Empecemos por definir el estrés de manera simple. Podríamos hablar de él como de “cambio”.

Cualquier clase de cambio; sea ambiental, físico, emocional o social. Bueno o malo. Como seres humanos, somos naturalmente “resistentes” a cualquier tipo de cambio. De este modo, la perspectiva de que algo pueda cambiar -en nuestras vidas bien definidas-, pone a nuestros cuerpos en “Alerta Total”.

Desde que nacemos y hasta la edad de 6 años, extendemos nuestro “entrincado rompecabezas” de vida. Nuestras mentes subconscientes van grabando un plan de lo que es aceptable, creíble, lograble y realista. Desde aprender que poner la mano en ese círculo rojo de la cocina lastima, hasta asociar una voz que se alza con un hecho juzgado inaceptable.

Es el subconsciente, dándonos un conjunto de reglas que determinan nuestra supervivencia. Si usted no sólo quiere sobrevivir, sino además “ser funcional” en el mundo, existen otras reglas que debe aprender: “las niñas buenas no hacen eso…, los hombres no lloran…; tal y tal cosa no se mezclan…”

Y así comienza el proceso del estrés. El subconsciente tenderá siempre a volver a sus “reglas de supervivencia” con gran fuerza. Desde el momento en que se perciba un cambio, las defensas subirán.

Es un hecho comprobado, que algunas personas manejan mejor el estrés que otras. Aproximadamente el 10% de la población tiene una baja capacidad para adaptarse al cambio y para verlo como un desafío. El desequilibrio químico en su cerebro les causa ser agudamente conscientes del cambio y muy sensibles al mismo. Como resultado de esto se deprimen, tienen insomnio y se irritan, entre otros síntomas.

Todos conocemos que el poder de nuestros pensamientos, tiene la habilidad de influir en nuestra fisiología. “La manera en que usted piensa, determina en gran medida lo que es”

Una de las claves más profundas, que le permitirán detener su lucha contra el cambio y aprender a gustar de él, es su “Actitud”. En lugar de ver un cambio potencial como una amenaza, aprenda a darle la bienvenida a la perspectiva de un desafío y utilice esa “actitud de bienvenida” como una herramienta de aprendizaje maravillosa.

¡Deténgase! Analice la situación y vea los beneficios… Muy a menudo nos dejamos atrapar por la emoción y esto nos ciega de ver lo que realmente sucede. Nos vemos inmediatamente envueltos en el “drama” de la situación, que hacemos que la misma parezca mucho más complicada de lo que realmente es.

El siguiente, es un conjunto de técnicas muy prácticas, que se pueden utilizar para enfrentar situaciones estresantes:

– Respire profundamente
– Sepárese de la situación, tome distancia (hága de cuenta que usted la sobrevuela),
– Pase por encima de las emociones que está experimentando y vea si está “dramatizando”
– Llegue a la raíz, sepa por que usted está sintiéndose así y qué es lo que realmente está sucediendo
– ¿Existe realmente alguna razón, como para estar sintiéndose así?
– Imagine el resultado que desearía obtener luego de pasar por el cambio.
– Tenga una actitud de confianza hacia usted, sus habilidades y hacia todo aquello que aprenderá de esta experiencia

Siga estos pasos cada vez que usted atraviese una situación estresante. Observe de qué manera, al disiparse la “niebla emocional”, esto le permite resolver situaciones rápida y fácilmente; manejar mejor el estrés, e incluso mirar más allá: hacia el desafío de alcanzar la otra orilla…

Fuente http://www.efectividad.net

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