Por un sueño, por una afición, por un pálpito, por un deseo… Hay muchas razones para abrir un negocio, pero en tiempos de crisis lo cierto es que es más habitual ver viejos comercios cerrados que nuevos escaparates en las calles de la ciudad. De hecho, en Miranda actualmente hay alrededor de 130 locales comerciales vacíos, sólo en la zona centro. Muchos de ellos han bajado la persiana en los últimos dos años cuando la crisis ha pegado de lleno en la ciudad. Sin embargo, todavía quedan emprendedores que sin dejarse amedrentar por la situación económica actual siguen adelante con una idea y hacen realidad el comercio de sus sueños.

En ese mismo centro urbano donde se prodigan lonjas con el cartel de ‘Se alquila’, apenas se pueden contar con los dedos de las manos los locales que han abierto sus puertas en los últimos meses. Son pocos pero los hay. De sectores variados y con historias diferentes, algunos mirandeses se han animando a abrir un negocio en este último año. Hoy conocemos a algunos de los valientes emprendedores que han decidido afrontar la situación de manera decidida, no sin dificultades, pero seguros de que al menos merece la pena probar suerte.

Lo de Marimar Pérez fue algo vocacional, parece que no concibe su vida sin trabajar en lo que siempre le ha gustado. Ella es esteticista y hace diez meses que abrió su propio centro de estética después de 18 años como asalariada. El negocio de Pepe Diez era más bien algo inevitable, que tarde o temprano tenía que abrir y hace dos meses, tal y como el mismo cuenta, «se acabaron las excusas» para no poner en marcha su pequeña tienda de venta y reparación de bicicletas. La apertura de el restaurante Al dente era «necesaria», y es que así lo cuenta Alberto Molinero que hace más de siete años que vio las posibilidades de instalar un negocio de estas características en Miranda.

Un cambio

«Esto ha sido un tema de pasiones», explica Pepe para contestar por qué decidió abrir su tienda La Bicicleteria hace a penas un par de meses en la calle Ronda del Ferrocarril. Siempre le gustó trastear con las bicicletas y ahora su vocación y su profesión van por fin de la mano. «Antes yo era contable», relata el empresario, que ahora los números los tiene que hacer en su pequeño negocio, con el que asegura que de momento no le va «nada mal».

A la que también le va bien es a Marimar, que después de diez meses al frente de su negocio de estética tiene la agenda llena de mujeres y hombres dispuestos a ponerse a punto para las fechas de calor. «El verano es la temporada alta, luego, en invierno es más difícil», comenta la empresaria, que ahora además de dedicarse a hacer lo que más le gusta tiene que tirar de la calculadora para hacer cuentas cada día. «Hay gente que dice que no es el mejor momento, pero mis amigos y mi familia me dijeron que tenía que hacerlo», comenta Marimar.

Siete años tardó Alberto en abrir el restaurante de sus sueños en Miranda. «Siempre creí que en la ciudad había un espacio para este tipo de restaurante», explica el restaurador que también dirige los fogones del Lola de Berantevilla, y que ahora compagina su tiempo al frente del restaurante de cocina italiana que desde su apertura ha levantado mucha expectación en la ciudad.

Los tres emprendedores coinciden a la hora de resaltar que, quizá, a simple vista este no parece el mejor momento para abrir un nuevo negocio. Pero tal y como dice Pepe, «las cosas se presentaron así y no puedes echarte atrás». Algo que con otras palabras comenta también Alberto: «Tú vas haciendo las cosas y bueno, han surgido así los acontecimientos; aunque estemos en época de crisis hay que seguir haciendo cosas».

Sobrevivir

«Lo bueno de todo esto es que si sobrevives ahora luego parece que todo va a ir sobre ruedas», comenta entre risas Pepe, que añade que en este momento está realizando sobre todo reparaciones de bicicletas antiguas y que poco a poco espera comenzar a vender las suyas propias. Además, el emprendedor también ha diseñado ciertas ideas para fomentar el uso de la bicicleta en la ciudad como, por ejemplo, marchas nocturnas por el monte mirandés. «También es una forma de diferenciarse de la competencia», comenta Pepe.

Por otro lado, lo cierto es que Alberto no tiene, de momento, ningún tipo de competidor. Su restaurante es el primer 100% italiano en abrirse en la ciudad. «De momento parece que a la gente le gusta, el comentario que he escuchado por la calle es muy positivo», afirma el restaurador.

Marimar ha conseguido seguir con parte de la clientela con la que trabajaba antes de abrir su propio negocio. «Acuden muchas que al enterarse de que abrí yo un centro de estética vienen. No me puedo quejar, son muy fieles y muy buenas clientas», explica la esteticista mientras que a cada momento recibe una visita o una llamada para reservar hora.

Pese a todo, asegura que ser propietaria es muy diferente, porque requiere mucha fuerza de voluntad además de pasión por el trabajo. «Los comerciales te ofrecen cosas, muchas ofertas y productos que tienes que controlarte para no comprar. Hay que ser fuerte y decir que no», comenta la empresaria, que ve que pese al esfuerzo de abrir el centro de estética hay que tener los pies en el suelo e intentar no pasarse con los gastos.

Innovación

Sin embargo, si uno se arriesga a abrir un negocio en este momento, también deben ser consciente de la necesidad de innovar para llamar a la clientela, de ofrecer algo diferente y atractivo para la gente. Alberto ha hecho una carta con pasta de todos los estilos. Lasaña, pasta seca y fresca, risotto y otros muchos platos traídos de tierras italianas. «Lo cierto es que toda la pasta es artesanal, al igual que las masas de las pizzas y las salsas», explica Molinero mientras asegura que se sienten orgulloso de la calidad de los productos que usan.

Pepe, por su parte, sigue pensando nuevos eventos que realizar para fomentar el uso de la bicicleta en la ciudad y su entorno. «Además de las marchas que ya estamos realizando casi todas las semanas, si se puede voy a crear marchas para niños por la ciudad», avanza.

Aunque parezca difícil, en un centro de estética también se puede innovar para que los clientes se sientan más cómodos. Unas velas aromáticas y un poco de incienso para darle aroma al local ayudan, pero sin duda la flexibilidad de horario de Marimar es lo que más atrae. «Yo si tengo que abrir antes para atender a una clienta que no pueda venir en mi horario por su trabajo, pues lo hago. Lo mismo que si me tengo que quedar hasta más tarde para atender a otra persona», explica. En tiempos de crisis lo mejor es estar abierto para que el negocio salga adelante.

Alberto, Pepe y Marimar son tres ejemplos, aunque hay algunos más. No son muchos, pero también es cierto que a pesar de las dificultades de financiación, del retroceso del consumo, del encarecimiento de la vida, sigue habiendo sitio para las nuevas ideas. Estos tres emprendedores mirandeses ahora tienen un duro trabajo por delante, solventar los baches del nuevo camino que han emprendido para que su negocio, tal como dice la canción, «cumpla muchos más».  

Autor A. Sequeiro / Miranda

http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Miranda/20100905/quien/dijo/miedo/crisis/DF057372-C3BD-1A0C-37EFFE563F5E0E46

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