por Jorge Omar Hambra

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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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por Jorge Omar Hambra

En su libro Todo lo que tenía que saber lo aprendí en el jardín de infantes Robert Fulghum cuenta una historia en la que Benjamin Franklin participa del despegue del primer globo aerostático en Francia. Como es de suponer, la nave más pesada que el aire se elevó unos cuantos metros y cayó a tierra. En la escena, uno de los presentes se acerca a Franklin y le pregunta no sin sorna, para qué sirve hacer cosas de ese tipo. Franklin le contesta elípticamente:_ “dígame usted señor, ¿para qué sirve un niño recién nacido?”.

Verdadera o no, la historia tiene valor de todos modos. Toda creación depende de un proceso que alguien tiene que sostener. Mientras es fácil sostener algo que ya funciona, los innovadores se diferencian por ser especialistas en dar sostén a niños recién nacidos y por ser capaces de llevarlos sanos y fuertes hacia su madurez

La mirada creativa del innovador puede ser confundida con locura o delirio. Pero en verdad el innovador posee una mirada más esperanzada que el resto. La diferencia entre el delirio, la ilusión y la esperanza son los grados de aceptación de los Costos Asociados que siempre están implicados en una visión.

De hecho para el delirante cualquier costo es posible mientras que para el iluso no existen. Sólo el esperanzado los acepta… y sigue adelante. Muchas veces la capacidad de sostén y la tolerancia de la tensión, son definitorias en un proceso creativo o innovador. ¿Qué se imaginan que habrá sentido Cristóbal Colón cuando cada mañana sus cálculos no se cumplían, la tripulación se inquietaba, las provisiones se acababan, el miedo aumentaba y no alcanzaban las ansiadas Indias? ¿Qué hubiera sucedido si en lugar de
tener la valentía de sostener su visión hubiera abandonado la empresa unos días antes?

Piensen que, de hecho, sus cálculos no se cumplieron y sin embargo encontró un nuevo continente más allá o más acá de donde debía estar el que buscaba.  ¿Cuántas veces fue más importante estar sosteniendo el camino que tener clara la meta?… ¿Saben, por ejemplo, que un error abrió el acceso al descubrimiento de la penicilina?…. ¿Imaginan cuáles serían las condiciones de vida de nuestros hijos sin su ayuda?.

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En ambos casos (y los hay por millares) alguien estaba allí para recibir el mensaje en el momento oportuno porque se había ocupado de sostener el camino… Luego, ¡un gran éxito!…. ¿quién recuerda la incertidumbre del día anterior?… ¿quién el de la hora anterior…..?. Tal vez ni siquiera lo recuerde del todo quien realmente lo vivió.

El precio de la creación es la incertidumbre. El precio para lograr innovar es la creatividad. Podemos no sentirnos cómodos con estas condiciones, sin embargo la realidad nos desafía cada día: ¿es posible crecer en un mundo en constante cambio repitiendo las fórmulas de resolución del pasado?….me parece que no.

Autor: Jorge Omar Hambra 

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