por Juan Sebastian Celis Maya

Muchas personas mantienen la idea de que harán algo en el futuro para mejorar cualquier situación en la que se encuentren en este momento.

Es fácil escucharlos decir: “El lunes empiezo a hacer ejercicio”, o “Este mes que viene, voy a iniciar mi nuevo negocio”, o “el año que viene es MI año”… y cosas por el estilo.

Sin embargo, muchas de esas personas que tanto dicen que se harán cargo de su destino, las vemos una y otra vez en problemas de todo tipo. Problemas financieros, de salud, de relaciones interpersonales, laborales… etc.

¿Por qué pasa esto?

¿Por qué a pesar de las nobles intenciones de la gente, pocos son los que verdaderamente cumplen con su palabra?

Por una muy sencilla razón. Enfocarse 100% en el futuro, tiene una consecuencia bastante negativa: El futuro NO existe.

Nunca viviremos en el futuro, diciendo: “¡Miren!, Este es el futuro”. Siempre viviremos el presente.

De igual manera, tampoco viviremos en el pasado, porque éste tan sólo representa la colección de nuestras experiencias vividas.

Por lo tanto, lo único que tenemos es el Presente. El HOY.

Pero no te me pierdas aquí, no estoy diciendo que no es necesario planear, o proyectarse. Tampoco estoy diciendo que no hay que tener visión a largo plazo, o prever el futuro para tomar decisiones anticipadas.

Todas estas cosas están bien, y de hecho componen el ADN de una mente exitosa.

Sin embargo, lo que hay que entender, es que por más que planeemos realizar un proyecto en marzo del otro año, no podremos adelantar el calendario, hacer que sea marzo, realizar el proyecto y luego devolvernos.

Tenemos que simplemente esperar a que llegue la fecha, y sólo entonces (para cuando dicha fecha sea el presente, el HOY) actuar en consecuencia a nuestros deseos y planteamientos mentales.

Tan simple como pueda parecer este concepto, muchas personas simplemente no lo aplican, porque tratan de creer que pensar en un futuro mejor (lo cual puede llegar a ser sumamente reconfortante) es mejor que dejarse llevar por el día a día.

Ellos confunden los términos, y sencillamente terminan -no planeando- y -no actuando hoy-.

Entonces, la solución es muy simple.

Cada vez que desees lograr una meta, cualquiera que sea. Piensa, por supuesto, en cómo podrás alcanzarla. Piensa en cuáles son los pasos y los procesos que se deben llevar a cabo para convertirla en realidad.

Pero cuando ya tengas todo eso claro, define qué vas a hacer HOY para esa meta.

En el mismo orden de ideas, piensa en una meta que tengas en este momento, como propósito a lograr.

Ahora te pregunto: ¿Qué estás haciendo HOY para lograr esa meta?

Antes de llegar a leer este artículo ¿Hiciste algo para adelantar tu camino hacia esa meta?

¿Terminarás el día habiendo dedicado siquiera unos 5 minutos a tus sueños?

Puede que digas: “Yo entiendo que el futuro no existe, que es sólo un concepto y que sólo viviremos hoy, el presente”. Sin embargo, si tus resultados no son lo que tanto deseas, puede que estés atrapado en un ciclo de No-Aplicación.

Es similar a cuando vemos un profesor de Educación Física, que no se ejercita. Puede que tenga todos los conceptos, e incluso puede que sepa dirigir a otros hacia sus metas deportivas, pero esa persona no aplica lo que sabe.

No caigas en esta trampa, y pregúntate todos los días: “Si quiero lograr mis sueños ¿Qué he hecho hoy para estar más cerca de ellos?, y ¿Qué haré en lo que me resta del día para maximizar mis posibilidades de triunfar?”.

Te garantizo que tu vida puede cambiar, si tan solo implementas esta sencilla rutina en tu HOY.

Ah, y por supuesto. No digas: “Si, desde mañana empiezo a aplicar este gran artículo”. Tiene que ser HOY, porque de lo contrario, no habrá servido de nada

Autor Juan Sebastian Celis Maya

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