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por Eugenio de Andrés
Al igual que en las cajetillas de tabaco, muchos de los mensajes de los malos medios de comunicación (los partidistas, los tendenciosos, los amarillos, los vendidos…) y de cualquier político deberían ir precedidos de un mensaje de las autoridades sanitarias que rezara “Este mensaje puede matar su ilusión” o “Escuchar, leer o ver la siguiente opinión disfrazada de noticia puede provocarle una úlcera de estómago o una depresión”.
Y es que estamos envueltos en una epidemia mucho más virulenta que la de las vacas locas y mucho más contagiosa que la de la gripe A. Tiene un carácter tan global y una capilaridad tan enorme que llamarla epidemia se queda muy pequeño. Estamos ante una devastadora pandemia de pesimismo que nos encadena a una situación negra, sin futuro, contra la que cualquier esfuerzo individual es inútil, y donde la única salida está en emigrar como tuvieron que hacer nuestros mayores.
Sería maravillo poder contar con un experto entrenador que nos motivara como país, un Del Bosque o un Lolo Sainz, que fueran capaces de hacernos recuperar la confianza en nosotros mismos y nos insuflarán la energía necesaria para darlo en todo en cada partido. Pero desgraciadamente no podeos contar con ellos. Los políticos no nos sirven, no están a la altura. Ninguno. De ningún color. Estamos solos. Sólo nosotros.
Pero eso puede ser más que suficiente porque tenemos mucho dentro. Tenemos grandes fortalezas: somos creativos, sabemos improvisar, nos relacionamos fenomenal, sabemos pasárnoslo bien y hacer que los demás también disfruten, tenemos una gran capacidad de trabajo… Tenemos mucho, pero hoy no las ponemos en juego. Nos dejamos influir por la situación, por las terribles noticias con las que disfrutan bombardeándonos los malos medios de comunicación y los irresponsables políticos.
Hay que sacudirnos ese pesimismo que nos asfixia cada día. Para ello tenemos que cambiar nuestra dieta informativa: no leas nada más que te diga lo mal que están las cosas, no veas ningún informativo que dedique el 90% de su tiempo a los sucesos, no escuches agoreros periodistas que cada mañana parecen tener como objetivo el que salgamos cabreados a la calle, deja de seguir en las redes sociales a los que disfrutan criticándolo todo sin aportar ninguna solución. No regales tu cerebro a los pesimistas. No dejes que te contagien de esta pandemia que asola nuestro país. ¡Defiéndete! ¡Elige qué leer, ver o escuchar! ¡Elige qué actitud quieres tener!
No dediquemos más tiempo de las tertulias con nuestros amigos a regodearnos en lo mal que están las cosas. ¡Con lo que nos cuesta juntarnos con ellos! ¿Por qué hacernos daño de esta manera? ¿Por qué no hablar de soluciones? ¿Por qué no pensar en qué podemos cambiar, qué podemos corregir, qué hábitos tenemos que transformar, qué ideas podemos poner en marcha…?
Clay Shirky, uno de los pensadores más interesantes la era 2.0, ha desarrollado un concepto en su último libro que ha denominado el excedente cognitivo (Cognitive surplus), y que además de interesante, creo que podría ser la clave para la transformación de la sociedad y de cada una de las organizaciones que forman parte de ella. Para ello Shiriky ha calculado, junto con un equipo de informáticos de IBM, que han sido necesarios aproximadamente 100 millones de horas de pensamiento para crear la Wikipedia tal cual la conocemos hoy. Sobre esa referencia ha tomado algunas medidas como las horas que pasamos viendo la televisión (51.000 Millones de horas al año en España = 510 Wikipedias) o incluso viendo anuncios (aproximadamente 100 millones de horas a la semana en España = 1 wikipedia completa). Según Clay Shirky el excendente cognitivo es la capacidad humana de construir/desarrollar proyectos útiles para la humanidad que no ponemos en juego por desperdiciarla en tareas no productivas, como por ejemplo ver la televisión, o en el momento actual regodearnos en lo mal que están las cosas.
¿Cuánto execente conginitivo dedicas tú a leer, escuchar o ver noticias sobre cómo va la prima de riesgo, las subastas de la deuda o la calificación de Moddy’s? ¿Cuánto tiempo desperdicias un día normal a comentar, charlar o apuntar que la situación está fatal?
¿Ganas algo con ello? ¿Te encuentras mejor? ¿Ayudas a alguien haciéndolo?
No, no y no.
Churchill decía “Soy optimista, aun en la situación actual, porque no le veo ninguna ventaja ni para mí ni para ustedes que no lo sea”. Hagámosle caso. Rebelémonos contra esta pandemia de pesimismo que nos inoculan. Dejemos de ser sus agentes transmisores, y pasemos a utilizar nuestro pensamiento para buscar nuevas ideas, nuevas soluciones, nuevas esperanzas.
Un nuevo comienzo es posible, como lo ha sido en otros momentos mucho más dramáticos de nuestra historia, pero para ello tenemos que desintoxicarnos, reeducarnos y centrarnos en construir.
La fórmula es muy antigua: trabajo, esfuerzo e ilusión.

 Así que… ¡Manos a la obra porque juntos sí podemos!

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Autor Eugenio de Andres

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