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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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En estas líneas nos referimos a los emprendedores con mayúsculas, aquellos que, con un mínimo de capital o a veces sin él,- hipotecando sus bienes personales-, con formación escasa, al menos en lo necesario para ser empresario, se lanzan por motivaciones diferentes a la arena del mundo empresarial. Entendemos que aquellos que cuentan con respaldo financiero suficiente, disponen o pueden disponer de los medios materiales y humanos necesarios para afrontar el reto con mayor garantía de éxito.

Las motivaciones de las que hablábamos en el párrafo anterior podríamos clasificarlas en : voluntarias, como el caso de alguien que pudiendo trabajar por cuenta ajena, decide ser su propio jefe; y forzosas, cuando esta vía aparece como la única salida posible tras, por ejemplo, un despido.

Emprender no es tarea fácil y cometer errores es lo más normal en esos primeros momentos en los que un cuaderno y un bolígrafo, o un ordenador personal serán las herramientas más adecuadas para desarrollar los esquemas generales del proyecto, las fases de ejecución y los aspectos a tener en cuenta en cada una de ellas.

Sin embargo, algo a priori tan básico como es ese esquema, aunque sea rudimentario, no siempre es realizado por el emprendedor. El plan de negocio queda relegado porque en muchas ocasiones la fase creativa del proyecto come el terreno a la fase racional. Intentaremos explicar el por qué de esta afirmación.

Cuando una persona tiene una idea de negocio y la desarrolla pasa en muchas ocasiones por un estado de optimismo y excitación, gracias al cual acumula la energía necesaria para empezar con los trámites y gestiones previos a la iniciación de la actividad. En esa fase es muy corriente confundir la proyección que en nuestra mente se hace de la empresa,- funcionamiento y evolución deseada-, con la que en nuestro mundo competitivo y real efectivamente se producirá.

En la fase de gestación de la idea nuestra mente debe ser positiva con el proyecto que, bien obligatoria o voluntariamente, vamos a realizar pues de otra manera no empezaríamos; nadie monta una empresa queriendo arruinarse. En esos momentos nuestro optimismo es contagioso y estamos en condición de poder convencer a cualquiera de la bondad de nuestra idea, lo cual nos puede venir muy bien para encontrar inversores, aunque sean familiares, encontrar apoyo de amigos, socios, futuros empleados, etc. Esto es positivo y ese positivismo puede darnos mayor energía para seguir adelante y levantarnos cada día sabiendo que estamos construyendo algo nuevo, ayudando al nacimiento de un nuevo ser que va a necesitar de nosotros en un ciento por ciento.

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Pero mantenernos en ese estado puede no ser bueno para el proyecto de nueva empresa, ya que ésta necesita de un alto componente de capacidad de crítica y de pesimismo para no bajar del cielo a la tierra en el momento más delicado del proceso, cuando es ya demasiado tarde. Por tanto, antes de emprender necesitamos saber que además de la creatividad necesaria para parir y desarrollar una idea de negocio, necesitamos ser totalmente conscientes de que debemos prever, además de las fortalezas, oportunidades y ventajas, los inconvenientes, los problemas, las debilidades y amenazas que tenemos o podemos tener.

Elaborar un plan de negocio nos ayudará a ello pero, obviamente, debemos ser realistas, o incluso pesimistas en las previsiones, sobre todo si somos emprendedores con obligaciones familiares y/o problemas económicos. Cuando las disponibilidades de tiempo y/o dinero del emprendedor son reducidas más que elaborar un plan de negocio deberíamos realizar un diagnóstico racional y real de los escenarios que nos podemos encontrar y, en función del mismo, trazar una estrategia.

Las únicas cifras reales de que disponemos son el capital inicial con que contamos, ya que el resto de datos, tanto monetarios como temporales, suelen variar en nuestra contra. A saber:

Los gastos de reforma o adecuación de locales, oficinas o naves suelen ser superiores a los presupuestados y el tiempo de ejecución superior al previsto, lo cual retrasa también el comienzo de actividades y la posibilidad de obtener ingresos.

