por Marta Martínez Arellano

Asisto al relevo generacional en la gerencia de una empresa familiar fuera de España. En mi experiencia comparten todas las empresas familiares similares retos a la hora de actualizar su gestión cuando el patriarca decide abandonar bien en parte, bien completamente las labores de liderazgo de lo que en su día fundó como proyecto de vida. Esos retos van siempre vinculados a emociones y capacidades que se encuentran en la raíz de todas las relaciones familiares y profesionales: la pasión, el amor y la confianza.

En otra empresa también del sector industrial, a Mike, un profesional en su séptima década le costó hace no mucho tiempo aceptar que ninguno de sus hijos desease hacerse cargo de su más consentido vástago, su empresa. Al final del proceso de reflexión, vino a decirme que la empresa había sido la niña de sus ojos, la excusa de sus ausencias, la razón de su alegría y su malhumor a partes no iguales… También su mayor fuente de orgullo y esfuerzo. “Comprendo perfectamente que ninguno de mis otros hijos desee esa responsabilidad”, ya que se vería sometido a la mirada férrea de quien teme que la consientan demasiado o demasiado poco…

Fue un proceso complejo y sin embargo Mike llegó a comprender y hoy disfruta de sus hijos y sus nietos sin la tensión de esa niña consentida entrometiéndose en las comidas familiares. Hoy acepta, comparte, comenta y consciente de que es la garantía de una vejez confortable, planifica con cuidado el paso de su niña a manos de un profesional al que intenta embarcar con un proyecto realmente ilusionante dotado de un rumbo claro y adaptado a su sector y mercado.

En la empresa que ahora acompaño conviven en la gerencia dos generaciones a los que une el amor, pero cuya confianza se ve llena de tabúes a la hora de hablar de las veleidades de una aventura que no ha llegado a ser tan exitosa como la pensó el padre, ni tan apasionante como le gustaría al hijo; pero que trenzada de cariño, esfuerzo y orgullo, a veces no permite hablar claro, ver y discriminar las claves del éxito, a veces no permite descansar en familia sin hacerle un guiño en las relaciones padre-hijo.

Se impone y ellos lo saben, una conversación poderosa acerca del ritmo y el rumbo que va a adoptar la iniciativa ahora que el padre, mediada la década de los 70, ya no se ve con tantas fuerzas como para lidiar en un mercado que no responde como lo hiciera en el pasado, pero no se siente tan mayor como para dejarla sola. Ahora que el hijo, en su cuarentena, lleva ya más de diez años aprendiendo el oficio y pidiéndole más autonomía a un negocio que siente sólo en parte como propio.

Necesitan consensuar dónde desean llegar juntos, haciendo qué, y sobre todo trabajando cómo…

Enfrentados a un balance poco halagüeño, como muchas otras empresas, llegan a la conclusión de que les faltan ventas y por eso se lanzan a buscar a alguien que venda en su lugar.

Su primera necesidad era vender más, ya que centrados en convivir y co-gerenciar a medias, ninguno de los dos se lanzaba a llevar a cabo una labor comercial clara y decidida, para un proyecto en el que ninguno de los dos creía del todo. Nuestro equipo conoce el mercado, y sin embargo al final de cada proceso, todos coinciden en que nuestra mejor aportación es la confianza y la claridad con la que ordenamos la oferta comercial de forma que sea el propio patriarca o el nuevo gerente, quienes se lancen a vender con pasión y convicción familiar y conjunta.  Nadie mejor que ellos para garantizar la pervivencia de su empresa vendiendo ellos mismos. Para ello es preciso desempolvar y actualizar la ilusión y la confianza por un proyecto al que le han dedicado media vida y más de la mitad de sus esfuerzos emocionales, pero que les tiene varados en un mar de dudas y recelos que no les permiten avanzar.

En mi experiencia, de nada sirve que venda otro… cuando la ausencia de ventas se debe a que el equipo directivo no se atreve o no se aboca a vender. Sólo la empresa vende. Sólo vende quien conoce su valor y es capaz de convencer del mismo. Por eso, en todos los procesos de actualización comercial, además de enfocar la labor comercial, nosotros trabajamos en clarificar la visión, en crear  un equipo familiar coordinado y enfocado en su capacidad para convencer al mercado, en la actualización de esa fe en la iniciativa, para que el sueño del padre no se convierta en la pesadilla del hijo, sino en la aventura conjunta que una a la familia tirando por la borda unos tabúes que lastran hoy por hoy su travesía.

Esa conversación requiere, todos lo sabemos, mucho amor, mucha cordura y sobre todo pasión, cariño y confianza. Esa conversación requiere coraje y abre la vía a una comunicación familiar diferente y enfocada, tal vez por eso acudir a un consultor externo. A un punto de vista ajeno que les aporte una visión actual y de mercado que les facilite el proceso y les permita enamorarse nuevamente de su proyecto para liderarlo juntos a un éxito definido por consenso.

Autora Marta Martínez Arellano

Experta en Eficiencia Emocional para la Productividad. Consultora certificada CTT – Transformación Empresarial. Consultora de Innovación homologada por Instituciones internacionales.

Ha trabajado con más de 400 empresas e instituciones en distintos ámbitos, tales como comercialización, comunicación, negociación internacional, innovación y desarrollo empresarial, coopetencia e iniciativas internacionales en cooperación. Mentor de innovación en proyectos transnacionales de la UE.

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