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Haciendo un repaso de las visitas que realizo frecuentemente a las empresas, encontré que uno de los temas más recurrentes es la desmotivación de los empleados. Esto no tendría que ser una novedad. ¿Quién no se ha desmotivado más de una vez? Me quedé pensando mucho en ello; trataba de imaginar qué sucede con las personas que pierden compromiso con su empresa, qué es lo que sucede cuando llevas algún tiempo soportando el humor inestable de tu jefe, las bromas crueles de tus compañeros, las políticas de “embudo” (lo ancho para ellos, lo angosto para mi) de la compañía.

En el libro de Lotfi El-Ghandouri El despido interior, el autor hace mención a aquella situación en la que sentimos que las cosas no van bien, cuando queremos que el tiempo transcurra rápido, que sea viernes. Sin embargo tratamos que la vida continúe de manera normal y tratamos de escapar a la incómoda realidad. Nos hacemos preguntas como: ¿Qué me está pasando?, yo no soy así. ¿Cómo llegué a esta situación?

Recuerdo, en una de las empresas donde laboré, haber sentido algo parecido a esto. Lo usual es que ingreses motivado, con ilusiones de dar lo mejor; sin embargo, la suma de situaciones incongruentes te lleva a disminuir las ganas que le pones al trabajo, tratas de darte ánimos y, sin querer, te das cuenta de que evades tus responsabilidades, quieres pasar desapercibido. Lotfi señala que esto es el inicio del “despido interior”.

El despido interior, lo define como la consecuencia de un largo proceso de experiencias negativas, a tal punto que la brecha entre tus expectativas y la realidad genera dolor, frustración, conflictos que, de no ser manejadas a tiempo, pueden repercutir negativamente en nuestras vidas. En esos casos, menciona, la persona decide postergar la toma de decisiones poniendo al frente mecanismos de defensa. Con ello logra desviar su foco de atención hacia aspectos que le resulten más satisfactorios, rutinas que ayuden a mantener el control de su nivel de ansiedad, resguardándose en su zona de confort. Es una resignación interna, señala, es como trabajar con el “piloto automático”, dejando de lado cualquier rezago de entusiasmo.

Hacía mención a mi experiencia, que probablemente sea la de muchos. Recuerdo que todo iba bien al principio, hasta que empecé a ver el verdadero rostro del director, o mejor dicho, uno de los rostros que no conocía. Mi proceso de despido interior se fue dando en caída libre, trataba de mostrar ante los demás que todo marchaba bien, no obstante la procesión iba por dentro. Intentaba llevar por delante un “escudo invisible” que durante nueve horas de trabajo me permitiera soportar situaciones, por cierto desagradable, con abuso de poder, con personas que se me acercaban diariamente para desfogar su desazón por el trato recibido. Los que caen en este proceso no deben ser juzgados como egoístas, desinteresados, que se aprovechan del sistema, menciona el autor.

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Otras de las características de este proceso de despido interior es que cuando sientes que la gota colmó el vaso y estás a punto de tomar una decisión, surgen en tu mente justificaciones como: “No puedo hacer esto, tengo más de 40 años, ¿quién me va a recibir en otra empresa?”. O “tengo hijos que mantener”. Lo cierto que estas expresiones se convierten en freno para dejar tanta injusticia e incomodidad.

Las fases del despido interior

El libro explica que existen cinco fases, que van en caída, en escalera:

  • La entrega: cuando ingresas a trabajar estás dispuesto a dar el máximo. Sin embargo, luego de los primeros días laborales, te enfrentas a un riesgo de caída.
  • El compromiso: nos limitamos a cumplir lo que dice el contrato, al haber sentido que no se valora nuestra esfuerzo.
  • La participación: en este nivel caemos en la rutina, hacemos lo que nos solicitan, prevalece la reactividad.
  • La retirada: nos retiramos, nos rebelamos, para castigar de esta forma a la empresa. Nos convertimos en víctimas de la situación.
  • La resignación: sentimos que las cosas no van a cambiar: “Mi jefe será así toda la vida”. Entramos en una etapa de desilusión, no obstante preferimos mantenernos en la zona de confort, porque el panorama externo no parece mejor que el que tenemos.

Se trata de un tema que da para mucho más. Estoy seguro que el lector ha hecho un repaso inevitable por su línea de vida laboral. Los conceptos básicos y situaciones planteadas le ayudarán a tener una idea más clara de la manera en que, inconscientemente, vamos entrando en una especie de prisión interior, con la cual conviviremos durante el tiempo que nos impongamos como sentencia.

Autor Martín Alcandré Consultor organizacional. Master en RR.HH. y gestión del conocimiento por la Universidad Politécnica de Cataluña, España. Economista, facilitador de dinámicas de grupo certificado por Gerza, México. Ponente en eventos internacionales y congresos sobre educación experiencial. Autor sobre diversos artículos especializados. Fundador de Érathis – gestión & talento, empresa líder en capacitación vivencial. Creador del blog Erathis – gestión, talento y diversión.   www.blog.erathis.com

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