Imagínate que tienes una empresa que opera en un mercado donde el negocio ofrece estrechos márgenes, con una fuerte competencia de la que no te puedes diferenciar si no es en precio y no has generado suficiente cash como para poder renovar la oferta de productos/ servicios y adaptarte a la nueva situación…

Supongo que la situación te resulta familiar. ¿Qué harías?

En la mayoría de los casos, aguantar la respiración y esperar que arrecie la tormenta. Así lo constata por ejemplo un estudio de la firma BDO que encontró que el 44% de los directivos del Reino Unido creen que el panorama económico volverá a la normalidad, es decir a las condiciones que existían antes de que empezara la crisis, durante los próximos años.

Este informe advierte sobre la urgencia de que los directivos de todo el mundo comprendan que estamos en medio de un profundo cambio, que la situación no volverá a ser la de antes, que las condiciones de una economía débil estarán presentes, por lo menos, hasta 2015, y que las empresas que quieran sobrevivir deben reinventarse para adaptar sus negocios al nuevo panorama.

Se trata de una situación común en muchas empresas que todos conocemos, y que como respuesta a esta nueva situación están ejecutando únicamente políticas de restructuración y adelgazamiento de las estructuras a fin de “capear el temporal”. Por supuesto que estas medidas, llamémosles “higiénicas”, han de llevarse a cabo. Sin lugar a dudas. En este momento y en cualquier otro, incluso en la mejor de las situaciones. No lo olvidemos nunca.

Sin embargo, lo que en general resulta más difícil, y en muchos de los casos, no porque se carezca del conocimiento del negocio, sino tan sólo porque se trata de un ejercicio poco practicado en los últimos tiempos de bonanza; es el pensar en cómo adaptarme al panorama tras el cambio. Panorama que seguramente va a requerir un nuevo enfoque en todos los aspectos, es decir, que seguramente habremos de contemplar la posibilidad de adoptar un nuevo modelo de negocios y de reevaluar todo aquello que se necesita para volver a tener un crecimiento sostenible que, posiblemente, sea mucho más bajo que el de antes.

Lo que plantea la investigación es importante no solo para la situación actual, sino para que en el futuro los directivos tengan presente la importancia de la flexibilidad y la capacidad de adaptación, que son, en últimas, habilidades fundamentales para salir fortalecidos de los tiempos de crisis. Es esencial que los directivos aprendan a transformarse a la par con el mundo para no quedarse en eras que ya no van más.

Así las cosas, solo queda decir que el futuro es de aquellos líderes visionarios que no le tengan miedo al cambio y que se atrevan a transformar sus negocios en empresas viables en el nuevo entorno económico. Aquellos líderes que bien ellos mismos o contando con colaboradores que recojan su testigo, puedan llevar a cabo esos cambios que decidirán no sólo el presente de cada empresa, sino el futuro de todas ellas en los próximos 5 a 10 años.

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