Los gastos de selección y reclutamiento de personal, y los plazos para la configuración de una plantilla estable, también suelen ser superiores a los previstos, ya que no es sencillo el encontrar los perfiles que se integren en nuestra empresa, que en la mayor parte de los casos de los que hablamos tienen un componente muy personalista, y, por tanto, adecuarse a la empresa será adecuarse al empresario.

Los gastos de personal siempre son más elevados de los previstos ya que, en muchas ocasiones, se desconocen o se conocen de forma inexacta los salarios de mercado, los convenios y los costes de seguridad social.

Las subvenciones, si llegan, lo hacen al cabo de un año y, por tanto, debemos tener previstas fuentes de financiación alternativas hasta que se materialice el importe subvencionado.

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Los ingresos rara vez son tantos como esperábamos aunque nuestro presupuesto publicitario sea alto, ya que la elevada competencia y otros factores como la coyuntura económica pueden disminuir la propensión al consumo o al gasto, en el caso de las empresas, y, además, dependiendo del producto o servicio ofertado, el período de cierre de un pedido se puede alargar.

La financiación no es sencilla. Acudir a un banco cuando se tiene el agua al cuello, nos restará capacidad de negociación y mostrará una necesidad acuciante que no favorece las concesiones, sobre todo si no se tienen bienes inmuebles o avales con los que respaldar nuestra ?idea optimista? de la evolución de la empresa.

En definitiva, conviene conocer las cosas que pueden salir mal para estar preparado, ser pesimista al inicio para afrontar los problemas con seguridad y anticipación, y obtener la ayuda de asesores de empresa que puedan aportarle sus puntos de vista, conocimientos y experiencia. Será positivo también, siempre que sea posible, demorarse más en la fase de preparación del ‘Plan’ o ‘Estrategia’ de Negocio y empezar a afrontar gastos cuando el mismo esté finalizado, – o por lo menos muy avanzado-, y algo absolutamente recomendable es dedicar un tiempo importante a la formación para ser empresario, aunque sea de forma autodidacta.

Si estamos embarcados ya en nuestra aventura y tenemos los problemas encima hay que pensar que, muchas veces, una retirada a tiempo puede ser más conveniente que empecinarse en seguir acumulando deudas y realizando esfuerzos desmedidos que no harán sino empeorar la situación tanto personal como económica.

Nada más lejos de nuestra intención al escribir este artículo que desalentar a los emprendedores o nuevos empresarios. Al contrario, nuestro objetivo es ayudarles a triunfar en sus empresas, pero para ello se necesita mucha información, formación, capacidad de trabajo y habilidad para pasar de la proyección de las ideas a su ejecución. No vale con tener una buena idea y algo de dinero, hay que aprender a emprender y merece la pena.

Autor Javier Donoso Pérez
Director – Economista-Asesor de Empresas – Improdex Desarrollo Empresarial S.L.  http://www.improdex.com  http://www.creacion-empresas.com

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Comentarios (0)

  1. Al respecto, en uno de nuestros artículos decíamos:

    “Identifique claramente su negocio. Déjese aconsejar.

    Piense en la estructura que necesita su negocio. Haga su planificación estratégica. Consiga las autorizaciones que puedan ser necesarias. Ideé su comercialización más adecuada. Externalice todo lo posible.

    Así hará que su negocio comience en el buen camino. En todo caso, deberá contar con:

    Actitud.Estrategia. Comercialización. Información. Asunción de riesgos. Mejora continua. Servicio de atención al cliente (posible). Presupuesto.Consejos. Disciplina. Formación y entrenamiento.

    Comenzar a ser empresario requiere normalmente inversión y. desde luego, el propio dinero es en gran medida el mejor”.
    Saludos
    Alberto Aguelo
    http://www.empresadehoy.com

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