por Xavier Romea

Habitualmente acostumbro a realizar estadísticas que me sirven para mejorar la efectividad de mi trabajo como asesor de pymes familiares y para mostrar a directivos y propietarios de las empresas familiares, que lo que les ocurre NO es sólo a ellos y que “sus problemas” son también habituales en otras pymes por lo que pueden aprender unas de otras.

En los últimos meses he asesorado a 17 empresas familiares de diferentes sectores, y “curiosamente” las 5 problemáticas más comunes que me transmitieron fueron:

1. “Nuestra solución a la crisis pasa por vender más pero no encontramos a buenos comerciales”.
2. “Mi empresa puede ser rentable pero mis hijos no hacen lo necesario para conseguirlo”.“
3. “La sucesión tendrá que esperar. Tengo aquí mi patrimonio expuesto y nadie como yo podrá defenderlo”.
4. “Nuestro producto está muy bien valorado en el mercado, pero no vendemos”.
5. “No dispongo de la suficiente información económica y financiera. Mi contable no sirve”.

Estas 5 problemáticas se dieron por separado en distintas pymes, no obstante todas ellas tenían en común la misma causa: una visión excesivamente personalista y paternalista de la propiedad que deriva en directivos de empresas familiares pymes que:

• Son generalistas y multifuncionales.
• Son personas emprendedoras, con mucha ilusión y capacidad de trabajo.
• Acumulan mucha experiencia y muchas vivencias.
• Son autodidactas.

Pero al mismo tiempo:

• Generalmente sin formación específica en dirección de empresa.
• Su día a día no les permite dirigir, planificar, controlar….les falta tiempo.
• Se confunden las cosas urgentes con las importantes. Son los “bomberos” de la empresa.
• Su comunicación con el equipo es sólo para hablar de lo que hay que hacer mañana.
• Y claro, no se delega porque no se controla.

Estas personas son el motor de la empresa familiar, pero también son el techo infranqueable de la misma. La empresa es lo que es gracias a ellos, pero no es lo que no es también por culpa de ellos.

Ante esta situación lo habitual es pensar que el culpable sea el contable, los hijos que no saben, o los comerciales que no venden lo suficiente…

Es una actitud y visión del negocio particular, que responde más a aspectos emocionales de supervivencia que no a estrategia y rigor empresarial, y que generalmente parte de un buen conocimiento técnico de un oficio o especialidad que ha derivado en actividad empresarial, pero que en demasiadas ocasiones se pierde un buen técnico para ganar un mal empresario.

Muchas de las problemáticas actuales de la empresa familiar pyme de las que te acabo de hablar y de las que suelo escribir en este blog de estrategia empresarial, se pueden resolver con un cambio de actitud, una gestión menos personalista, con más voluntad de trabajo en equipo y también con más formación en gestión empresarial.

Todo lo anterior es posible. Trabajando en esta dirección los resultados se aprecian de inmediato, y si lo que te preguntas es por dónde empezar, te puede ayudar mi anterior post ¿Cuánto cuesta implementar un plan estratégico?

¿Conoces otros ejemplos de emociones que perjudican la gestión en la empresa familiar? Compártelos escribiendo tu opinión justo al acabar este post.

Autor Xavier Romea

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