por Javier Cantera

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Aunque todos los coach consideran la película del Discurso del Rey dirigida por Tom Hooper en 2010 como un ejemplo de nuestra labor, no me voy a referir a él en este artículo, sino al discurso que el rey Juan Carlos I nos dirigió en la última Nochebuena. No sé si el asesoramiento lo realizó un coach, pero pude identificar técnicas habituales de nuestra profesión en la alocución del rey. Más allá de ideas y de ideologías personales, nuestro trabajo consiste en desarrollar la capacidad comunicativa de cada persona basándonos en sus puntos fuertes.

No se trata de hacer cursos de comunicación y técnicas de presentación sino de ayudar a que cada uno potencie su estilo personal para comunicar. Se intenta incrementar la capacidad personal y no simular conductas impropias de un comunicador ideal. Hay muchos personajes que tienen una enorme capacidad de comunicación sin pasar por un canon de postura, o ¿no comunica Vicente del Bosque con su bonhomía y lentitud?, y ¿no comunica Mourinho con su socarronería y astucia? Son estilos diferentes pero que logran comunicar. El discurso del Rey fue un trabajo artesanal y de orfebrería de Coaching, se puso en solfa toda una serie de técnicas que paso a contar:

1.- Disposición corporal. Ponerse delante de la mesa genera cercanía y ante todo seriedad informal. No es más que expresar dinamismo, acción y trabajo. Además es una posición cómoda para dar confianza. La confianza del comunicador se expresa a través de su disposición corporal estando él cómodo y proyectando una imagen segura, confiada y de compromiso.

2.- Utilización de las manos. El movimiento cíclico con pulgares hacía arriba y mostrar la palma es simbólicamente un lenguaje no verbal de confianza. Las manos refuerzan el mensaje dándole capacidad simbólica y reforzando una mirada demasiado hierática.

3.- Brevedad de la alocución. Como decía Abraham Lincoln: “Lo siento, no pude escribir una carta más corta, es que no tenía tiempo”. No hay un discurso más icónico que el que realizó en 1863 en plena guerra de Gettysburg, y duró 3 minutos y sólo 10 oraciones. La brevedad da concisión, muestra las ideas con más claras y, por tanto, genera más confianza.

4.- Estructurar entorno a pocas ideas-fuerzas. El discurso elabora pocas ideas pero muy estructuradas. Dispone de lógica interna y, por tanto, desencadena la sensación de bienestar por saber que responde a una reflexión planificada. Ya se había observado anteriormente en discursos reales una claridad, orden y verosimilitud determinada por el contenido del discurso.

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5.- Utilización de lo abstracto en lo cercano. Tras huir del elemento familiar por razones obvias de falta de ejemplaridad, se utiliza abstractos positivos. Los abstractos positivos son palabras “comodin” que armoniosamente están conectadas con emociones positivas (valores, desapego, mirar hacia adelante, etc.). Ante la ausencia de la fuerza de lo vivido exponemos el valor de lo ideal como la política en mayúsculas (política en grande).

Pero como todo coach me gustaría hacerle reflexionar al propio rey a sus asesores sobre algunas mejoras comunicativas que seguro podían cambiar la fuerza de su mensaje:

1.- En primer lugar, debería trabajar la mirada. No es viva, transmite oficio pero no pasión, no sirve para enfatizar y no acompaña al buen ritmo de las manos. Su inexpresividad nos hace pensar en el mandatario, pero no en el líder. Solamente mira a la cámara.

2.- Debería trabajar más lo emocional, su famoso discurso al salir del hospital que seguro pasará a la historia por su emocionalidad y brevedad nos daba esperanza para incrementar su fuerza emocional. Su famoso “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”, expresa en tres acciones toda una declaración emocional. Acompañado por sus ojos, un medio rictus de sorpresa y sus muletas supersónicas nos quedará como icono expresivo del perdón. Hay que transmitir emoción y no solamente “bienhacer” real.

3.- Y por último, la positividad de los retos, nos plantea ideas aceptadas y aceptables pero no nos crea la ilusión de los retos. Un líder tiene que retar a su auditorio a través de sus propósitos si quiere generar acción de futuro. Retar es la acción más comunicativa que tenemos para ofrecer futuro y generar confianza por su propio compromiso.

En fin, aunque se ha notado un gran avance comunicativo en el último discurso del rey, creo que sería necesario un mayor esfuerzo emocional. No se trata de decir lo que se debe decir sino de decirlo con tu propio estilo. Me gusta que el Rey cambie, porque la comunicación está cambiando por la diversidad de género, generacional, cultural, social y de talento de nuestra sociedad. Y como todos sabemos, lo único de lo que todo el mundo es dueño (incluso el Rey) es de su propio cambio.

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Autor Javier Cantera, Presidente Grupo BLC

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