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Hoy toca cocinar. Algo cotidiano, nutritivo y saludable y que, sin embargo, por alguna razón, cuesta empezar, aunque sepamos que no puede faltar en nuestra dieta de familia empresaria..

Fundamental no olvidarme de ningún ingrediente, que luego el plato no es lo que esperamos, y no nos deja buen sabor de boca….Vamos a preparar un relevo generacional que mantenga a la familia unida y comprometida con el proyecto empresarial común, y que ayude a hacer viable la empresa en la próxima generación, preservando el patrimonio que tanto esfuerzo nos ha costado. Tengamos a mano los ingredientes:

Cariño: Indispensable. No puede faltar. Sólo el afecto del verdadero consigue superar las tensiones y que pese más lo que nos une que lo que nos separa.

Concurso de ambas generaciones: Planificar un relevo o preparar un protocolo sin la participación de todas las generaciones afectadas está condenado al fracaso. A la generación excluida, ya sea la cedente o la sucesora, se le atragantará el plato, o incluso se puede negar a probarlo si no ha sido parte en la elaboración.

Confianza: Otro ingrediente esencial, al que sustenta la transparencia. Es tener fe en que sí se puede lograr. No olvidemos que además se retroalimenta. La confianza genera confianza, y la desconfianza se paga con una aún mayor desconfianza, en un círculo vicioso en este último caso que no presagia nada bueno……

Comunicación: Es la base de todo, como la masa en la pizza. Una comunicación fluida que permita hablar, de forma asertiva, constructiva y leal, de cualquier tema, por sensible que sea, es el mejor seguro de vida que puede tener una empresa familiar.

Capacidad (de escucha, de empatía, de colaborar mutuamente y remar en la misma dirección, de ser generoso, de autocrítica para aprender de los errores y corregirlos, y de reconocerse mutuamente lo que se hace bien…)

Cabeza: Sentido común e inteligencia. Si se está planificando el relevo es porque ambos ingredientes se han dado en la dosis necesaria en el pasado, por lo que es de esperar que sigan aderezando nuestra receta en el futuro.

Corazón: Pasión por lo que se hace y sentimiento y bondad para sacar a relucir lo mejor de nosotros mismos.

Cintura: Flexibilidad y arte para valorar y negociar soluciones de consenso.

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Complementariedad: Cuanto más complementarios resulten los equipos, las personalidades y las generaciones, mayores posibilidades de éxito.

Cimientos: Han de ser sólidos, y nada más sólido que los valores compartidos, que conforman el sentido del legado que se quiere preservar y transmitir. Además, hay que conseguir que nuestra ventaja competitiva siga siendo sostenible. Si no lo es, toca reinventarse para encontrar otra que sí lo sea.

Complicidad: Es el guiño que permite disfrutar con sinceridad de los logros ajenos y arrimar el hombro cuando de asumir retos se trata.

Comprensión: Disposición para entender los sentimientos, ilusiones, temores y expectativas del otro.

Cambio y continuidad: Son dos caras de la misma moneda, y necesitamos ambas en nuestra receta. Buscamos la continuidad de la empresa y de la familia empresaria, lo que implica necesariamente asumir cambios, y este es un esfuerzo y una actitud que se requiere para toda la vida.

Compartir: Hay que saber compartir una visión común, un sueño, que también irá evolucionando…. y adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia.

Crecimiento: Afrontar la nueva etapa nos hará crecer como personas, como familia empresaria y, si el enfoque es el correcto, también como empresa.

Consenso: Alcanzarlo, después de una reflexión y un debate sincero e intenso, apuntala el resultado y refuerza el próximo ingrediente.

Compromiso: Pero auténtico, que aquí no valen los sucedáneos o versiones “light”. Es labor de todos involucrarse a tope en el éxito de la nueva etapa. De nada sirve acertar en el diagnóstico y en el tratamiento si luego no se cumple.

¿Crees que me han faltado ingredientes? Seguro que tú puedes ayudarme a enriquecer la receta (empiecen o no empiecen por c). De los de la c termino con uno que, reconozcámoslo, también se necesita. Coraje, porque todo esto da un poco de vértigo y es normal, pero, como decía Séneca “no nos falta valor para afrontar ciertas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque nos falta valor para afrontarlas”. Vaya, si estás leyendo esto, es porque has llegado hasta el final del post.¡Gracias! Quizás me digas que el título era engañoso, y prometía una receta más picante… ponle tú la expresión castiza si quieres, que ese ingrediente tampoco sobra. Espero impaciente vuestro toque personal a esta receta. Bon appetit!!

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Bitacora de Julia Téllez

http://www.laempresafamiliar.com/comunidad/blogs/julia-tellez/

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