por Dr. Luis Lehmann

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José y Pedro, dos jóvenes emprendedores,  llevaban adelante una exitosa empresa del mercado del software informático.  Un día fueron entrevistados para una revista de negocios donde declararon, entre otras cosas: “Se nos ocurrió comenzar esta empresa una tarde mientras hablábamos de qué nos gustaría hacer en los próximos años de nuestras vidas. Nos dimos cuenta que los dos apuntábamos hacia el mismo lado y buscábamos lo mismo. Desde entonces comenzamos la tarea y aquí estamos dándole duro como resultado de aquella conversación….”

Pasó una año de aquella entrevista y un día José, mientras desayunaba temprano leyendo el diario, quedó atónito por la sorpresa. En la sección de informática aparecía un artículo con la foto de Pedro en el centro, titulado “Joven emprendedor inventa software que promete cambiar el futuro de la informática. Ha comenzado las negociaciones para la venta a Microsoft por una cifra muy importante en dólares”.

Aún sorprendido por aquella noticia  decidió llamar inmediátamente a Pedro a su móvil.

P: – hola José, como estás

J: – ¿Como que cómo estoy? ¿Te volviste loco?

P: – Ah, calculo que me llamás por la noticia del diario… mirá, nunca encontré el momento para avisártelo, pero como hace un año que te decía que lo mejor era vender la idea y vos insistías en que esperáramos… a mí me pareció que nos podían a robar la idea en cualquier momento. Fue por eso que decidí que mejor era hacerlo por mi cuenta.  Y lo hice.

J: -Si, ¡ya me di cuenta!, pero sos un egoísta, ¡un insensato!… Qué pasó con la conversación que habíamos tenido aquella tarde. ¿Acaso no compartíamos la misma visión sobre el camino que recorreríamos?

P: -Si, eso es verdad, los dos teníamos la misma visión de empresa… El problema es que ¡vos no estabas en la mía!

Historias como éstas, se repiten día a día en el ámbito del trabajo. ¿Cuántas veces creemos que tener visión compartida es tan solo compartir objetivos? ¿Cómo puedo realizar un trabajo colaborativo y generativo para todas las partes, cuando el otro no está en la imagen mental de situación futura? Este error frecuente sobre la interpretación de la visión compartida, ha tomado por sorpresa a más de uno en la oficina, en los emprendimientos y en más de una situación personal en la vida.

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Aunque suene redundante es fundamental, a la hora de generar una visión compartida, precisamente ¡compartirla y con lujo de detalles! Cuanto más tiempo perdamos en esto, menos sorpresas nos llevaremos en el futuro. Después de todo, dicen que el que avisa no traiciona.

Visión Compartida
Visión Compartida no es sólo una idea. Es una visión concreta, una imagen que se crea en la mente de las personas. Al identificarla  llegan a “visualizarla” de tal manera, con fuerza tal, que las mueve a ir por ella mancomunadamente. Genran así un sentimiento de identificación y compromiso mutuo. La visión compartida produce, en quienes la perciben, una atractividad de gran potencia  que lleva a identificarla en el horizonte como real. Es así que genera  interés y compromiso de ir por ella. Cuando la gente comparte una visión se conecta y vincula por esa aspiración común, movilizándose para lograr extraordinarios resultados en equipo.

¿Es posible generar visón compartida en las organizaciones?
Así como las visiones personales son imágenes que la gente lleva en su mente y en el corazón, empeñándose en su concreción, las visiones compartidas son imágenes que llevan a  la gente de una organización a movilizarse y empeñar sus esfuerzos por ellas. Esta visión crea un vínculo por identificación de intereses comunes, brindando coherencia a actividades generalmente dispares que se realizan en la organización. Por lo tanto, cuando se comparte una visión, esta puede lograr despertar el compromiso de mucha gente que no la había vpodido identificar con tanta claridad pero que internamente  refleja la visión personal que cada una tenía. Es en ese momento donde nace el concepto de visión compartida.

Esta entonces modifica la relación de la gente con la organización. A partir de la concreción de una visión compartida las personas comienzan a trabajar en conjunto y logrando crear una identidad común. La misión, la visión y los valores compartidos en una organización crean lazos comunes que identifican a quienes participan de ella y hace comprender que todos se necesitan para lograr concretar esa visión compartida.

La visión compartida puede generar niveles de tensión que transcienden los niveles de confort de las personas. Ya lo vimos en el ejemplo de Pedro y José. Quienes contribuyen con el aporte de una visión clara y concreta, por la cual vale la pena movilizarse  serán quienes deben sostener esa tensión entre lo que hoy no existe y lo que se logra ver en el horizonte. Debe conservar nítida la visión y creer profundamente en sus aptitudes para generar futuro. Los líderes que posean una visión pueden comunicarla a otros de modo de alentarlos a compartir sus propias visiones. Este es el arte del liderazgo visionario, lograr construir visiones compartidas a partir de visiones personales.

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¿Qué hacer para no caer en la trampa de Pedro y José?
La experiencia sugiere que las visiones genuinamente compartidas requieran una conversación permanente donde los individuos no sólo se sientan libres de expresar sus ideas, sino que aprendan también a escuchar los sueños ajenos. Esta actitud abierta permite el gradual surgimiento de nuevas perspectivas. La actitud debe ser siempre positiva y lo más optimista posible. Esto será saludable no solo para la organización sino para los intereses personales y profesionales de cada uno dentro de la organización. Es por ello que hay que desarrollar la compleja actitud de escuchar a los demás (que no es otra cosa que respeto profesional por el otro). Y para ello se requiere una extraordinaria apertura y una gran voluntad para abrigar diversidad de ideas. Esto no implica que debas sacrificar tu propia visión por una causa más grande. Por lo contrario, debes permitir que coexistan múltiples visiones, lo cual trasciende y unifica todas las visiones individuales. Eso fue lo que no ocurrió entre Pedro y José…  Ellos dejaron de compartir la visión común alimentando una visión personal. Cuando un gran sueño deja de ser común, la mezquindad prevalece. Seguro que ahora te vienen a la mente muchos ejemplos como la desaparición de bandas de rock, empresas como las de Pedro y José, etc.

Autor  Dr. Luis Lehmann – http://franciscolehmann.com/web/2013/01/compartimos-la-vision-compartida/

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