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Un espeleólogo, hombre aficionado a explorar las grutas y cavernas, llevaba a su pequeño hijo de cuatro años, a conocer por primera vez una cueva, en la cual el pequeño descubrió “el eco” arrojando una piedrecilla.
El chico sorprendido gritó: “Horrible” y el eco le regresó el grito; gritó “Espantoso” y el eco devolvió nuevamente el grito.
El chico tembló de miedo ante lo desconocido y le preguntó a su padre sobre esa resonancia. El padre inteligentemente lo tomó en sus brazos y le dijo: Hijo mío, escucha nuevamente y gritó: “Maravilloso” y el eco le devolvió en sus diversas voces gritos de “bello, espléndido, extraordinario, excelente”, con iguales resultados.
El niño sonrió y le volvió a preguntar: ¿Qué es papá? y él le respondió: ES LA VIDA HIJO MÍO. Como le hablas te contesta.
Seleccionado por Andrés Ubierna del libro El Ser Excelente, de Miguel Ángel Cornejo.