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El hecho de no haber tenido éxito en una primera aventura empresarial no impide volver a intentarlo. La clave está en buscar el lado positivo del fracaso.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Si se aplica el refrán al mundo del trabajo por cuenta propia, el 19% de los empresarios que cerraron sus compañías en 2008 tiene en mente volver a emprender, el 2,5% está en la fase inicial de la puesta en marcha y el 14,2% ya ha superado esa etapa, de acuerdo con un estudio promovido por la Dirección General de Política de la PYME que toma los datos del Proyecto GEM España realizado por el IE Business School.

Para muchos profesionales, el hecho de no haber cosechado el éxito esperado en su primera aventura empresarial no les impide volver a intentarlo. La clave para triunfar es sencilla, pero complicada: consiste en sacar el lado positivo de los fracasos anteriores. Soraya Mayo, secretaria general de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), considera que “lo fundamental es reconocer y aprender de los errores cometidos la primera vez. Después de un fracaso de negocio, lo más importante es aceptarlo como algo natural sin desanimarse ni perder la autoestima”.En esta misma línea se muestra Ángel Colomina, director general de Incyde de las Cámaras de Comercio. “Se trata de hacer un balance de la primera experiencia para no volver a repetir equivocaciones. Especialmente de tesorería y de enfoque”.

Según María Dolores Sevillano, directora de consultoría de Tormo & Asociados, “hay que tomar nota de todo aquello que no se debe hacer, para acotar aún más si cabe los riesgos de la nueva iniciativa. Se trata de realizar un mejor análisis de la situación”.

A favor de estos emprendedores juega la experiencia adquirida y los contactos realizados en la etapa anterior. “Hacen el camino más fácil para perfilar el modelo de negocio, mantener la puerta abierta de los clientes, agilizar los trámites administrativos y ayudar en la búsqueda de las fuentes de financiación”, expone Ignacio de la Vega, profesor del IE y director del Centro Internacional de Gestión Emprendedora.

Por su parte, Mayo destaca el uso de las redes sociales. No sólo como una herramienta para utilizar esos contactos y aumentarlos, sino también como un modo de acceder a experiencias empresariales que pueden servir de guía al autónomo.

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Superar el fracaso

Aceptar el fracaso y transformarlo en conocimiento no es tarea fácil. En la cultura española las equivocaciones empresariales se penalizan y no están bien vistas, lo que aumenta el miedo y el riesgo, ya intrínseco en cualquier negocio, de los empresarios, y por eso no se atreven a emprender de nuevo.
De acuerdo con el informe antes citado, existe una pérdida de vocaciones empresariales del 64% entre aquellos que cierran sus actividades en algún momento. La razón radica en un factor psicológico: el temor al fracaso –más agudo en las culturas latinas que en las anglosajonas–. “En España las equivocaciones no se perdonan, por lo que quien no ha tenido éxito se dedica a otra cosa. En cambio, en Estados Unidos se dice que hasta la cuarta empresa no se triunfa”, explica David Alva, presidente de la Confederación Española de Jóvenes Empresarios (Ceaje).

Aunque el segundo intento tiene más probabilidades de éxito que el primero. Una nota de la Comisión Europea dice que “los empresarios que vuelven a empezar consiguen normalmente un crecimiento más rápido que los negocios recientes y sus empresas registran unos buenos índices de supervivencia cinco años después”. Colomina coincide en que “no todo sale bien a la primera. Durante esa experiencia aprendes lo que se puede aplicar en otros negocios. El éxito está más cerca en la segunda oportunidad”.

Superadas las trabas, los pasos que se deben tomar en posteriores aventuras empresariales no difieren en gran medida de los seguidos para montar el primer negocio. Según De la Vega se tiene que contar con un equipo que identifique las oportunidades, como son encontrar un hueco en el mercado o crear un producto que no existe, y hacerlas viables mediante un análisis de mercado y un modelo de negocio. Luego hay que buscar los recursos necesarios para la puesta en marcha –dinero, personas, licencia de apertura o tecnología–; y por último, gestionar todos estos elementos.

Autora  Beatriz Elías. Madrid
 
http://www.expansionyempleo.com/2010/09/03/mercado_laboral/1283530885.html

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