por Susanna Solé Lizaso

Últimamente está en boga el término zona de confort. Lo leo en blogs, artículos, noticias y en ocasiones me da la sensación de que el mensaje que envían es, de que estar en la zona de confort es casi, casi como vivir sumido en la resignación y el estancamiento.

El término “Zona de Confort” se utiliza metafóricamente para definir nuestros hábitos, costumbres, logros, formas de vida. Es aquel lugar donde tenemos (falsamente) controlados todos los aspectos necesarios para nuestra vida y por tanto nos sentimos (falsamente) seguras. Podríamos hablar del tipo de vida que nos hemos montado y en la cual nos encontramos cómodas.

Coincido con muchas publicaciones, que afirman que para evolucionar es necesario arriesgas y por tanto cambiar cosas de nuestra zona de confort para dar saltos cualitativos que nos permitan avanzar. Aunque os parezca que no es el mejor momento para hablar de arriesgar en el ámbito laboral, podríamos poner como ejemplo, una mujer que lleva 20 años trabajando en la misma empresa ejerciendo de administrativa, cuando a ella le hubiera gustado trabajar de diseñadora de interiores. Os suena esta situación? Bien! Su zona de confort es un puesto de trabajo en el que se encuentra cómoda, cree que tiene un trabajo estable, nómina fija, un entorno laboral conocido y controlado…. Esto, pero, tiene unos costes emocionales y psicológicos importantes ya que los niveles de frustración y apatía pueden llegar a superar a la persona.
Para poder cumplir el sueño de ser diseñadora de interiores, nuestra mujer del ejemplo, tendrá que planificar una estrategia para llegar a alcanzar su meta. ¡Pero ojo! Como digo, esto tiene que contener una organización a largo plazo donde no puede faltar la prudencia.

Cuando una persona decide, de forma planificada salir de su zona de confort, se dirige a la ”Zona de Expansión”. Un lugar donde los riesgos existen pero están contemplados en la hoja de ruta y todos ellos tienen un plan de evacuación.

Creo que es necesario y saludable aclarar que todos y cada uno de nosotros vivimos en nuestra zona de confort y que para avanzar, no podemos dar saltos al vacío sin saber qué hay abajo. Parece que el mensaje que envían las publicaciones que hablan de evolucionar y de salir de nuestra zona de confort, no aclaran o explican que para progresar es necesario arriesgar y salir de nuestro ámbito de control pero que la forma de hacerlo tiene y debe ser meditada, estudiada y planificada para no entrar en la llamada “Zona de pánico”. Es en este lugar donde se lanzan las personas que rompen con algún (muchos o todos) ámbito/s de su vida, arrastrados por una vorágine existencialista y que cuando vuelven a la realidad se dan cuenta de que no existe pegamento para arreglar lo que han roto.

Por eso, sí! Es necesario arriesgar. Sí! Es necesario abandonar hábitos y rutinas que nos anclan y limitan pero hay que hacerlo con la debida planificación y análisis para que, nuestro plan nos haga alcanzar retos sin saltos al vacío que no sabemos a donde nos llevarán.

Autora por Susanna Solé Lizaso

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