por Antonio J. Alonso Sampedro

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¿Quién no ha pretendido, en algún momento de su vida, comerse  un  Elefante? ¿Y por que no ha podido? ¿Cuáles son las consecuencias de la presumible indigestión? ¿Volveremos a intentarlo? 

La vida de las personas esta llena de deseos e ilusiones. Tantas como el largo de vista de cada cual. El ser humano se ha distinguido desde siempre por su afán de conseguir, de conquistar, de ambicionar. Y esto le ha hecho ocupar el lugar de preeminencia que, como especie, disfruta en la naturaleza. 

Querer, soñar, ilusionar, desear, ambicionar, son motores del comportamiento humano que nos llevan a superarnos día tras día. Y esta superación se ampara en el mismo principio universal que guía los pasos de todos nosotros: la consecución de un beneficio o la evitación de una pérdida. No nos movemos sin una motivación.

La sociedad actual se maneja por condicionantes de adquisición. De adquisición de bienes materiales y también de inmateriales. Pero en todo caso por deseos de alcanzar, de conseguir. Pretender escapar a esto es vivir de espaldas al mundo que contemporáneamente nos ha tocado disfrutar. 

Pues bien, si nos pasamos la mayor parte de nuestra vida “alcanzando” y “consiguiendo”, ¿por qué no logramos todo lo que deseamos?, ¿qué nos impide llegar hasta nuestros sueños?

En algunas ocasiones, la consecución de deseos vendrá determinada por nuestro mal tino al valorar nuestras propias capacidades y posibilidades. En otras, a factores externos a nuestra persona sobre los que podemos tener poca capacidad de actuación. Pero en la mayoría de los casos, solo existe un responsable: nosotros mismos

Verán, en mi experiencia profesional como Coach de “Mejora del Rendimiento Profesional de Directivos” y tras interactuar con muchos y muy variados tipos de personas, he llegado a la siguiente conclusión: casi todos nosotros tenemos deseos y objetivos que queremos alcanzar en nuestra vida profesional y personal (destinos a los que llegar), pero muy pocos desarrollan el método para conseguirlos (elegir el camino). 

La razón de todo ello estriba en nuestra cierta “miopía mental” a la hora de resolver los problemas y alcanzar nuestros objetivos. Los abordamos a todos por igual, como si su complejidad no fuera suficiente para un tratamiento diferenciado. Los analizamos a todos de forma mental.

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Pero debemos considerar que la mente humana no es capaz de afrontar mas de tres secuencias de actuación enlazadas entre si. De esta forma, mentalmente somos capaces de resolver los objetivos sencillos (aquellos que solo precisan de dos o tres pasos de actuación), pero nunca los complejos.

Y cuales son esos objetivos complejos: LOS ELEFANTES. Esa manada que gira constantemente a su alrededor y que le abruma quitándole la luz y el aire para respirar.  

Nadie duda de la imposibilidad de comerse un Elefante en tres trozos. Pues ese es el método que utilizamos normalmente al resolver nuestros conflictos complejos. Aplicar el mismo método a todas las situaciones  no parece una estrategia muy afortunada. ¿Alguien afirmaría que para elegir nueva vivienda debe hacer lo mismo que para colgar un cuadro en la pared? Sin duda el primer objetivo requerirá un plan de actuación mucho más complejo que el segundo. Plan de actuación que no es sencillo formular mentalmente.

 Por tanto, la mejor forma de comerse un Elefante es cortarlo en tantos filetes como sean necesarios para poder digerirlo y sin importarnos su número. En la mayoría de las ocasiones, tratamos de “atajar camino” en la resolución de nuestros problemas reduciendo el número de nuestras actuaciones. De esta manera sólo conseguimos construir escaleras de dos o tres peldaños para subir al piso de arriba. Y una escalera con tres escalones de un metro no hay quien la suba. Si nuestro objetivo final es comernos al Elefante, no importarán los días que precisemos. 

En conclusión les diré que, el secreto para la consecución de nuestros objetivos y deseos, no es otro que la fragmentación en tareas menores que sean alcanzables fácilmente una por una. El secreto de subir un piso no es otro que la utilización de una escalera cuyos pequeños peldaños faciliten la ascensión. 

El arte del Éxito Profesional y Personal que practican muchas personas triunfadoras en todo el mundo consiste en “dividir para vencer”. Dividir los problemas para conseguir su más fácil resolución. El arte del Éxito no es otro que conseguir ser capaz de diseñar nuestras propias escaleras para que nos conduzcan hasta el cielo de nuestros deseos. 

Y eso sólo lo conseguiremos a partir de la Planificación Creativa, de la que les hablaré en otra oportunidad. 

Autor: Antonio J. Alonso Sampedro

 

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