Desde hace dos siglos el cobre, siendo un excelente conductor, conduce la historia de La Farga Lacambra, que solamente durante un corto periodo de tiempo ha estado alejada de su reconocido carácter familiar.

Conseguir a superar los obstáculos que impone la transición generacional y llegar a ser una empresa centenaria es el reto de todas las empresas familiares. Una de ellas es La Farga Lacambra que, desde su fundación en 1808, solo durante un corto periodo de tiempo ha estado alejada de su reconocido carácter familiar. 

Cuando, durante los años ochenta del siglo pasado, la empresa afrontó un periodo de dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos impulsados por la liberalización de los mercados, la compañía experimentó la imposibilidad de obtener créditos y materia prima, la familia propietaria decidió encargar la gestión al bufete de abogados Castejón y Asociados que les asesoraba. 

Poco después, la familia Lacambra tuvo que tomar una decisión importante: formalizar la quiebra de la empresa o proceder a su liquidación con todas las consecuencias que esto suponía para los 280 empleados. El peso de la responsabilidad por el patrimonio prevaleció y la familia optó por la continuidad de la compañía otorgando poderes de gestión al bufete Castejón y Asociados. El informe elaborado por Oriol Guixá ponía en evidencia que la empresa podría salir adelante y la evaluación de Vicente Fisas apuntaba a que esto sería posible independizando la propiedad de la empresa. Los socios a través de La Farga Lacambra S.A. constituida en 1980, tras la muerte de Francesc Lacambra compran la fábrica a la familia Lacambra. 

“La familia puede ser la ilusión adicional para seguir creciendo” 

En 2001, tras dos décadas de gestión del bufete Castejón y Asociados, dos socios se desvincularon de le compañía y Vicenç Fisas y Oriol Guixa, se convirtieron en propietarios. Yerno y suegro, devolvieron de esta forma el carácter familiar a la empresa centenaria. 

200 aniversario 

El pasado día 1 de octubre La Farga Lacambra Group celebró su bicentenario. En la inauguración del acto Antonio Gallardo, presidente de la Asociación Catalana de la Empresa Familiar, identificó dos tipos de empresas centenarias; las pequeñas que siguen siendo pequeñas, como por ejemplo talleres y bodegas, y por el otro lado las grandes empresas que han ido evolucionando lideradas por las familias en lugar de repartir el patrimonio se juntaban para comenzar un negocio nuevo para superar los cambios de ciclo. Gallardo también enfatizó que será cada vez más difícil conseguir perdurar durante siglos porque la evolución de los mercados son muy rápidas. 

A continuación Vicenç Fisas, el presidente de La Farga Lacambra Group expresó su satisfacción personal por poder celebrar “un homenaje a las empresas centenarias que han sabido adaptarse a las necesidades del mercado y gracias a ello han sobrevivido”. En su caso la clave ha sido la apuesta por diversificación y crecimiento. 

“La familia puede ser la ilusión adicional para seguir creciendo”, afirmó Ramón Santos, de Pricewaterhouse Coopers, nombrando la voluntad de continuidad como el ingrediente fundamental para llegar a ser una empresa familiar. El socio-abogado de PWC lo ilustró explicando el caso de un empresario soltero y sin hijos, que creó una empresa de éxito pero no pudo conseguir la financiación porque los posibles socios no querían invertir dado que no veían clara la continuidad. 

La mesa redonda que reunió cinco miembros de las empresas familiares centenarias y conducida por el profesor Joan Roure de IESE centró la jornada. Los invitados fueron Ramón Sagelés de la empresa de transportes Sagalés; Vicenç Fisas, de La Farga Lacambra; Magí Raventós, de Codorniu; Chon Gómez, Gonzales Byass y Carles Sanmarti de Pastes Sanmartí. 

“¿Cómo es que nosotros duramos tanto?”, decía Ramón Segalés, la 11ª generación familiar, confesando que desde pequeño se hacía esta pregunta. Ya en 1650 los primeros Sagalés transportaban con carros y caballos hielo desde las montañas hasta los hoteles de Barcelona. Actualmente está gestionada por la 11ª generación familiar, da empleo a 650 personas y 450 autobuses. 

En el caso de “Codorniú” la empresa familiar más antigua de España, fundada en 1551, la respuesta a la pregunta de Sagalés sería que “cada generación tenía que asumir riesgos”, según explicó Magí Raventós. Sumándose a las recetas para la longevidad la directora general de Gonzalez Byass destacó que la clave es “Que la gente se sienta integrada”. “Tener la clientela fiel” sería otro ingrediente secreto ofrecido por el miembro de la 8ª generación de Pastes Sanmartí. Finalmente, Vicenç Fisas acentuó la importancia de “diversificar el producto y los clientes”. 

“Cuando la cosa se complica es en la tercera generación” 

A pesar de que a primera vista las claves parecen diferentes, las cinco empresas tienen una cosa en común; supieron gestionar la familia. “Cuando la cosa se complica es en la tercera generación” resaltó Magí Raventós “Es cuando empieza a costar mucho tomar decisiones pero compartiendo la información se supera”. La directora general de Gonzales Byass destacó que “hubo una idea muy buena en la 4ª generación cuando se decidió que ningún miembro podría ser director general de la empresa”. También se ha enfatizada la importancia de la integración de los trabajadores al proyecto familiar. En el caso de La Farga Lacambra su apoyo fue de crucial importancia para la continuidad de la empresa ya que los trabajadores se sentían vinculados a la fábrica.

Autor Boris Matijas   laempresafamiliar.com

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