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por Leo Socolovsky
Muchas veces, las personas que buscan armar un emprendimiento quedan a mitad de camino o desisten del propósito.
Se aumenta de este modo el círculo vicioso de frustración y descreimiento.
 
Si bien el trabajo reflexivo en los grupos de emprendedores aclara muchas incógnitas al permitir plantear las dudas, ignorancias y temores, no siempre alcanza la profundidad deseada por los coordinadores.
 
Estos grupos son muy heterogéneos, en edad, situación social, nivel educativo, aspiraciones y rasgos personales.
 
Esta diversidad enriquece el intercambio, pero también lo complica, porque a veces el grupo entero queda detenido por el estancamiento de algunos integrantes. (Esta metodología se ha venido realizando en el PARAGUAS CLUB desde hace 15 años)
 
Las razones de este freno no radican en las diferencias entre los emprendedores, sino más bien en el empecinamiento de algunos que parecen inamovibles e impermeables a las opiniones de los demás.
 
Vamos a describir dos situaciones que se presentan a veces, bloqueando  los progresos de algunos de ellos..
 
  a) La búsqueda de fracaso
  b) La duda permanente
 
a)     La búsqueda de fracaso
Aunque no sea fácil de entender, hay algunas personas que, sin tener conciencia de ello, buscan fracasar en sus actividades.
¿Por que no toleran que las tareas que emprenden salgan bien o resulten satisfactorias?
Posiblemente la respuesta radique en motivaciones personales inconscientes, que este no es el ámbito para desarrollar.
Lo que sí es pertinente, es señalar que toda preparación, capacitación o asesoramiento tiene como limite las características de la o las personas que van a concretar el emprendimiento, y no solamente lo que manifiestan como intención voluntaria. 
 
Ejemplo: Francisco se prepara para armar un emprendimiento, recibe asesoramiento y concurre a algunas reuniones de emprendedores.
Luego deja de ir y vuelve seis meses  después.
Cuando le preguntan como le va dice: “mal”, “yo sabía que no tenía que invertir mi dinero en un maxikiosco, que no me iba a ir bien, pero igualmente arme un maxikiosco y me va mal.”
Una vez repuestos de la sorpresa que generó este discurso, distintas personas intentaron indagar algo más, con el propósito de ayudarlo a pensar. Se pudo descubrir que sus intereses reales eran muy diferentes de lo que podía ser el trabajo en un maxikiosco.
También  que odiaba estar encerrado y prefería las actividades al aire libre. Algunos integrantes sugirieron ideas para convertir el maxikiosco en otro tipo de negocio, más cercano a sus verdaderos intereses y probablemente con mejor rendimiento económico.
Francisco escuchó y (aparentemente) tomó en cuenta las opiniones de los demás .
Se lo empezó a notar más animado. Pero esa fue la ultima vez que concurrió y no se supo más de él.
 
b) La duda permanente  
Un motivo distinto, pero frecuente, de fracaso en el armado de un emprendimiento se produce en aquellas personas que no logran ponerse de acuerdo con ellas mismas en lo que quieren hacer.
Suelen barajar muchísimas ideas, por las que se sienten muy entusiasmados,  pero por un motivo u otro las desechan al poco tiempo, para interesarse en otras y así sucesivamente.
 
Pueden llegar a comentar, después de un tiempo, que no encuentran un negocio que cumpla con todas las condiciones que esperan.
 
No toman conciencia de su propia indecisión, lo atribuyen a problemas de los demás, o de la sociedad, o del “mercado”.
Los argumentos que esgrimen se parecen sospechosamente a los de la gente que se propone cada lunes empezar una dieta, pero  que no suele durar más que un par de días, El miércoles o jueves ya comen de todo otra vez.
 
Estas personas, que a primera vista parecen imaginativas e innovadoras, en realidad son las que más temen a los riesgos que acompañan a cualquier cambio, porque finalmente no actúan ni inician otros caminos.
 
No podemos precisar si hay algo así como una “ vocación emprendedora”, pero es notorio que algunas personas se atribuyen el mote de “emprendedoras”, pero no han desarrollado las características indispensables para proyectar, poner en juego, sostener y administrar una pequeña empresa:  iniciativa y perseverancia
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Comentarios (0)

  1. Claudia Marroquín dice:

    Muy bueno, es una realidad.

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