Por Roberto Serra

Resulta necesario redefinir las funciones y habilidades propias del empresario que busque enfrentar con éxito el estado de incertidumbre actual. El artículo intenta abordar además, como repercute esto a lo largo y a lo ancho de la empresa, como se maneja la comunicación y consecuentemente el desarrollo del patrón integrado de comportamiento.

La palabra “cambio” , es probablemente una de las mas empleadas en los últimos tiempos en el área empresaria. Se ha convertido así, en una especie de muletilla que se utiliza en las más variadas circunstancias, sin analizar demasiado cuáles son los factores que englobamos dentro de esta palabra.

En efecto, podemos encontrar ejemplos de este – Estado de cambio permanente- en múltiples facetas de nuestra actividad profesional, e incluso, de nuestra vida diaria. Vemos cambios en el contexto económico, en las costumbres sociales, en la ecología, en la conformación de la familia, en los estilos de alimentación, etc. Pero, +cómo nos preparamos para afrontarlos?

La información, la búsqueda de nuevos conocimientos, surge como un elemento insoslayable en la era actual. Decimos que el capital humano como elemento generador de diferenciación es la base de la nueva economía, aquello que puede marcar la diferencia entre compañías compitiendo en un mismo mercado. Analizando estos dos elementos – cambio y recursos humanos – parece clara la necesidad de buscar nuevas respuestas para estos nuevos interrogantes que surgen. Nos encontramos con una realidad empresaria, con modelos de comunicación totalmente diferentes a los conocidos. Este estado de cambio, nos lleva a admitir tres realidades

1. El cambio no necesariamente implica mejorar.

2. No siempre puedo llegar a destino a través del camino habitual.

3. El futuro es fuente de confusión.

Sin embargo, cuando se analiza el rol de los directivos de las empresas ante el cambio encontramos que

1. En general, tienen baja participación en seminarios o congresos,

2. La capacitación se ejerce hacia abajo, a partir de las gerencias medias. (Donde paradójicamente, el poder de decisión para aplicar nuevos conceptos es mucho más limitado)

3. Los empresarios mas conocidos en nuestro medio – y destacados en las distintas publicaciones -, suelen ser del tipo que se hizo trabajando, desde abajo, y no por una capacitación universitaria o de posgrado.

Esto lleva a pensar en la generación de una nueva clase de empresario, el que básicamente debería tener cuatro características

1. Visión más amplia: Considerar la globalización actual de los mercados, no solo desde el punto de vista de potenciales clientes, sino también, analizando los distintos canales de compra, centros de producción, inversores, etc. que se tornan accesibles. Analizar además, como influye la interrelación de diferentes culturas o grupos étnicos en esta integración. 2. Redefinición del concepto de competencia: Ya no se compite sólo a través del producto terminado. La redefinicion de los mercados hace que los limites de la industria sean cada vez más difusos. Puede hablarse de competencia a distintos niveles de la cadena de valor agregado, y, por otra parte, la influencia que las alianzas entre competidores tienen sobre el análisis tradicional.

3. Foco más estrecho: Los mercados son cada vez más segmentados. Los consumidores, frente a la superabundancia de oferta a la que se ven expuestos, eligen cuidadosamente aquel producto que más se acerca a sus requerimientos, de especificaciones, calidad, precio, etc.

4. Nuevas tecnologías: El nuevo empresario necesita tener una combinación de habilidades que le permita manejar por igual tecnología y personas, de manera tal que, un contexto adecuado brinde el marco para fomentar el desarrollo, la autoestima y el compromiso del personal.

Una conclusión a la que usted probablemente ya haya llegado, es que la capacitación del empresario nunca termina. Nunca se termina de conocer todas las variables, todas las opciones, todos los modelos. El conocimiento se torna masivo, se vuelve obsoleto, se transforma. La revolución digital a la que nos enfrentamos cambia todos los paradigmas que dábamos por supuestos. Quizás, la mayor riqueza intelectual sea el contar con un bagaje de preguntas, antes que de respuestas prefabricadas. Las respuestas podrá empezarlas a construir en su aprendizaje continuo, y en la interrelación de sus conocimientos para la generación de valor.

Autor Roberto Serra

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