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En las reuniones convencionales, a menudo se espera que las personas “piensen de pie”, es decir, que expresen sus opiniones sobre una cuestión antes de haber tenido una oportunidad de aclarar sus propias ideas.

Esta práctica puede resultar intimidante para quienes son lentos en organizar sus pensamientos, e inconcebible para quienes preferirían pasar por una cirugía dental que hablar en público. Estas personas a menudo deciden no arriesgarse a expresar sus ideas, cediendo la palabra a los extrovertidos del grupo, que piensan rápido, son elocuentes y asertivos. Como consecuencia, se reduce la diversidad de opiniones y la toma de decisiones se debilita.

Para lidiar con esta situación, usa Pensar y Escuchar , una forma simple de brindar tiempo privado para pensar en la que todos los participantes tienen la oportunidad de explorar sus propios pensamientos en un ámbito seguro.

Durante una sesión de Pensar y Escuchar, los participantes de la reunión tratan un tema propuesto por el facilitador. Trabajan de a dos, o de a tres, dividiendo el tiempo en partes iguales entre una persona que es el pensador y la otra que escucha. Al llegar a la mitad del tiempo asignado, los roles se invierten. El facilitador de la reunión administra los tiempos.

Se alienta al pensador designado para que piense en voz alta, sin que sea necesario que lo que dice tenga sentido para el que escucha. El turno para pensar está dedicado al que piensa. Es un tiempo para que los pensadores reúnan y desarrollen sus pensamientos, a su propio ritmo y a su manera.

El que escucha no hace comentarios ni preguntas, pero sí hace gestos y sonidos que indican que está activamente prestando atención al pensador.

Lo que dice el pensador y la forma en que se desarrolla su pensamiento es confidencial, conocido sólo por él mismo y por quien escucha. Quien escucha no hace ninguna referencia a lo que ha dicho el pensador, a dicha persona ni a nadie más, salvo que el pensador claramente dé su permiso para ello.

Los tiempos regulares para una sesión de Pensar y Escuchar son de dos a cinco minutos cada uno. Los grupos expertos pueden trabajar fuera de estos límites, usando sesiones de un minuto con buenos resultados, o para cuestiones complejas, diez minutos cada uno. Casi siempre es mejor convocar a una corta sesión de Pensar y Escuchar, aunque sea breve, que omitirla.

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Autor Andy Langford

 

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