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Mi búsqueda de felicidad ha sido tan agotadora que no me ha permitido ser feliz.

Mis intentos de asegurar el futuro han sido tan extremistas, que me han hecho descuidar el presente, donde siempre estoy.

Mis exigencias a la vida han sido tan exageradas, que no me han permitido apreciar la belleza que tienen las cosas como son.

Mis intentos de perfeccionar la vida han sido tantos, que me han quitado el tiempo para vivir.

El excesivo afán por hacer todo bien y por tener las cosas perfectas, el deseo de que todo fuera mejor de lo que es, y las continuas indicaciones que me daba a mí mismo sobre qué hacer y cómo hacerlo, sobre lo que es mejor y lo que debo alcanzar, fueron una forma segura de hacer un fastidio de mi existencia.

Para ser más feliz exigí más a la vida, al mundo, a la gente, a todo. Quería equivocarme menos, quería que mi vida fuera mejor, quería que todo lo que no sucedía como me gustaba se modificara, y tanta preocupación me hizo sentirme enojado, malhumorado e irritado.

Pero aun no es tarde porque aún estoy vivo. 

Y aún no es tarde para ti que lees mi experiencia, porque aun estás vivo.

Y nunca es tarde para darse cuenta de que tu deseo de cambiar, de arreglar, de modificar, de mejorar, de alcanzar, de obtener, en fin, tu deseo por ser feliz, puede llevarte a una desgastante tarea que consumirá todo tu tiempo y energía, haciéndote sumamente infeliz.

Muchas veces los malabares que hacemos para ser felices son una abundante fuente de angustia, deja de hacerlos y ya no sufrirás más por eso.

Mi deseo de eliminar lo “feo,” lo “malo,” lo “incorrecto,” lo “desagradable,” me lanzó a una tarea imposible que sólo acarreó frustración y desesperación a mi vida.

Ya no me importa tanto si me equivoco, si fallo, si estoy mal, si estoy en lo incorrecto, si no llego, si no logro, si no sucede, si no entiendo, si no alcanzo, si no obtengo, si no gano… porque muchas veces es mejor ceder, aceptar, tolerar, esperar, olvidar… en vez de hastiarme intentado una y otra vez alcanzar algo que en muchos casos es imposible o que en realidad no necesito.

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Me lancé a un siglo de angustioso trabajo extenuante, para alcanzar algo que sólo durante un segundo pude disfrutar, y cuando ese diminuto instante acabó, vi que también se me estaba acabando la vida.
Trataré únicamente de realizar los esfuerzos que me resulte agradable realizar, porque no se si estaré vivo para cuando llegue eso que tan obsesivamente he añorado… y cuando llegue, tampoco sé cuánto durará.

El esfuerzo por ser feliz llegó a cansarme tanto que me hizo infeliz.

Y ahora que comparto mi experiencia contigo, espero que no te suceda lo que a mí:

Mi búsqueda de felicidad ha sido tan agotadora… que no me ha permitido ser feliz.

M. Alonso Madrigal J., Costa Rica

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Comentarios (0)

  1. Antonio Gil dice:

    No puedo estar más en desacuerdo. La necesidad de cambiar, de mejorar, de perfeccionar aquello que no es perfecto, de intentar cambiar aquella cosas que pueden ser un poco mejores… No veo una manera de ser más feliz y más infeliz al mismo tiempo.

    La única diferencia está en la consciencia.

    Si somos conscientes de que nunca llegaremos a finales utópicos, difrutaremos el camino tanto que la felicidad no puede ser mayor. Si, por el contrario, nos reconocemos incapaces porque nunca conseguimos llegar, entonces somos idiotas porque una de las primeras cosas que aprendes en los negocios es, precisamente, a no planificar objetivos imposibles.

    Entiende que son imposibles y disfruta el camino.

    • Estimado Antonio.

      Mi lectura del texto (y el porque lo he elegido) pasa por las veces que buscamos y confundimos la felicidad con la perfeccion.

      Coincido contigo en cuanto al hecho de que el camino es la meta, como dijo alguien, y precisamente el mensaje que me deja el autor es que estuvo tan ocupado buscando la felicidad que no fue conciente que la tenia a su alrededor por que estaba demasiado pendiente de su busqueda como para disfrutarla.

      Un saludo y gracias por tu comentario

      Juan Carlos

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