por  Stan Mann

Ayer subí al ático y encontré uno de mis viejos juguetes favoritos. Me trajo recuerdos de cómo Leer más..." />

Un espacio para aprender que no es necesario ser una empresa grande para ser una Gran Empresa
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niño rezandopor  Stan Mann

Ayer subí al ático y encontré uno de mis viejos juguetes favoritos. Me trajo recuerdos de cómo había llegado ese juguete a mis manos, los obstáculos que tuve que vencer y las lecciones que aprendí de la experiencia.

Sé que a veces tu trabajo, cualquiera sea éste, te presenta obstáculos que parecen demoledores. Estás deseosa de lograr tu sueño de llevar adelante una práctica profesional exitosa, sin embargo, a veces te falla la motivación. Te sientes frustrada, desanimada y, a veces quisieras simplemente abandonar.

Te preguntas cómo se vas a superar todos estos desafíos. Si quieres saber cómo superar cualquier obstáculo, te ofrezco una historia que contiene una lección poderosa. Proviene de una fuente poco común: un niño pequeño, un chiquillo.

A continuación te cuento lo que puedes aprender sobre el éxito en los negocios de un niño pequeño ( yo) que tuvo un sueño casi imposible de cumplir.

Esta es mi historia

Recuerdo cuando era un niño durante la Gran Depresión y me divertía jugando con cajas vacías, usando un palo como espada y mi dedo emulaba un arma de fuego. Pero había un juguete que realmente quería: el nuevo cohete intergaláctico de Buck Rogers.

cohete Buck Rogers modelo vintage realizado en 1960

Papá estaba sin trabajo. Mamá lavaba ropa cuando podía encontrar a alguien que pudiera pagarle. Apenas había suficiente dinero para la comida, casi nada para la ropa. Cualquier otra cosa, como juguetes, estaba fuera de la cuestión.

Aún así, yo anhelaba ese juguete. Lo vi en la ferretería local. Observé con fascinación cuando el vendedor me mostró cómo funcionaba.

Era hermoso. Le dabas cuerda y las chispas salían disparado de su cola. ¡El cohete intergaláctico de Buck Rogers con chispas saliendo de su cola! Tenía que tenerlo. ¿Cómo iba a conseguir el dinero para comprarlo?

Teníamos un manzano en el patio trasero. Era otoño y las manzanas estaban maduras. Se me ocurrió que podía vender las manzanas para conseguir el dinero que necesitaba. Tomé rápidamente las más rojas, las limpié y les saqué mucho brillo.

Saqué mis tesoros a la calle y descubrí que había hombres adultos en las esquinas vendiendo manzanas también. Eran tiempos difíciles: “Lárgate, niño”, me dijo un hombre. Desalentado empecé a caminar rumbo a casa. Pero seguí pensando en el cohete intergaláctico de Buck Rogers con chispas saliendo de su cola…

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En mi camino pasé por algunos negocios. Miré en una barbería y vi algunos hombres que esperaban. Tenía miedo pero pensé en el cohete intergaláctico, entré y fui capaz de vender dos manzanas antes de que el propietario me acompañara amablemente hasta la puerta. “Esto va a funcionar”, pensé.

Fui a la tienda de al lado pero el dueño me expulsó antes de que pudiera comenzar a ofertar mis manzanas. Estaba desanimado y asustado, pero pensé en las dos manzanas que había vendido y en el cohete intergaláctico de Buck Rogers con chispas saliendo de su cola! Eso renovó mi valor. Yo no entendí entonces, pero el cohete de Buck Rogers se había convertido en lo que se conoce como un disparador. Cada vez que pensaba en el, me dispara a actuar.

Seguí adelante, tienda tras tienda. Algunos de los propietarios eran muy agradables y me dejaron entrar y vender mis manzanas, otros me acompañaban a la puerta… No todos eran amables. Cada vez que me desanimaba pensaba en mis éxitos y en que me esperaba ¡Buck Rogers con su cohete intergaláctico con chispas y todo!

detalle cola del cohete

Ahora tenía dos disparadores: saber que podía conseguir dinero vendiendo mis manzanas y pensar en el cohete Buck Rogers. Seguí adelante hasta que vendí suficientes manzanas.

Corrí a la tienda y compré mi juguete: ¡Un cohete espacial intergaláctico Buck Rogers con chispas saliendo de su cola!. Por fin era mío. Estaba muy emocionado.

cohete Buck Rogers circa 1927

Esta simple historia es un ejemplo del poder de la visión. Es el mismo principio que funciona en cualquier empresa, desde vender manzanas a aterrizar un cohete en la luna.

Puedes incluso crear sistemáticamente reflejos condicionados para programar tu mente y darle la motivación imparable siempre que lo necesites. Los detalles para hacer esto están en mi libro “Triggers: A New Approach to Self Motivation”, (Disparadores: un nuevo enfoque para Automotivación), publicado por Prentice Hall.

Otro excelente libro es “Despertando al gigante interior”, de Tony Robbins.

Toma estas lecciones de un niño y tú también podrás tener tu propio y próspero negocio ¡con chispas y todo!

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