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La “esencia” de un directivo, ¿dónde se busca, cómo se encuentra, dónde se “aprende”? Una respuesta es: en los centros educativos, donde uno se forma como persona y profesional; otra respuesta, que complementa a la anterior es: en las familias, en lo que de ellas hemos aprendido todos. La responsabilidad social tiene base en las raíces familiares.

 

 

En el día a día, podemos encontrar, según nuestro criterio, directivos “buenos” o “malos”, “más o menos” comprometidos con la empresa, que “saben cómo llegar” o que “no inspiran confianza” a sus empleados…

Si nos concentramos en el tipo de directivo que queremos tener en nuestras empresas, o mejor todavía, que aspiramos a ser, definimos como “buen” directivo a esa persona que piensa por la empresa y por su gente, que tiene empatía, que al momento de tomar una decisión es capaz de pensar desde todos los puestos en los cuales la decisión va a impactar y en las consecuencias que va a generar. Más aún, la responsabilidad y el respeto por el prójimo son algunos de los criterios en los cuales se basan sus acciones.

Todo esto sin olvidarnos de que el directivo también es responsable de generar valor desde el punto de vista económico para la empresa y sus empleados.

Entonces, miramos a nuestro alrededor, y nos damos cuenta de lo importante que es hoy en día, ser personas calificadas, bien instruidas, con todas las especializaciones y estudios que nuestros cargos ameriten. Podemos afirmar que esta cualidad “técnica” está en la base de cualquier directivo, es el común denominador de las personas que nos rodean, de las personas con las cuales trabajamos, y de nosotros mismos.

Entonces, volviendo a las preguntas iniciales, ya tenemos contestada buena parte de la cuestión… es en los colegios, las universidades, en las escuelas de negocios donde nos formamos para llegar a ser el directivo “modelo” que toda empresa quiere tener en su nómina, al frente de sus negocios y operaciones.

Pero si esta cualidad consiste en algo que está disponible para todos, se supone que luego de acceder a la “capacitación técnica”, deberíamos parecernos en mayor o menor medida, en la forma de actuar, en el tipo de decisiones que tomamos.. pero esto no es asi en la realidad.

Debemos rescatar la importancia que tuvieron nuestros padres en nuestra formación, a través de las palabras transmitidas, pero sobre todo a través del ejemplo.

Por eso creo que la respuesta no termina ahí, hay que buscar un poco más profundo, y encontrar el punto que nos hace diferentes. O dicho de otra manera, qué tienen en común esas personas por las cuales sentimos cierto tipo de “admiración”, esas personas que a través de su vida nos han dejado como legado un ejemplo vivo de trayectoria y objetivos cumplidos.

Para eso, debemos remontarnos en el orden cronológico de nuestras vidas, a lo primero que conocemos, lo primero con lo cual tenemos contacto, lo primero que hace de nexo entre nosotros y el mundo exterior, que es la familia.

Debemos rescatar la importancia que tuvieron nuestros padres en nuestra formación, a través de las palabras transmitidas, pero sobre todo a través del ejemplo.

Lo más normal cuando somos niños es no entender el porqué de ciertos límites, el porqué de algunas negativas a nuestros deseos, el porqué de algunos comportamientos “diferentes” a la mayoría de los niños. Y sin embargo, a medida que los años van pasando, y casi nos llega el momento de actuar como padres, vamos encontrando respuesta a esas inquietudes, encontrando el porqué de la actuación de nuestros padres y llegamos a la convicción de que es necesario replicar en buena medida ese comportamiento con nuestros futuros hijos. Porque estamos convencidos de que ahí están las bases de nuestra forma de ser, del tipo de persona que somos y de la solidez de nuestro comportamiento.

La familia, bien llamada la “base primaria de la sociedad” es el marco que nos contiene, nos educa y nos forma durante los primeros años de nuestra vida. En definitiva, los  años más importantes, porque es la etapa donde interiorizamos lo transmitido por nuestros padres.

Más adelante, la vida nos llevará por diferentes caminos y nos enfrentará a diferentes realidades, pero siempre tendremos ese marco de referencia transmitido por nuestros padres en las primeras etapas de formación. Dentro de ese marco encontraremos los criterios que harán de base a nuestras elecciones y toma de decisiones, y será en función de ese marco que buscaremos a la persona que nos acompañe en nuestra vida. Y será en función de la unión de esos criterios que formaremos a nuestros niños, que serán los directivos del futuro.

Debemos ampliar el alcance de lo definido hasta el momento y generalizar más allá de la figura del directivo, para centrarnos en la figura de toda persona, que por la posición que ocupe, en su familia, en la empresa, en su barrio, en una pequeña comunidad, constituya una persona de referencia y ejemplo para los demás, es decir, centrarnos en la figura del “dirigente social”.

Podemos afirmar entonces que la responsabilidad social del dirigente o persona de referencia, tiene su base en sus raíces familiares.

Hoy en día estamos rodeados y amenazados por modelos fáciles de éxito, modelos sencillos de imitar que prometen satisfacciones alcanzables en el muy corto plazo. Como agravante, estos modelos de éxito están demasiado promocionados, principalmente a través del fenómeno de la televisión.

Entonces, desde el lugar que cada uno ocupa, en la familia y la empresa, creo que nuestra principal responsabilidad como dirigentes sociales que somos apunta a sentar las bases y consolidar la figura de la familia.

Nuestra principal responsabilidad como dirigentes sociales que somos apunta a sentar las bases y consolidar la figura de la familia.

Por lo tanto, somos directamente responsables primero que nada en la educación de nuestros hijos, y segundo, en la educación, formación, valores y modelos a transmitir a todas las personas que conforman nuestro círculo de influencia. Y acá no debemos descuidar, por el contrario, debemos centrar el foco en aquellas personas que por no haber contado con la posibilidad de recibir esa trasmisión directa de valores desde la familia, o no haberlos recibido a través de ejemplos que lograran marcarlos a fuego, hoy son más pasibles de guiar su comportamiento en función de los resultados a obtener en el corto plazo.

Soy consciente de lo fácil que es plasmar esta idea en el papel, pero lo que en realidad nos ocupa es nuestro día a día. Por lo tanto, primero que nada, pensar que desde nuestro lugar tenemos la oportunidad de generar pequeños cambios. Segundo, no rendirse ante el desacierto de algún momento, siempre tenemos que lograr aprender de los errores, por lo tanto lo importante es capitalizar los buenos momentos y las lecciones aprendidas. Y por último, estar siempre dispuestos a seguir aprendiendo de quienes nos rodean y no dejarnos enceguecer por los elogios y los logros del puesto o lugar que estemos ocupando en el momento.

Fuente

Autora Giselle Van Cranembrouck

Fuente  http://socrates.ieem.edu.uy/articulos/articulo.php?id_articulo=579

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