarse el ambiente de trabajo.
En la formación del equipo hay que cuidar con detalle este aspecto pero aún así puede haber sorpresas y entrar a formar parte del mismo, personas conflictivas.
En este caso el líder debe actuar con contundencia y atajar de raíz este problema, apartando a dicha persona.
De su tamaño: por regla general los equipos pequeños tienden a estar más cohesionados que los grandes, aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de constituir un equipo, tratando de que su tamaño sea lo más ajustado posible.
Del carisma del líder: si cuenta con una personalidad atractiva que consigue ganarse la adhesión de sus compañeros tendrá ya buena parte del camino recorrido.
Del proyecto asignado: si se trata de un trabajo interesante, exigente, motivador, es fácil que la gente se vuelque en el mismo. Si por el contrario, se trata de un proyecto gris, con poco atractivo, de escaso interés, es difícil que la gente se identifique con el equipo y más bien trate de salir del mismo a la menor oportunidad.
Del ambiente de trabajo: si es un ambiente agradable, de respeto, donde se fomente la participación, donde exista comunicación, donde se reconozcan los méritos, donde la gente se pueda realizar profesionalmente.
Algún éxito inicial, aunque sea pequeño, también ayuda a cohesionar al grupo: ver que forman un equipo competente, capaz de alcanzar las metas propuestas.
La cohesión del equipo es más fácil que exista mientras que las cosas marchan bien, el problema se presenta cuando aparecen las dificultades (el trabajo no avanza, el equipo es cuestionado desde fuera, etc.).
Según como el equipo encare estas dificultades su cohesión interna puede aumentar o por el contrario se puede ver dañada.
Si ante una dificultad (ya afecte al equipo en su conjunto o a un miembro determinado) los miembros del equipo hacen causa común, se involucran, tratan de encontrar una solución, evitan las críticas internas y se apoya al miembro afectado, la cohesión del equipo aumentará.
Si por el contrario, ante una dificultad la gente se desentiende, arrecian las críticas hacia el miembro responsable, se busca “cortar cabezas”, la cohesión del equipo quedará muy dañada.
Construir la cohesión interna
Pocos son los equipos que funcionan como tales. Muchos no pasan de ser grupos de futbolistas, que comparten una actividad profesional y unos objetivos comunes, dirigidos por un entrenador. Pero no es fácil lograr en ellos un sentimiento común, una complicidad, que les lleve a trabajar juntos y afrontar las dificultades de forma cohesionada.
Se da mucha importancia al trabajo en equipo pero en los vestuarios aún hay escasa ingeniería para la construcción de la cohesión interna, que lo facilita. Entrenador, futbolistas y responsables de los clubes están llamados a potenciar la cultura de trabajo en equipo. En un futuro próximo, de penuria económica, las diferencias pueden venir marcadas por la optimización de los recursos humanos de los equipos, en concreto por la implantación de la cultura de trabajo en equipo.
Lograr la cohesión interna en un grupo, conseguir que trabaje como un auténtico equipo, es un proceso largo y laborioso, no exento de dificultades. Es un proceso que se concreta en un trabajo específico a realizar en el día a día. También es un proceso que requiere tiempo. La cohesión no se logra de una semana para otra, es un objetivo a medio y largo plazo. Se puede ir logrando cuando la temporada ya está avanzada y se va mejorando temporada a temporada.
La calidad y el talento individual se pueden fichar, la cohesión se construye. No hay dinero con el que poder comprar la cohesión interna. Ésta es el resultado del trabajo de todos los integrantes del equipo, dirigido y coordinado por el entrenador.
A continuación, se ofrecen sugerencias y propuestas para recorrer el itinerario que hay entre el momento en que los integrantes del grupo entran en contacto por vez primera, nacimiento del grupo, hasta que logran funcionar como un equipo realmente cohesionado, madurez del grupo. Son como piedras que van dando forma a una auténtica pared de sentimiento común de necesidad de apoyo mutuo y de permanecer juntos para lograr unos objetivos comunes. Las sugerencias van dirigidas a todos los integrantes del equipo, entrenador, futbolistas y Club. La cohesión interna es responsabilidad de todos.
Autor Oscar González Figueiras figo_dido@hotmail.com