Muchos líderes tienen un repertorio de “motivos” para continuar en la empresa, pero ¿merece la pena?

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Muchos líderes tienen un repertorio de “motivos” para continuar en la empresa, pero ¿merece la pena?

“Esta es mi empresa, me encanta dirigirla: ¿por qué me he de retirar?”. Son muchos los fundadores de Empresas Familiares que piensan de esta manera.

Si usted es uno de esos líderes empresariales que aseguran que nunca se van a jubilar, no se preocupe. Hay muchos como usted. Al igual que otros empresarios, ha dedicado su carrera y los mejores años de su vida a construir y mantener una empresa. Lo ha hecho todo por el bien de su familia.

Dirigir una Empresa Familiar es una experiencia tan intensa y agotadora que el negocio le puede parecer como un hijo muy querido. Y se puede convertir en una obsesión tal que abandonarlo le parecería similar a dejarse morir.

Sin embargo, aunque haya tomado la firme decisión de no jubilarse, merece la pena volver a revisar el tema de vez en cuando. De la misma manera que afirmamos que tiene el derecho de hacer lo que quiera con su empresa, también tiene derecho a cambiar de opinión sobre la jubilación.

No obstante, estos derechos están vinculados a la obligación de comunicarse con los miembros de la familia y otras personas involucradas, decirles lo que piensa y darles la oportunidad de discutirlo con ellos. La comunicación constante es esencial para un proceso de transición generacional, cualquiera que sea la decisión final.

¿Por qué no se quiere retirar?

Muchos fundadores o propietarios de Empresas Familiares necesitan hacerse las siguientes preguntas: ¿por qué quiero seguir en la empresa?, ¿qué hace que no quiera retirarme? Más de un empresario podría manifestar razones de las que es consciente y ser muy sincero al respecto. Pero, más allá de la superficie, también podría haber otros motivos, que no ha sido capaz de expresar o que, sencillamente, le han pasado inadvertidos.

A continuación, enumeramos una serie de razones por las cuales los empresarios familiares no quieren retirarse. También incluimos una serie de respuestas recibidas por consultores de Empresa Familiar. Examinarlas y ver aquellas que se aplican a su caso puede ser útil para evaluar hasta qué punto es capaz de separar su identidad de la de la empresa y ver cada cosa como una entidad separada.

“Me lo paso tan bien”

Lo que realmente quieren decir los líderes que comparten esta afirmación es que no saben qué harán consigo mismos si se retiran. No han pensado de qué forma o con qué actividades podrán divertirse o encontrarle sentido a la vida más allá de la empresa. Y, si bien realmente disfrutan estando en la empresa, es posible que estén obstruyendo una transición ordenada hacia la siguiente generación.

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“No me puedo permitir el retiro”

Esta situación puede ser cierta en el caso de Empresas Familiares pequeñas. El propietario necesita seguir trabajando para mantenerse. Sin embargo, en muchas ocasiones, esta afirmación no es un reflejo de la realidad. A pesar de haber forjado un patrimonio más que suficiente, se sienten inseguros desde un punto de vista financiero o, quizás, el propietario estima que la seguridad financiera de la empresa es más importante que la propia y que no le quitará recursos a la empresa para financiar una jubilación cómoda.

“Esta empresa no será nada sin mí”

Desde el punto de vista de la organización, si no hay sucesor, algo no funciona bien. Ese no será un problema para el empresario que esencialmente ha construido y desarrollado una empresa en respuesta a sus propios deseos, necesidades o creencias sobre lo que hay que hacer. Su visión se puede resumir en: “Esta es mi empresa y lo que quede es para que mi familia se haga cargo de ello”.

Sin embargo, el propietario que no se preocupa de las necesidades de la organización no está creando una empresa. Es sólo un autónomo con muchos empleados que le apoyan en las tareas. He visto circunstancias en las cuales los “empleados” se cuentan por cientos. Con este tipo de empresarios no existe la idea de estar creando algo que va a “durar más allá de mí mismo”. Y cuando dicen, “sin mí, esto no sería nada”, lamentablemente tienen toda la razón.

¿Qué haré sin la empresa?

