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La crisis económica ha perjudicado al colectivo de mujeres trabajadoras y emprendedoras, pero, también a sacado a la luz los problemas que está teniendo a la hora de llevar a cabo medidas para hacer frente a la destrucción de empleo. Tampoco las propuestas para fomentar el establecimiento por cuenta propia parecen ser suficientes y las mujeres emprendedoras siguen siendo una minoría, sin valorar todo lo necesario su actitud previsora que tantos disgustos nos podría haber evitado.

A nadie sorprende ya cuando escuchamos que la recesión económica ha tenido un impacto importante y muy preocupante para el empleo en toda España. Estamos viviendo un momento de destrucción masiva de los puestos de trabajo, no limitados a un solo sector ni a unos grupos de personas determinados. La crisis ha perjudicado a jóvenes, mayores de cierta edad, inmigrantes, autónomos, empresarios, etc. Así mismo, el sector femenino se ha visto afectado de forma peculiar, fruto de los reajustes generalizados en las plantillas de multitud de empresas, repercutiendo en las economías, en los hábitos familiares y por consiguiente, en la propia vida de las mujeres. Habitualmente, se pone especial énfasis en los sectores del automóvil y de la construcción como los más sacudidos por el latigazo de la crisis, sectores que, por cierto, albergan puestos de trabajo ocupados fundamentalmente por hombres. Sin embargo, otros sectores se han visto también afectados, entre ellos, el de servicios, que concentra un elevado número de empleo femenino, como la sanidad o la enseñanza. Por otra parte, no debemos olvidar que, detrás de un hombre sin empleo, suele estar una mujer que lucha cada día por sacar adelante a todos los miembros de su familia.

No quisiera dejar de mencionar que, en múltiples ocasiones, las mujeres partimos ya de una situación de vulnerabilidad y desventaja en el empleo: existe mayor precariedad en los trabajos debido a los contratos temporales y los contratos a tiempo parcial. Por otro lado, respecto a los sueldos, todavía existen problemas para cobrar lo mismo que los hombres por ocupar los mismos puestos o por desempeñar funciones similares (lo que entendemos como la brecha salarial). Ello, al mismo tiempo, supone la existencia de desigualdades en las protecciones sociales, de forma que, (esto es un hecho constatado), en general, los hombres suelen cobrar más prestaciones contributivas que las mujeres, y éstas, en cambio, cobran más prestaciones asistenciales. Es evidente que las medidas que se están adoptando para hacer frente a la crisis y poner freno a la destrucción de empleos, no están siendo eficaces ni teniendo en cuenta el impacto de género, dando lugar a algunas desigualdades importantes. Por otro lado, aunque se están organizando distintas iniciativas para impulsar y apoyar la acción de emprender, ya que ello supone una forma de enfrentarse a la crisis, no parece que estén siendo suficientes. Dentro de este contexto general, la mujer emprendedora sigue siendo minoritaria, aunque se hay una importante presencia que intenta materializar sus proyectos empresariales.

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No se discute que atrás han quedado los tiempos en los que, por cuestiones culturales, las mujeres habían permanecido ajenas y fuera del ámbito profesional y empresarial, ya que en la actualidad han demostrado tener un papel crucial en el mismo. También es verdad que se han superado muchos roles preestablecidos, lo cual no es tarea nada fácil. Aún así, no debemos conformarnos, aún queda mucho camino. La diferencia respecto al número de hombres es todavía grande y las mujeres emprendedoras siguen siendo una minoría, a pesar del indiscutible espíritu emprendedor que poseen, además de ingenio y capacidad demostrados para los negocios. Sabemos que emprender va más allá de crear simplemente un negocio rentable, que hay que poseer la fuerza de la idea en la que se cree. El negocio no sólo es un lugar para producir, sino también para vivir. Las mujeres somos cautas cuando afrontamos un negocio, en nosotras predomina el miedo a perder lo invertido, cosa que no es negativo, sino todo lo contrario. La actitud previsora propia de las mujeres emprendedoras puede evitar muchos disgustos a toda una familia o a un negocio. Eso sí, sería conveniente perder nuestro miedo atroz al fracaso y entenderlo como nuevos intentos que forman parte de nuestro propio aprendizaje.

Siguiendo con la posibilidad de emprender, otro problema añadido actualmente, son las medidas y ayudas para establecerse por cuenta propia, que claramente no parecen ser suficientes. Sería aconsejable contar con más apoyos y estímulos, no sólo a los mismos emprendedores/as, sino también a los inversores/as que creen e invierten en esas personas (como ya hacen en otros países), porque no olvidemos que quien crea un proyecto, crea empleo, erigiéndose, por tanto, como vía para superar la pobreza y desarrollar a personas que participan en este tipo de proyectos. La mujer emprendedora se caracteriza por ser positiva y activa, asumiendo compromisos y riesgos, superando los obstáculos e inconvenientes. Para muchas mujeres, el autoempleo constituye la única oportunidad de obtener ingresos, debido a que el empleo por cuenta ajena queda lejos de su alcance, precisamente, por situaciones derivadas de su condición de mujer (embarazos, cuidado de hijos, lactancias, maternidad, jornadas reducidas…). Resaltamos con ello, que el sector femenino sigue encontrando barreras de género que hacen difícil su acceso al mundo del empleo y de los negocios, aunque poco a poco se intenta avanzar en ello. Por un lado, sigue pesando el “rol” asignado desde tiempos inmemoriales que alejan a la mujer a de la vida pública y de los negocios. Por otro lado, encontramos barreras sociales y culturales, que manifiestan actitudes negativas hacia mujeres que ocupan posiciones importantes, sumado a la falta de apoyo de sus propias familias y las pocas posibilidades de movilidad, precisamente por las ataduras dentro del hogar.

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Concluimos, por tanto, invitando a reflexionar y llegar al entendimiento definitivo por parte de todos los agentes sociales, de que la mujer de hoy compatibiliza la vida familiar con la laboral y que, aunque el hombre también lo hace, lo cierto es que la mujer lo asume como una responsabilidad muy suya, combinando el ser mujer con el ser madre y al mismo tiempo trabajadora. Teniendo en cuenta esto, todos debemos facilitar la labor hacia una incorporación estable y duradera de las mujeres en el mercado laboral, ya sea por cuenta propia o ajena.

Fuente http://www.navactiva.com/es/documentacion/la-dificultad-de-ser-una-mujer-de-negocios-o-con-empleo_48542

 

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