Por Esteban J. Larreta

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Por Esteban J. Larreta

Si uno mira más allá de los estímulos externos que todos tenemos en mayor ó menor medida, como pueden ser amigos, familia, pareja, aficiones, etc.…la solución a una situación de insatisfacción personal puede basarse en algo tan simple y tan complejo al mismo tiempo como es uno mismo.

Insatisfacción personal, sensación de atonía, de desazón, de no poder más, de hartazgo, de conflictos internos entre emociones –sensaciones – valores; dudas a la hora de afrontar retos, cambios, y así puedo seguir y seguir; cada uno de los que leéis sumad  a esta lista todo aquello que os incomoda, hace daño, queráis cambiar, deseéis superar, etc. Creo nos saldría una lista interminable, pues bien, ¿Y si la recuperación / el cambio estuviese tan a mano como lo está tu cerebro?

A ver, partamos desde esta premisa; toda situación mala, aquella que nos condiciona tiende a pasar con el tiempo, o a diluirse, o la acabamos incorporando a esa mochila con la que cargamos día tras día desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, y que no deja de crecer y crecer. Nos “recuperamos”… ¿seguro? Si, al tiempo se sobrelleva, pero a mí no me parece suficiente, y no lo creo porque para qué quiero llevar conmigo lo que me hace ser menos, lo que no me deja ser completo, aquello que me limita como profesional, aquello que limita mi crecimiento personal, aquello que va restándome poco a poco ganas, energía, ilusiones,… ¿Qué es preferible, sobre-llevarlo? [Dejémonos de historias, que sobrellevar, implica que lo seguimos llevando, no que esté resuelto] ¿Ó aprender a gestionarnos para dar solución a este tipo de situaciones-sensaciones-realidades personales?.

Frente a situaciones que nos hacen entrar en “crisis” el simple paso del tiempo podría ir asimilando dicha situación y que no la percibiésemos como algo tan “latente”, pero eso es un parche, y según cuál haya sido el motivo que nos la haya producido, puede ser un parche de bicicleta, ó un parche más grande que un camión…pero ah! La imaginación y capacidad que tenemos todos para mirar para otro lado, para auto-darnos respuestas que sin ser las correctas, a fuerza de repetírnoslas una y otra vez, las hacemos nuestras y acabamos por creérnoslas.

Porque sí todos sabemos que somos diferentes a quienes nos rodean, ¿porqué aceptamos consignas tan generalistas como “…de todo se sale…” “…yo pasé por eso y sé cómo tienes que comportarte…” “…todos tenemos que…”?

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Vamos a ver, que no se trata de un dolor de cabeza; cualquiera sin saber cuál es el origen puede decirte tómate una aspirina® [démosles a los señores de Bayer su ®  no sea que la próxima entrada la redacte a la sombra por eso del uso indebido del copyright…] pero frente a lo que uno siente, piensa, experimenta, interpreta, frente a lo que uno espera…¿vale la misma aspirina?. NO!!, a corto plazo, tal vez sí, pero yo aquí hablo de PERSONAS, sí, con mayúsculas, y creo pocas cosas hay tan importantes como el crecimiento personal y el desempeño profesional de uno como para no darle la mayor de las importancias,  y poner todo el interés, toda nuestra capacidad, en aprender. Aprender cosas nuevas, nuevos conceptos, nuevas herramientas, nuevas formas de auto gestionarnos para lograr que en ese crecimiento en vez de sobre-llevar todo lo que nos limita, lo gestionemos, y en el mejor de los casos seamos capaces de revertirlo y utilizarlo en nuestro propio beneficio; para ello creo no sirve un remedio generalista.

Allá por los años treinta y cuarenta se articuló un dicho que yo hago mío y en vez de pensar para hacerse ricos, lo traslado en “…piensen y háganse personas…”  siendo personas, podremos crecer y desde ahí orientarnos, definirnos ir hacía donde queramos.

Definamos nuestros objetivos; qué tipo de persona quiero ser, y para ello que tengo que soy y ¿qué me falta? Sin unos objetivos, sin unas metas…qué estamos haciendo…Solamente cuando decido, cuando tomo consciencia de que soy la parte más importante de mi devenir como persona, puedo estar en disposición de HACER; de experimentar; de valorar a través de nuevas formas de actuar, de pensar, de expresarme si voy creciendo, si voy logrando los objetivos que me he marcado. ¿Sino, qué elementos de juicio, qué formas de comprobación tengo de mi crecimiento?

Algunos contestaréis que las de los demás, las de los que nos rodean y la de aquellos que nos conocen, y yo digo que sí, que esos son unos indicadores, a los que debemos prestar atención, y saber hacer caso cuando así lo creamos y los asumamos como propios [una gran lección acerca del ego y la cabezonería, no os parece? Y entre nosotros y ahora que no me escucha nadie, a cabezonería en mis buenos tiempos no me ganaba nadie!! J ]

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Pero los importantes, los fundamentales en los que basar nuestro desarrollo han de ser los que interioricemos como propios, los que nos sirvan de estímulo, de acicate para avanzar, para crecer. Y ahí no hay “aspirinas” ® que valgan, ahí es cada uno consigo mismo; y si llegados a este punto uno no se gusta, no se quiere, no sabe cómo cambiar, no sabe qué hacer, no sabe “por dónde tirar”…que reflexione; que priorice, que se dedique tiempo, y deje de ponerse excusas.

Lo decía un tal Sartre “…el hombre está condenado a ser libre…”. Esta cita, bien entendida en su concepto global es una de las que más me han impactado y me ha hecho reflexionar a lo largo de mi vida. Si me lo permitís yo la interpreto como “…déjate de dimes y diretes y asume tu responsabilidad…” y a partir de ahí, de esa asunción, de esa toma de consciencia es desde uno puedo crecer; crecer con sentido y con ganas e ilusión.

Crecer como madre, como padre, como director de una empresa, como trabajador, como opositor; como jugador de futbol, como castañero, como político, como astronauta, como sexador de pollos, como cocinero, como…PERSONA.

¿Es una buena apuesta crecer como persona para desde ahí darse a los demás?.

Autor Esteban J. Larreta

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Comentarios (0)

  1. Vanessa Martinez dice:

    Me parecio exelente .

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