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Nos estamos convirtiendo en máquinas. Somos individuos hiper-especializados en una de las sociedades con más conocimientos (colectivamente) de la historia. Somos individuos como piezas dentro de un engranaje que conforma la máquina de nuestra sociedad. Desde pequeños, a través de la educación (familiar y escolar) se nos fuerza a contestar a la pregunta ¿qué quieres ser de mayor? La pregunta es, ¿por qué hay que ser una sola cosa de mayor? La especialización es la clave para que una cadena de producción funcione. Ford fue el primero que entendió este concepto. Chaplin, en Tiempos Modernos, ya nos apuntó los efectos que la especialización podría tener en nosotros. ¿Qué tiene de malo ser aprendiz de todo y maestro de nada? Por cierto que la famosa cita completa es “aprendiz de todo maestro de nada, normalmente es mejor que maestro de una“.
Es muy probable que hayas tenido que elegir ciencias o letras, universidad o formación profesional, y que te hayas especializado en una sola cosa durante tu vida profesional. Es la línea que nos marcan. Ahora bien, esa linea ¿nos hace felices? ¿nos hace individuos completos? ¿nos prepara para los cambios o sorpresas en nuestra vida laboral o personal? Yo creo que no, más bien al contrario.
Salvo casos muy contados, el ser humano tiene una tendencia natural a la diversidad, al conocimiento, a no centrarse en una sola cosa. Si no, nuestra sociedad sería muy similar a la de los insectos coloniales. Pero no es así. Si algo premió la evolución en nosotros fue precisamente, nuestra inquietud por investigar y conocer, no por ser perfectos en una sola cosa. La cuestión es que ahora parece que es necesario ser especialista en algo para poder progresar o ganarte la vida. Aparentemente, ser un experto es lo que nos abrirá más y mejoras puertas. ¿Es así?
Buscar la perfección, saber todo de algo concreto, es lo que nos señalaría como expertos en algo. Pero, ¿qué es más efectivo? ¿conocer el 99% de algo (la perfección no existe) o el 80% de varias cosas? ¿Cuánto nos lleva pasar del 80% al 99%? Ese 19% de diferencia puede superar con creces el tiempo que hemos necesitado en alcanzar el 80%. ¿Cuántas oportunidades de crecimiento personal y mejora habremos dejado escapar por mejorar un 19%? ¿Cuánto se nos habrá escapado en busca de la perfección imposible?
Un ejemplo personal para ilustrarlo. El inglés. Por mucho que lo intente, hay aspectos de mi inglés que ya no voy a mejorar a no ser que vaya a vivir a un país de habla inglesa. Eso no significa que no intente mejorar y aprender más cada día, pero no me merece la pena emplear horas y horas en mejorar un poco mi inglés, teniendo en cuenta que el uso que hago de él hoy día cumple de sobra con mis necesidades. Por supuesto, si más adelante necesitara mejorar mi idioma por un objetivo concreto, tendría que reconsiderarlo. A día de hoy, prefiero emplear mi tiempo escribiendo un blog, o aprendiendo a jugar al baloncesto y pádel.
Muchos de nosotros no mejoramos como personas porque nos han educado en la especialización. Sin embargo, en una sociedad tan cambiante y diversa como la que nos ha tocado vivir, ser especialista en una sola cosa puede no ser la mejor opción para asegurarnos el futuro. Aprendemos un oficio y luego no queremos que nos saquen de nuestro espacio de comodidad. Es un error. El verdadero conocimiento no radica en saber una sola cosa, sino en ser capaces de conectar ideas aparentemente no relacionadas, para crear algo totalmente nuevo o distinto. La cuestión es entonces, ¿cómo recuperar al Leonardo Da Vinci que todos tenemos dentro?
Limitarnos a lo de siempre nos empobrece y limita poco a poco. Cuando somos niños estamos abiertos a todo, a medida que crecemos nos cerramos cada vez más. Vuelve a ser niño y aprende de ellos. Cuando hacemos lo de siempre, lo habitual, lo cotidiano, nuestros circuitos neuronales recorren siempre el mismo camino. En eso se basan en aprendizaje y la memoria. Por el contrario, al hacer algo distinto nuestro cerebro crea nuevas conexiones neuronales. Nuevos caminos se abren en nuestro pensamiento. Lo mejor de todo es que explorar nuevos territorios nos llena como personas y nos hace más felices.
Estamos en el mundo para ser expertos. Es cierto, pero para serlo en el sentido etimológico original, es decir, para experimentar. La vida es un experimento. No dejes que se convierta en una película que ves desde el patio de butacas. Sube al escenario y se protagonista. ¿Te has preguntado alguna vez por qué la palabra que define el rango más importante en cualquier ejército del mundo es “general”? No es casualidad.
¿Qué pensáis? ¿hasta qué punto es bueno especializarse en algo? Dejad vuestras opiniones en los comentarios.
Autor Aitor – http://www.uncafelitoalasonce.com/no-te-especialices-huye-de-la-perfeccion-y-se-un-general/
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La dinamica del mundo y los cambios tecnologicos de Hoy en Día, que incrementan día a día los conocimientos, como las exigencias, nos indican claramente que no es bueno especializarse, ya que las tendencias, tecnologias y metodologias cada día cambian y otras mueren, por ello debemos estar preparadaso para manejarnos y desenvolvernos en diversos terrenos que nos depara el present y futuro cercano, esa es la esencia de una persona dinamica creativa e innovadora.