Si bien un propietario se puede convencer a sí mismo de que el negocio no sería nada sin él, también podría darse el caso de que sintiera que él no sería nada sin la empresa. Sus temores son la pérdida de poder, el menor prestigio en la sociedad y la pérdida de amigos y contactos que le permitía el negocio. Incluso temen perder el respeto de su propia familia “No tengo sucesor”

Como indicábamos antes, ésta puede ser una razón muy legítima para mantenerse en la empresa si repentinamente no hay un sucesor disponible debido a fallecimiento o incapacidad (o porque el sucesor cambió de idea). Esta razón le permite al actual líder ganar tiempo para hacer lo que sea necesario y encontrar el equipo de gestores que se hará cargo de la empresa. Lamentablemente, a menudo esta es sólo una excusa de los líderes cuya intención no es encontrar nuevos líderes sino mantenerse en el puesto.

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“Quiero mantener el control sobre mis hijos”

Éste es un motivo que los líderes no tienen problema en reconocer. Los empresarios y fundadores son propensos a querer tener el control, hecho que les ha ayudado en su labor de creadores y forjadores de empresas. Sin embargo, cuando tratan de dominar a sus hijos adultos mediante el control del negocio, en especial si es por su propia satisfacción, se convierte en un problema serio. Algunos empresarios camuflan este oscuro deseo con el argumento de que les preocupa que sus hijos no se lleven bien si el padre no conserva el timón.

“Me moriré si me jubilo”

Esta afirmación es una de las favoritas de aquellos empresarios ya mayores. Contarán historias sobre toda la gente que conocen que falleció a los seis meses de haberse jubilado.

No dirán nada sobre aquellos que se retiraron y que siguen vivos, en buena salud y felices.

Este comentario indica que el líder siente que realiza una actividad que le mantiene vivo y que se encarga de mantener su identidad.

“Tengo que preocuparme por mis ejecutivos (no familiares) que han sido tan leales conmigo”

Los líderes de las Empresas Familiares normalmente se preguntan qué les pasará a los directores y gerentes que les han acompañado durante tantos años, una vez que se concrete la sucesión. “Esta gente se ha preocupado por nosotros y tenemos que hacer lo mismo por ellos”, afirman muchos empresarios.

Los propietarios y los ejecutivos no familiares a menudo comparten una gran lealtad. En muchos casos, han envejecido juntos. El líder en funciones se preocupa de que si se retira y nombra como sucesor a su hijo o hija, los ejecutivos no familiares se molestarán porque se sentirán desplazados e incluso podrían abandonar la empresa porque no quieren trabajar con el “chaval” o la “chica”. También se puede dar el caso de que el fundador crea que si bien los ejecutivos no familiares trabajaron bien con él, no sucederá lo mismo con la próxima generación.

Además, en los casos en que el líder en funciones y su equipo de dirección han envejecido juntos, existe la preocupación de que todos se retirarán al mismo tiempo, con lo cual el nuevo líder tendría problemas para mantener la empresa. Ante tal situación, en lugar de planificar algunos líderes creen que lo mejor es mantenerse en el poder.

“Esta empresa es mi vida”

El mensaje oculto tras esta afirmación -quizá sin quererlo- es que abandonar la empresa significa quedarse en casa con un matrimonio que probablemente no sobrevivirá si ambos cónyuges no tienen que trabajar. Muchos empresarios se abocan a su trabajo porque carecen de otras satisfacciones en su vida, entre ellas, su cónyuge y familia. Se desviven por la empresa y ésta se convierte en una especie de “amante”.

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No se puede dejar de reconocer que la jubilación tendrá serias consecuencias en diversas áreas de la vida del empresario. En algunos casos, puede convertirse en un golpe traumático contra el sistema matrimonial y el matrimonio acaba rompiéndose. Los empresarios que creen estar en esta situación siguen trabajando porque no quieren afrontar la probabilidad de un divorcio. Esta tristeza y soledad en algunos casos son reales. Por el contrario, los empresarios afortunados que reconocen tales dificultades con anterioridad buscan la ayuda de un terapeuta familiar o un consejero matrimonial. Este tipo de problemas va más allá de la intención de este artículo, pero si la posibilidad de que tambalee el matrimonio es una razón para no realizar la sucesión en la empresa, entonces, es muy recomendable buscar ayuda.

Autor : Craig A. Aronof

 

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