por José Javier Rodríguez Alcaide

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Samuel (el hermano de 65 años): En nuestra sociedad parece algo raro, incluso un tabú, plantear el asunto de la planificación del reparto de herencias. Creo, que mi mujer, Victoria puede pensar que tengo una enfermedad grave.

Tenemos tres hijos, uno de ellos trabaja en al empresa desde hace 15 años y está muy comprometido con el negocio. Si lo planteara mi mujer, la familia podría pensar que Victoria tiene un “amigo”. Si mi hijo dijera algo, pensaríamos que es un egoísta. Creo que deberíamos plantear el asunto tanto tú, querida hermana, como yo, pues cada uno de nosotros tiene el 50% de la empresa.

Araceli (la hermana de 60 años): Estoy en la misma situación que tu, Samuel. Tengo dos hijas y una de ellas lleva trabajando en la empresa casi 20 años. La cuestión hay que plantearla desde el punto de vista de nuestras respectivas familias y desde el punto de vista de la empresa.

Los dos estamos en régimen de gananciales, lo que en parte obliga a consensuar con nuestros esposos el plan de herencias respectivas. Mi marido y yo pensamos que nuestros hijos deberían recibir las acciones de la compañía a partes iguales, en tanto, que vosotros pensáis que las acciones sólo deben ir para el hijo que trabaja en la empresa, equilibrando a los otros dos hijos, con la asignación de otros bienes. No pensamos lo mismo y eso puede acarrear problemas en nuestra familia.

Samuel para sus adentros: Yo creo que Araceli lleva razón. Ella piensa repartir las acciones entre sus hijos a partes iguales, pero no percibe, que mi sobrina Juana, la que trabaja casi 20 años en la empresa, no va a entender este criterio de paridad, pues la hermana, trabajando en una casa de seguros, va a recibir las plusvalías por ella generadas. Creo que debieran discutir el asunto no sólo familiarmente, sino empresarialmente, pues mi otra sobrina sería en su día una accionista buscadora de renta, solamente.

Araceli (ensimismada): Mi marido es copropietario de las acciones, pero en el fondo no tiene derecho moral a ellas, porque las adquirió mediante una donación, encubierta como una venta de mi padre a plazos; de modo que debiera asegurar que si enviuda, mantenga la posición de darles por donación o por venta a nuestros hijos. No estoy muy segura de que sea bueno, que mi sobrino, el que trabaja en la empresa, sea el único heredero pues se quedaría con el 50% de las acciones, en tanto que mis hijas acreditarán el 25% cada una y no tengo garantías de que los primos que trabajan en la empresa no hagan un tandem contra mi otra hija. Tenemos que sentarnos a hablar dentro de cada familia y entre familias y debemos hablar con alguien que nos ayude a contemplar este escenario, que se nos acerca.

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La realidad que continúa

Samuel y Araceli pidieron ayuda externa y decidieron elaborar un plan de futuro acerca del legado empresarial; se sentaron con la generación joven y comenzaron a comentarlo. El plan necesitó mucha más reflexión y acuerdo que el simple otorgamiento de testamentos de Samuel y Victoria y de Araceli y su esposo. Tuvieron que garantizar la liquidez para su vejez respectiva pues sus cotizaciones habían sido muy bajas. Tuvieron que crear un fondo para compensar a los hijos que no iban a recibir acciones. Tuvieron que hacer un acuerdo de compra-venta con la joven generación que trabajaba en la empresa para garantizar que el que superviviera en la pareja no cambiará el plan de herencia; es decir, el plan fue una pequeña semilla que no creció de repente ni dio el cobijo repentino a empresa y herederos.

Samuel y Araceli, hecho el plan como semilla recién plantada, tuvieron que regarlo y observar su evolución y su crecimiento, cambiando aquellas cosas que iban exigiendo las circunstancias de la familia y de la empresa, pero sin perder el rumbo de la marcha final. No hubo rivalidades incontroladas entre hermanos, ni hubo cambios por divorcio en la generación mayor, de modo que el plan se cumplió con pequeñas modificaciones.

Reflexiones al hilo de este caso

1. El plan de herencia es radicalmente un plan de contingencias, para prever situaciones de muerte, enfermedad de larga duración o incapacidad de los propietarios.

2. El plan debe diseñarse mediante el apoyo del consejero de empresa familiar y de los asesores de la familia y la empresa. Este equipo debe asegurarse de que se tratan todos los puntos críticos, que afectan a la familia y afectan a la empresa. Ayudará el equipo no sólo a cuantificar los aspectos impositivos sino también la disposición y capacidad de los herederos para comprometerse con el negocio y aceptar las responsabilidades asociadas a la propiedad (en nuestra historia hacemos referencia a los hijos de Samuel y Araceli, que trabajan en el negocio).

3. Los miembros de la familia no deben dudar en plantear cuestiones sobre los planes de herencia de las otras ramas familiares (en nuestro caso Samuel y Araceli se comunicaron sus respectivos planes y comentaron sus alcances). Los miembros de la familia deben preguntar sobre el montante de carga impositiva que habrá que pagar en sucesiones; los hermanos casados en régimen de gananciales deberán explicitar si podrán trabajar con los consortes como accionistas sobrevenidos; los sobrinos pueden plantear a los tíos el alcance para la empresa de que devengan accionistas primos que la desconocen y nunca han trabajado en ella.

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4. Todo plan de herencia debe contemplar quién de la siguiente generación asumirá el mando de la empresa o tendrá que encargarse de venderla. No es bueno formar a este responsable en mitad de una crisis por contingencia de muerte o de enfermedad. Deben nombrar albaceas las ramas familiares, si es posible, a la misma persona y de común acuerdo.

5. Todo plan de herencia debe diagnosticar quiénes de los legítimos herederos desean la propiedad y el compromiso para con la empresa y conocer la posición de los hijos que trabajan en la empresa respecto de los que no trabajan ante el hecho de que puedan devenir accionistas. Quizás, a veces, sea conveniente entregar otros activos a quiénes no buscan trabajar en la empresa o firmar un compromiso de venta con los hijos que se responsabilizarán de dirigir el negocio a la muerte de los padres.

6. Todo plan de herencia del negocio debe analizar el cuadro legal vigente en lo referente al impuesto de sucesiones y donaciones y sus implicaciones financieras sobre el sujeto pasivo que es la generación receptiva.

Fdo: José Javier Rodríguez Alcaide
Catedrático de Universidad
Director de la Cátedra PRASA de empresa familiar

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