por Federico Mondelo.

¿Hay vida en la cima?

Llegar a la cima no siempre es sinónimo de éxito.

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¿Hay vida en la cima?

Llegar a la cima no siempre es sinónimo de éxito.

A veces quedamos atrapados en una telaraña de problemas, preocupaciones, y responsabilidades que nos insumen todo nuestro tiempo, y la vida laboral absorbe casi totalmente el espacio del tiempo personal, familiar, y/o social.
Ante la cantidad de empresarios que viven “prisioneros” y rehenes de sus responsabilidades, lamentándose de su falta de tiempo para dedicar a sus afectos o a su deporte preferido, uno no puede menos que preguntarse:
¿Cuando uno llega a la cúspide de la “escalera jerárquica” pierde su tiempo personal?
¿Hay conciliación entre los tiempos laborales y personales del empresario, o son lo mismo?
¿Puede separarse tajantemente lo laboral de lo personal cuando existe espíritu emprendedor?¿Qué pasa con sus gustos, hobbies, vacaciones, familia?
Cuándo una persona alcanzó el sueño de tener su propia empresa, ¿es correcto diferenciar entre vida personal y vida laboral?

La satisfacción de proyecto propio.

En principio pareciera que no, que hay libertades y disfrute en la realización. Sin embargo, es común la saturación, el alto nivel de stress, y el agotamiento de los N° 1 de las empresas, y en particular de las pymes, donde se cumplen varios roles (se es dueño, CEO, accionista, etc,etc)
Sinceramente, yo no tengo todas las respuestas.
Es más, diría que esas respuestas dependen de cada persona, de sus gustos, familia, estilo de vida, de cómo vive su rol laboral, del disfrute que alcanza con su trabajo, con concretar objetivos y metas, de los factores que le generan stress, su tolerancia al mismo, etc, etc.
José María Quirós, un verdadero especialista en empresas pymes y empresas familiares, suele afirmar que el éxito de un empresario se mide por dos variables:
a) la mayor rentabilidad de su empresa, y
b) la disponibilidad de mayor tiempo personal.
Entendiendo como tiempo personal al tiempo que el empresario puede disponer para sí mismo, sin estar al frente del negocio.
La dificultad de delegar.

Y aquí surge la pregunta clásica: ¿quién trabaja para quién?
¿La empresa como organización, trabaja para su dueño, o éste trabaja para mantener la empresa?
Según Quirós, no hay éxito emprendedor si se vive atado al puesto, sin una delegación efectiva de responsabilidades para la toma de decisiones.
Lo habitual es que, aunque económica y financieramente la empresa marche bien, el empresario pase largas horas en ella, con múltiples ocupaciones y responsabilidades.
Entonces aparecen problemas de agotamiento, cansancio crónico, irritabilidad, falta de claridad en la toma de decisiones.
La falta de delegación que citamos en nuestro post anterior “El empresario-bombero” o “Roles, funciones, y responsabilidades del empresario pyme”, cobra mayor vigencia aquí.
La soledad del empresario.
Cuando el empresario es el fundador de su empresa, muchas veces no cuenta con un equipo con quien compartir problemas y discutir decisiones.
El gobierno de la empresa pasa exclusivamente por su persona.
Para mitigar esta debilidad, que es la falta de un Directorio que aporte distintos enfoques sobre los temas de la organización, han aparecido diferentes iniciativas:
1) Directorios asociados. Son grupos de dueños de empresa, coordinados por un facilitador externo, que se reúnen periódicamente para tratar y opinar sobre un problema que aporta uno de los integrantes.
2) Directorios propios. Se organiza un directorio propio, con él o los socios más consultores externos, que actúan como directores independientes.
En ambos casos el objetivo es compartir la mejores prácticas del sector, aportar soluciones creativas, enriquecer y acompañar al empresario en la toma de decisiones, y asegurar la trascendencia de la empresa familiar.
Una organización efectiva.

Cualquiera sea el mecanismo adoptado, la meta a alcanzar es siempre una organización efectiva en la acción y en la decisión.
Si contamos con mandos medios y una línea gerencial con las capacidades y la delegación necesaria para tomar decisiones operativas, conociendo cuáles son las que debe trasladar porque exceden su nivel de competencia, el empresario queda liberado para ocuparse de las decisiones estratégicas, y monitorear la marcha de su organización.

Y, seguramente, para disponer también de ese mayor tiempo personal, que también es sinónimo de éxito.

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Autor  Federico Mondelo

Especialista en Dirección y Gestión Empresaria. – Director y Consultor independiente. – Advisor. – www.direccionynegocios.com.ar –  www.dilemasdelaempresa.blogspot.com.ar

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