por Dr. (CPN) Fernando Weimberg

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Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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salario desigualpor Dr. (CPN) Fernando Weimberg

 “Juan tiene una piedrita en el zapato desde hace un par de años. Sin embargo, no se la saca. En cambio, cada tanto toma jugo de naranja, muchos fines de semana va al cine, y deja su auto en segunda fila…”

No teman, no es un texto surrealista. Es, apenas, una metáfora de la realidad de cada día en muchas  empresas de familia y en las pymes no familiares: algo molesta, pero no lo suficiente como para poner energía en que deje de molestar. Pero, como una forma de que la molestia disminuya, se adoptan actitudes compensatorias, que no resuelven el problema original, y que, en algunos casos, generan una nueva molestia a otros, quienes, a su vez, también van a adoptar actitudes compensatorias… y así sucesivamente, se van tejiendo cadenas interminables de acuerdos y complicidades.

Toda esta introducción es aplicable a la temática de los ingresos de los hijos de los dueños en las empresas Pymes, sean de familia o no.

Muchas veces, con las mejores intenciones, los padres deciden igualar los ingresos de los hijos en la empresa, aunque su rendimiento laboral no sea equivalente.

La consecuencia de esta tesitura es una situación de inequidad que, en relaciones continuas y de largo plazo, tienden a compensarse. Por lo tanto, puede darse la paradoja de que la persona aparentemente beneficiada por un ingreso mayor, que sabe que no merece, termina siendo la más perjudicada.

Veamos un caso, en el que los nombres son ficticios pero la historia real:

Claudio y Valeria son integrantes de la segunda generación en “ANTIDRECK S.A.”. Los dos hacían pasantías en la empresa desde el secundario, durante los veranos, y fue así como se fueron entrenando en diversos aspectos de la actividad de la empresa. Claudio se recibió de ingeniero a los 23 años y de inmediato ingresó en la empresa a trabajar full time.

Dos años después, Valeria se recibió de psicóloga. Se fue seis meses a Europa, y cuando volvió, intentó involucrarse en diversos proyectos que la apasionaban, pero que en ningún caso le permitieron subsistir.

A instancias de Claudio, Valeria se incorporó a la empresa y, desde entonces, su economía dio un vuelco, porque los padres, al ver que ambos hijos trabajaban igual cantidad de horas, decidieron que no era bueno hacer diferencias entre ambos.

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Por lo tanto sobre la base de su igualdad, en tanto hijos, en el afecto de sus padres, Claudio y Valeria pasaron a tener la misma retribución, sin que se tuvieran en cuenta las funciones, responsabilidades y preparación de cada uno para el puesto.

Cuando Valeria contaba su situación a sus amigas le decían que tenía mucha suerte. Sin embargo, a Valeria le generaba sensaciones encontradas: por un lado tenía un gran cariño por la empresa familiar y estaba muy agradecida de los excelentes ingresos que le proveía; pero, en algún lugar de su corazón, sentía injusto que su hermano ganara lo mismo que ella, por el solo hecho de ser hijos de los mismos padres, siendo que Claudio tenía la experiencia y la vocación que a ella le faltaban.

Estas ideas solían producirle sensaciones angustiosas de confusión e intranquilidad. Pero, por sobre todas las cosas un gran sentimiento de culpa, ya que ella sentía que no se estaba entregando en forma completa mientras que su remuneración era igual a la de su hermano.

En un momento dado, los conflictos y la tensión entre Valeria y Claudio comenzaron a hacerse más presentes ya que con el argumento de justificar el “sueldo igualitario”, tanto su padre como su hermano le exigían un sin fin de tareas. Valeria se estaba convirtiendo en la Jefa de Excepciones de la empresa: todo lo que no encajaba naturalmente en las funciones de los demás, le era atribuido a ella.

En una fiesta familiar, alguien hizo referencia a la buena suerte de Valeria y, para sorpresa de todos, ella se puso a llorar. La primera reacción de la familia fue pensar: “se queja de llena”.

Pero la insatisfacción de Valeria era profunda: por un lado, percibía que no se estaba “ganando” su sueldo pero, al mismo tiempo, no sabía cómo salir de esa situación.

Fue en ese tiempo cuando la familia inició una serie de entrevistas, con vistas a preparar el traspaso generacional en la empresa. En ese momento, Valeria comprendió que estaba frente a una oportunidad única, para plantear a un tercero, desconocedor de la historia, sus miedos y sensaciones de agobio. El tema también apareció en la entrevista individual de Claudio quien, pese al gran amor por su hermana, planteó que sentía injusto que ambos ganaran lo mismo.

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Para objetivar la situación, le pedimos a Valeria que describiera sus actividades, y la sorpresa fue enorme cuando vimos la larga lista, muchas de ellas sin relación entre sí, que le eran atribuidas sistemáticamente.

Fue así como comenzamos un trabajo de coaching con Valeria y de consultoría con todo el grupo que permitió que se revisaran las diferencias de roles y puestos en la empresa con un criterio de objetividad, y que ese análisis se diferenciara del deseo de los padres de demostrar afecto por igual a ambos hijos.

Valeria comprendió claramente que la empresa necesitaba un Gerente General, y quién mejor que su hermano para desempeñar esa función. Por otro lado, sus conocimientos de psicología sumados a su experiencia en el negocio la posicionaron en forma ideal para desempeñarse como encargada del área de Recursos Humanos. En el marco de su desarrollo futuro, Valeria se puso el objetivo de capacitarse para cumplir la función de Gerente de Administración y colaborar junto a su hermano en la gestión de la empresa.

Eso sí, ocupando puestos claramente definidos, como gerentes tendrían remuneraciones distintas aunque, como herederos futuros de la propiedad de las acciones, su participación en las ganancias (concedida por sus padres en compensación al esfuerzo realizado y con el fin de estimular aún más su compromiso y motivación) sería igual para ambos.

Hoy el entusiasmo de este grupo es enorme, ya que todos sienten que encontraron verdaderamente su “lugar en el mundo” y pueden disfrutar de esa grata satisfacción interior al haber alineado sus intereses y prioridades personales con los de la empresa y los de la familia, en un marco de equidad y prosperidad.

El Dr. (CPN) Fernando Weimberg es coach, y Director de Consultores en Caps-Empresa & Familia.

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Comentarios (0)

  1. Una Empresa Familiar fuerte necesita que los miembros de la familia que trabajan en ella contribuyan profesionalmente a la misma. Este es el principio de la profesionalización. El ser “hijos de papá” no les debe otorgar prerrogativas ni mucho menos permitir poner en peligro la empresa por ambiciones o diferencias y/o juegos de poder entre hermanos.

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