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En el mundo del emprendimiento he oído en más de una ocasión que “la idea no es importante”. Que lo importante es la ejecución, lo que hagas con ella. No es verdad. La idea sí es importante.

Es cierto que una buena idea sin una buena ejecución probablemente no llegará muy lejos. Igualmente cierto es que una mala idea tampoco triunfará por mucho que su responsable sea la quintaesencia de las cosas bien hechas. La idea es, al menos, tan importante como lo que hagas con ella.

Pero… ¿Cómo identificar una buena idea?
Una buena idea es aquella que cumple tres requisitos: da con un problema que vale la pena resolver, soluciona ese problema de manera innovadora y encuentra a un número suficiente de personas que quieran pagar por ella. Veamos cada punto por separado:

Un problema que valga la pena resolver
El mundo está lleno de problemas pero no todos los problemas son iguales: no todos los problemas son lo suficientemente importantes como para dedicar nuestro tiempo a resolverlos. Mucho menos cuando hablamos de resolverlos para montar una empresa. ¿Cuáles son los problemas que vale la pena resolver?

Generalmente, vale la pena resolver un problema que ya existe. Podemos arriesgarnos a intentar solucionar un problema que todavía no existe si hemos tenido la visión suficiente de la nueva necesidad que se va a generar pero, en este caso, debemos ser conscientes de que podemos padecer el síndrome “emprendedor buscando un problema para su solución”. Alerta.

En segundo lugar es importante sentarse a hablar con las personas que padecen ese problema y averiguar cuál es su grado de reconocimiento del mismo. ¿Son conscientes de que tienen ese problema? ¿Son conscientes y están buscando una solución? ¿Saben que tienen ese problema, saben la solución que necesitan y están empezando a desarrollarla? ¡Bingo! Si encontramos a alguien en esta última situación probablemente se convierta en nuestro primer cliente. Averigua qué grado de reconocimiento hay entre tus posibles clientes del problema que quieres solucionar.

Y en tercer lugar, es fundamental que el problema que quieras resolver sea un problema importante para tus hipotéticos clientes. ¿Tu producto o tu solución “está bien” o es “absolutamente necesario” para ellos? No lo decidas tú, pregúntaselo a ellos. Centra tus esfuerzos en resolver los problemas más importantes de tus posibles clientes.

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Una solución innovadora
Perfecto, hemos detectado un problema que vale la pena resolver. ¿Cómo vamos a solucionarlo? Nuestra solución tiene que encajar con el problema que queremos resolver y permitir que podamos diferenciarnos de la competencia. Debemos aportar una solución innovadora a los problemas que hemos estudiado.

Tu producto debe ser mejor, más rápido o más barato. ¿Un producto totalmente nuevo? Fantástico, así probablemente no tendrás que preocuparte por un tiempo de la competencia pero, en ese caso, asegúrate de que tus clientes realmente creen que tu nuevo producto soluciona sus problemas. Parte de lo que hace que una idea de negocio sea buena es que se trate de una solución novedosa o que sea mejor que las que existen actualmente.

Por cierto, hay un truco para saber si tu solución encaja con el problema de tus posibles clientes: pregúntales si utilizarían tu producto si fuera totalmente gratis.

Un modelo de negocio
Ya casi estás a punto de dar con una buena idea: has encontrado un problema que realmente vale la pena solucionar, tienes una solución que tus posibles clientes están deseando utilizar (si fuera gratis) pero… ¿están dispuestos a pagar por ella?

Este es el punto clave que diferencia una mera idea de una idea de negocio. De poco sirve tener una buena solución para un problema importante si nadie está dispuesto a pagar por ello o, por lo menos, de poco sirve para montar un negocio. Averiguarlo es clave. Encuentra a un número suficiente de posibles clientes que te digan que estarían dispuestos a pagar por tu solución y… ¡pregúntales cuánto pagarían!

Si los encuentras y te salen los números tienes lo que necesitas: un modelo de negocio.

Una buena idea
Ahora sí que puedes decir que has dado con una buena idea. Has encontrado un problema que vale la pena resolver, tienes una solución innovadora a ese problema y un buen puñado de gente deseando pagarte por esa solución.

Ahora sí puedes empezar a pensar si necesitas a alguien para hacerla realidad, seguir echando números y empezar a llamar a familia, amigos u otras personas desprevenidas para que inviertan en ella. Ya puedes empezar a poner en marcha tu idea.

Y recuerda: a partir de ahora, no dejes que nadie te diga que una idea no vale nada. Una buena idea vale (y mucho).

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Autor Francisco Polo

http://www.cotizalia.com/emprendedores/importante-20110207-64645.html

 

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